Este domingo por la mañana el barrio londinense de Tottenham ofrecía una imagen sobrecogedora, tras los peores disturbios registrados en la capital británica en los últimos años. A lo largo de la noche, varios edificios fueron pasto de las llamas, así como un autobús de dos plantas, coches de policía y furgones. Ya era de día y los bomberos seguían trabajando al igual que los agentes, que trataban de sofocar los últimos brotes de violencia.
Los disturbios estallaron tras una manifestación ante una comisaría. Cientos de personas se congregaron para pedir justicia tras la muerte el jueves de un hombre tiroteado por un policía. En este barrio multiétnico del suburbio norte de Londres, el enfado prendió como la pólvora. Al menos ocho agentes resultaron heridos en los enfrentamientos con las fuerzas del orden, en los que llovieron los cócteles molotov y otros proyectiles. Bancos, tiendas y supermercados fueron saqueados y los incendios de vehículos y edificios convirtieron la calle en un infierno. Las autoridades han hecho un llamamiento a la calma.
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