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Finaliza la decimotercera edición de la Bienal de La Habana. Participación chilena




Este domingo, la XIII Bienal Internacional de La Habana culmina en Cuba, donde alrededor de 52 artistas llevaron sus obras a espacios públicos de la capital de la isla y a otras provincias, a lo largo de un mes. Bajo el título de La construcción de lo posible y dedicada a celebrar el 500 aniversario de la fundación de La Habana, el evento abarcó 12 proyectos colectivos, numerosas creaciones individuales en galerías públicas y centros privados. teleSUR.



A mal tiempo buena cara Fabelo, un veterano en Detrás del Muro


"Soy un veterano en Detrás del muro porque este proyecto es uno de los proyectos  más contribuyentes a La Bienal. La idea de mi amigo Juanito Delgado ha crecido y va de menos a más con un récord de artistas participantes muy importante  y en un escenario que yo creo que todos los artistas sienten como suyo  porque es un escenario tremendo  e importante para el contacto  y la interacción  con el transeúnte,  en definitiva uno de los anhelos  más grandes del arte y uno de los desafíos también por lo  implica el contacto directo con el público.
De manera que  ese acervo de obras que se instala en Detrás del Muro  y en el espacio público debe permanecer, debe seguir repitiéndose y seguir creciendo.  Ya no solamente en Detrás del Muro sino con muchos artistas en muchos otros lugares durante toda la Bienal,  de modo que uno sienta que   hay una efervescencia que  recoge la respuesta de la propia vitalidad del creador que está en Cuba.  Yo soy parte de eso, soy un fragmentico  y no hago más que tratar de   colocar algo que contribuya a la consolidación de la Bienal  y en particular del proyecto Detrás del Muro."


Por eso mi  tortuga llegó  para instalarse en Detrás del Muro, y aunque un poco después, no era mi propósito llegar tarde,  porque la tortuga es lenta y dijo: yo voy a mi paso. La tortuga  es  roncera ,  es paciente, tiene sentido común, debe llegar cuando hay que llegar, se toma el tiempo necesario  y tiene mucha voluntad. Hay otros entes mucho  más veloces  pero ahí está ella, y yo creo que cumple con el propósito de mostrarse en esa situación, boca arriba, difícil,  como dice el título AMTBC: A Mal Tiempo Buena Cara.  Ese es un rasgo de nuestra identidad y me gusta que aunque haya llegado tarde esté, que es lo más importante.

Tejido colectivo como metáfora de participación ciudadana

Conversación con Alexia Miranda
Tejido Colectivo  es una obra que llevo haciendo desde el 2011 en diferentes lugares.  Comencé en espacios públicos en el Salvador  con el afán de intervenir y sanar el espacio público que a nosotros nos ha sido negado por muchos años de guerra y violencia. Como se sabe El Salvador es un país complejo  que vivimos en una guerra civil por muchos años. Entonces el espacio público es el algo  bien cuestionado. Actualmente estamos tratando de rescatar el espacio público los artistas que hemos estado en esta lucha, como una necesidad de apoderarnos de este espacio.
Entonces empecé a hacer estas piezas que se llaman tejidos colectivos, conseguí la gaza que me la donaban, invitaba a familias,  invitaba a niños, a padres, grupos de estudiantes, al final era mucha gente, eran los que caminaban por las calles y yo les decía ven, ven a tejer y empezaban a hacer una maraña que terminaba en una cosa enorme.
Se hicieron tejidos muy grandes, pero muy caóticos también.  Pero era parte de esto, era que la gente jugara, un juego un espacio donde encontraran una manera de comunicación extraordinaria dentro de su cotidiano y pudieran relacionarse de forma distinta. Posterior al tejido la gente me lo pedía,  había como organizaciones,  exposiciones que se dieron cuenta de la fuerza del proyecto. Ven a tejer acá, has un tejido colectivo en este espacio, me pedían.
Entonces llevé el tejido al museo Marte en el 2017, se instaló como una pieza de colección que estará  en exhibición durante 5 años. Es con gaza estéril porque es el mismo simbolismo del material, la gaza es con lo que nos curamos con lo que sanamos. El tejido se hace en círculo, eso ya se ha ido perfeccionando con el tiempo. Aquí a la Bienal de La Habana traje un tejido mucho más ambicioso, nunca había tejido tantos a la vez. La idea es que la pieza no la hago yo.  La diseño, la conceptualizo, pero la pieza   es de la gente. A mí me interesa que la tejan en colectivo  con la gente local porque es una pieza site specific. La pieza se adapta a las condiciones del espacio.
Acá como vez vemos tejen estudiantes de la Universidad, un grupo de mujeres de la familia de Evangelina, muchos han venido orgánicamente, otras se han sentado a tejer, me preguntan  puedo tejer? y claro pueden tejer . El Tejido está abierto tanto para hombres como para mujeres, para niños para quien quiere. Yo planteo un patrón  pero la gente puede ir proponiendo, tratamos de crear un ritmo. Para mí el tejido es una manera de dibujar en  el aire, yo veo dibujos en esto pero el objetivo de la pieza es la interacción, el intercambio de energía mientras tejemos, contamos historia,  platicamos, nos escuchamos, aprendemos uno del otro porque pasamos mucho tiempo juntos y aprendes tanto de esa personas y convives, es una experiencia de vida   que desarrolla un resultado estético,  orgánico y fluido con el intercambio,  con el placer.


