Mar muerto en Jordania en peligro por contaminación. (MENAHEM KAHANA/AFP/Getty Images)
Todos los estudios han mostrado que el proyecto provocará un enorme desastre ecológico puesto que produce una capa de yeso y alga roja
El Banco Mundial aprobó un plan de rescate para salvar al Mar Muerto, pero grupos medioambientales sostienen que el plan provocará desastres ecológicos. Después de una década de debates, el Banco Mundial confirmó en enero la viabilidad de construir un canal entre el Mar Rojo y el Mar Muerto por un coste de 10.000 millones de dólares.
A principios del siglo XX, fluían cada año unos 2.000 millones de m3 de agua en el Mar Muerto, la mayoría de ella del Río Jordán. Pero, según Gidon Bromberg, director de Friends of the Earth Middle East (Amigos de la Tierra de Oriente Medio), “hoy, el 95% de este agua se la lleva Israel, Jordania y Siria”.
Meirav Ayalon, portavoz para el Kibbutz Ein Gedi (jardín botánico integrado en una comunidad agrícola) explica: “Antes, la orilla del mar en Ein Gedi Spa bordeaba la carretera. Ahora, tienes que desplazarte un kilómetro y medio para alcanzarla”.
Friends of the Earth, sociedad para la protección de la naturaleza en Israel, e incluso el Ministerio de Protección Ambiental de Israel comentan que rellenar el Mar Muerto con agua del Mar Rojo podría tener efectos negativos. La mezcla de agua del Mar Rojo, rica en sulfato, con la salada del Mar Muerto, rica en calcio, podría provocar una precipitación de sulfato de calcio hidratado (yeso). En otras palabras, podría dejar el Mar Muerto con un color blanco tiza.
El fosfato del Mar Muerto y la dilución del agua en la superficie podrían también causar una proliferación abrupta de algas. “Todos los estudios han mostrado que el proyecto provocará un enorme desastre ecológico puesto que produce una capa de yeso y alga roja”, manifestó Ayalon.
El Mar Muerto, el lugar más bajo del mundo, famoso por sus piscinas de barro negro y fotos emblemáticas de gente flotando en aguas altamente salinizadas, es una problemática masa de agua en una región problemática. El proyecto del canal es elogiado como una gran hazaña de cooperación entre Jordania, Israel y Palestina.
El esfuerzo colectivo está apoyado de forma entusiasta por el Ministerio de Cooperación Regional de Israel. Incluiría plantas de energía hidroeléctrica y las instalaciones de desalinización más grandes del mundo. En 2005, los socios pidieron al Banco Mundial dirigir un estudio de viabilidad sobre la planta, que esperaban estabilizaría el nivel de agua del Mar Muerto y suministraría agua potable y electricidad a la región.
Durante las últimas décadas el suministro de agua de Israel ha dependido del agua del Lago Kinneret (también conocido como el Mar de Galilea), al norte del Mar Muerto. Ahora está volviéndose más dependiente del agua desalinizada del Mar Mediterráneo. Bromberg sugiere usar más agua del Mediterráneo para dar a Kinneret una oportunidad de reponerse completamente. Kinneret sigue su curso natural hacia el Mar Muerto.
Si aumentan los niveles de agua en el Kinneret, según Bromberg, esto ayudará a rellenar el Mar Muerto. Bromberg también hace un llamamiento a los gobiernos de Israel y Jordania para restringir el uso del agua colectiva, que está disminuyendo el Río Jordán y por tanto el Mar Muerto. Comenta que la industria de potasa no tiene incentivos para operar con menos agua. “Si Israel y Jordania obligaran a las empresas a pagar por cada metro cúbico de agua y vigilaran la cantidad de agua consumida”, Bromberg explica que las compañías desarrollarían tecnología alternativa que requiere menos agua.
Éste sugiere una combinación de agua desalinizada desde el Mar Mediterráneo, reutilizando agua tratada, y limitando el uso del agua a las empresas para aliviar la tensión en el Mar Muerto y dejarle rellenarse a partir de sus recursos naturales.
