Azucena Uresti en entrevista con Joan Manuel Serrat, cantautor, compositor, actor, escritor, poeta y músico español. Conversó sobre temas tan diversos como México, su niñez y Alfonso Cuarón; expresó su agradecimiento por lo que la vida le ha dado.
Y Bellas Artes se vistió de fiesta con Joan Manuel Serrat
Serrat se presentó en Bellas Artes con su gira 'Mediterráneo Da Capo' (Fabián Cruz/INBA).
A Joan Manuel Serrat se le quiere como a un viejo amigo, a quien, a pesar de no haber visto en años, se le recibe con los brazos abiertos, sin recriminaciones, con afecto sincero.
Apenas salió al escenario para su primera actuación en el Palacio de Bellas Artes como inicio de su gira por México la noche del jueves, Serrat ya tenía al público en la bolsa o, con mayor precisión, en el corazón. Con esa sonrisa tibia que no han logrado marchitar los años, el cantante y compositor —lo de cantautor le viene chico— agradeció la larga ovación que lo recibió de pie. Con este acto de afecto recíproco, instaló el concierto en un mundo de canciones y poemas que lo han situado entre los grandes.
De inmediato navegó por el Mediterráneo, la canción y el disco, punto nodal en su carrera. En esta gira, Mediterráneo Da Capo, celebra las glorias de un álbum excelso con canciones que se fueron desempolvando como un álbum de fotografías que nos sorprende con la vitalidad de sus imágenes.
Y al hablar de mares se refirió a La Odisea y a los personajes míticos, pues aseguró, le gusta hablar de cultura. “No todo van a ser tetas y culos en el escenario”, advirtió. Después de todas las canciones de Mediterráneo, que incluyó canciones entrañables como “Aquellas pequeñas cosas”, “Tío Alberto”, “La mujer que yo quiero” y “Lucía”, entonó en francés la clásica pieza de Charles Trenet “La mer” y una canción que escribió a partir de un poema de Jaime Sabines.
El cantante relató que han sido muchas sus canciones “llenas de amor y de luces”, dedicadas a mujeres, entre ellas su madre, su mujer, a la campesina, la princesa y la mujer pública, para cantar “La mujer que yo quiero”.
Hay mujeres, retomó el tema, “que mueren de amores malos, mujeres maltratadas, despreciadas, asesinadas, ante la mirada hueca de una sociedad que permite estas cosas”. A esas mujeres dedicó “Menos tu vientre”, conmovedora musicalización del poema de Miguel Hernández.
Luego entonó su canto de lucha, “Para la liberad”, también poema de Hernández y luego otras piezas que ya son sido éxitos eternos: “De vez en cuando la vida” y “Hoy puede ser un gran día”. Después de comentar, “Y ya que Ulises estuvo en la fiesta, ¿por qué no invitar a ‘Penélope?’", preguntó para llevarnos de nueva cuenta a esta fábula agridulce sobre el amor que no se marchita.
Dejó “La fiesta” para el final, pero tuvo que volver dos veces más para entregarse a un público que fervoroso no lo dejó partir, rumbo al Mediterráneo, para terminar con “Tu nombre me sabe a hierba”. Y con ese sabor a hierba salimos con un atado de canciones bajo el brazo, esas que son capaces de hacer la vida más llevadera. Después de todo, como dijo el propio Serrat, nos han hecho “revivir pequeñas emociones”.
Milenio
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