Hay otra metáfora que busco con estas piezas, en este caso desarrollé el tejido colectivo Las Medusas. Me interesaban que colgaran que se movieran, que tuvieran movilidad con el aire  haciendo una alegoría  con la pieza La balsa de la Medusa, de Theodore Géricault (1818). Cuando las autoridades abandonan a todas las gente que van en la balsa que viajan. Para mí eso es lo que vivimos como sociedad. Esas autoridades ausentes, esas figuras políticas vacías que al final  el ciudadano demuestra que no hacen su labor. La  participación ciudadana está acá, está  en el hilo, está tejiéndose, está creando en vínculo, nosotros estamos presente. Eso también dice esta pieza. 

BIENAL

CHILE EN LA XIII BIENAL DE LA HABANA


CHILE EN LA XIII BIENAL DE LA HABANA

La 13ª Bienal de La Habana, que se celebra desde el pasado 12 de abril y hasta el 12 de mayo de 2019, cuenta con la participación de los artistas chilenos Camilo Yánez y Enrique Ramírez, quienes han recibido el apoyo de la Dirección de Asuntos Culturales (DIRAC) del Ministerio de Relaciones Exteriores, así como Benjamín Ossa, con el respaldo de Galería ArtespacioFundación Colección Ca.Sa y NG Art Gallery (Panamá/Cuba).
La Bienal de La Habana 2019, cuyo curador principal es el cubano Nelson Herrera, apuesta a que la capital de la isla se convierta en un «corredor cultural» en el que interactúen los creadores y el público, bajo el tema La Construcción de lo Posible, un espacio para aquellas tipologías del arte contemporáneo que entiendan la creación como «acontecimiento vivo o experiencia en curso».
Además, en las últimas ediciones ha tenido un proceso de continuidad en algunas líneas de trabajo que se mantienen en 2019 con proyectos que tienen puntos de contacto con otras manifestaciones como la música, la literatura y la danza. Para este año, se propone abarcar un espacio público mayor -de unos seis kilómetros de calle- donde instalar obras con el fin de «hacer del arte un acto cotidiano», según el curador.
Los representantes del Consejo Nacional de las Artes Plásticas y del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam -ambas instituciones del Ministerio de Cultura de Cuba- insistieron en su objetivo de que el arte «invada la ciudad», al celebrarse el 500 aniversario de La Habana.
A la Bienal han sido invitados más de 200 artistas procedentes de 20 países, entre ellos, Portugal, Brasil, Colombia, Argentina, México, Francia, Perú, España y Chile. Esta nueva versión del principal evento de las artes visuales de Cuba propone incentivar la interacción entre artistas, curadores, expertos e instituciones, según explicó la subdirectora del Centro Wifredo Lam y directora artística de la Bienal, Margarita González.
Como novedad, para 2019 el evento se extiende por primera vez fuera de La Habana -su sede habitual desde 1984- para llegar a otras provincias del país caribeño, como Matanzas (Occidente), Cienfuegos, Sancti Spíritus (Centro) y Camagüey (Centro Este).

Enrique Ramírez, Proyecto Semilleros, 13° Bienal de La Habana, 2019. Cortesía del artista y DIRAC

Proyecto Semilleros, de Enrique Ramírez
El proyecto curatorial de Luz Muñoz (Chile), con la participación del artista Enrique Ramírez, donde también participa el educador chileno Emiliano de la Maza, contempla reflexiones y acciones desde el contexto del arte, a través del proyecto artístico y educativo de Ramírez, además de un diálogo abierto con la comunidad sobre ecología, biodiversidad y conciencia planetaria.
Semilleros invita a poner en común lo que tenemos, desde la riqueza y diversidad del planeta y en el contexto local con el pueblo cubano, cruzando opiniones y experiencias de la comunidad, teóricos y artistas, en la búsqueda de promover el intercambio y la generación de conocimiento en una triangulación de actores en espacios comunes de diálogo y acciones.
A través de una reflexión y acción transversal, se trazan nuevas formas de habitar el planeta, visibilizando experiencias y saberes ancestrales, de convivencia y de vida en común, en un viaje por la memoria, la historia de sus habitantes, a través del paisaje y su biodiversidad, en un momento de crisis global.
Ramírez participa con dos obras, entre ellas su video La Memoria Verde, filmado en el Parque Almendares y presentado en la Casa Simón Bolívar. El proyecto educativo implica la creación de huertos urbanos y un diálogo abierto con la comunidad, con la participación de botánicos, paisajistas, jardineros, artistas y la comunidad en general, sobre la memoria, la extinción, la biodiversidad y la conciencia planetaria.

Poética, podredumbre y polyvisión, de Camilo Yáñez. 13° Bienal de La Habana, 2019. Cortesía del artista y DIRAC

Poética, podredumbre y polyvisión, de Camilo Yáñez
Esta obra, creada especialmente para la Bienal de La Habana, visibiliza los procesos orgánicos de vida y muerte, de putrefacción, descomposición, fermentación y regeneración observados desde la microbiótica y confrontados con imágenes mediales que documentan diversos procesos políticos en el mundo actual.
Por medio de trípticos visuales en movimiento, proyectados en tres pantallas, acciones secuenciales y simultáneas, se presentan distintos puntos de vista focales sobre el transcurrir de nuestra existencia en una micro y macro escala, llamando la atención sobre los procesos que ocurren después de la muerte de una planta, de un animal o en medio de un colapso social o una catástrofe natural.
La video-instalación propone una reflexión a través de la simultaneidad de las imágenes que combinan e intercalan sucesos biológicos y sociales leídos a través de la prensa, las imágenes noticiosas, los sonidos de la calle, entrevistas y titulares de distintos periódicos y semanarios, enfatizando en este gesto la idea de que la decadencia de lo viviente pareciera ser la única perspectiva de la vida y que, a su vez, el engendramiento de lo vivo provendría inevitablemente de la muerte.
“Así como los hongos y los microorganismos descomponen materia orgánica muerta para regenerarla y convertirla en materia vida, el ser humano descompone y desarticula en nombre de un bien superior abstracto (ideologías, corporaciones, naciones y empresas), su propio hábitat, trastocando su natural sentido de comunidad a la velocidad del turbocapitalismo”, apunta el artista.

Un invisible faro, de Benjamín Ossa. 13° Bienal de La Habana, 2019. Foto: Cristián Aninat. Cortesía: Fundación Colección Ca.Sa

Un invisible faro, de Benjamín Ossa
Bajo la curaduría de Juan Delgado, esta obra de Benjamín Ossa consiste en 3.966 discos de aluminio de 100 y 150 mm de diámetro, suspendidos por medio de cables de acero inoxidable desde una estructura conformada por tubos de acero dispuestos en grupos de triángulos equiláteros.
Ésta pretende situarse como una suerte de faro, monumento que recoge y evidencia los fenómenos naturales que ocurren en el Malecón, un espacio que se extiende como una línea de la vida, un trazo donde habitan y sueñan los cubanos, una delgada franja humana que bordea a Cuba en el tiempo. La obra es un cuerpo tubular y semi-traslúcido que indaga en la noción de lo visible, de la pertenencia y de la situación fenomenológica que ocurre en el espacio: ¿Cómo el sol parpadea sobre el mar?, ¿cómo el viento golpea y desplaza lo frágil?, ¿cómo un color se convierte en una identidad extendida en el tiempo?
“La instalación de una obra pública en el Malecón de La Habana en el contexto de la Bienal es una oportunidad única; de alguna manera, es un hito en mi trabajo, ya que introduce en un contexto cultural, social y político mis investigaciones sobre fenomenología y percepción del espacio. Ver cómo se contrasta esa investigación y cómo cuela en este contexto distinto y lejano sin duda abrirá nuevas vías para mi investigación”, asegura Ossa.


Imagen destacada: Un invisible faro, de Benjamín Ossa. 13° Bienal de La Habana, 2019. Foto: Cristián Aninat. Cortesía: Fundación Colección Ca.Sa

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