La Gran Epoca
Todos los estudios han mostrado que el proyecto provocará un enorme desastre ecológico puesto que produce una capa de yeso y alga roja
El Banco Mundial aprobó un plan de rescate para salvar al Mar Muerto, pero grupos medioambientales sostienen que el plan provocará desastres ecológicos. Después de una década de debates, el Banco Mundial confirmó en enero la viabilidad de construir un canal entre el Mar Rojo y el Mar Muerto por un coste de 10.000 millones de dólares.
A principios del siglo XX, fluían cada año unos 2.000 millones de m3 de agua en el Mar Muerto, la mayoría de ella del Río Jordán. Pero, según Gidon Bromberg, director de Friends of the Earth Middle East (Amigos de la Tierra de Oriente Medio), “hoy, el 95% de este agua se la lleva Israel, Jordania y Siria”.
Meirav Ayalon, portavoz para el Kibbutz Ein Gedi (jardín botánico integrado en una comunidad agrícola) explica: “Antes, la orilla del mar en Ein Gedi Spa bordeaba la carretera. Ahora, tienes que desplazarte un kilómetro y medio para alcanzarla”.
Friends of the Earth, sociedad para la protección de la naturaleza en Israel, e incluso el Ministerio de Protección Ambiental de Israel comentan que rellenar el Mar Muerto con agua del Mar Rojo podría tener efectos negativos. La mezcla de agua del Mar Rojo, rica en sulfato, con la salada del Mar Muerto, rica en calcio, podría provocar una precipitación de sulfato de calcio hidratado (yeso). En otras palabras, podría dejar el Mar Muerto con un color blanco tiza.
El fosfato del Mar Muerto y la dilución del agua en la superficie podrían también causar una proliferación abrupta de algas. “Todos los estudios han mostrado que el proyecto provocará un enorme desastre ecológico puesto que produce una capa de yeso y alga roja”, manifestó Ayalon.
El Mar Muerto, el lugar más bajo del mundo, famoso por sus piscinas de barro negro y fotos emblemáticas de gente flotando en aguas altamente salinizadas, es una problemática masa de agua en una región problemática. El proyecto del canal es elogiado como una gran hazaña de cooperación entre Jordania, Israel y Palestina.
El esfuerzo colectivo está apoyado de forma entusiasta por el Ministerio de Cooperación Regional de Israel. Incluiría plantas de energía hidroeléctrica y las instalaciones de desalinización más grandes del mundo. En 2005, los socios pidieron al Banco Mundial dirigir un estudio de viabilidad sobre la planta, que esperaban estabilizaría el nivel de agua del Mar Muerto y suministraría agua potable y electricidad a la región.
Durante las últimas décadas el suministro de agua de Israel ha dependido del agua del Lago Kinneret (también conocido como el Mar de Galilea), al norte del Mar Muerto. Ahora está volviéndose más dependiente del agua desalinizada del Mar Mediterráneo. Bromberg sugiere usar más agua del Mediterráneo para dar a Kinneret una oportunidad de reponerse completamente. Kinneret sigue su curso natural hacia el Mar Muerto.
Si aumentan los niveles de agua en el Kinneret, según Bromberg, esto ayudará a rellenar el Mar Muerto. Bromberg también hace un llamamiento a los gobiernos de Israel y Jordania para restringir el uso del agua colectiva, que está disminuyendo el Río Jordán y por tanto el Mar Muerto. Comenta que la industria de potasa no tiene incentivos para operar con menos agua. “Si Israel y Jordania obligaran a las empresas a pagar por cada metro cúbico de agua y vigilaran la cantidad de agua consumida”, Bromberg explica que las compañías desarrollarían tecnología alternativa que requiere menos agua.
Éste sugiere una combinación de agua desalinizada desde el Mar Mediterráneo, reutilizando agua tratada, y limitando el uso del agua a las empresas para aliviar la tensión en el Mar Muerto y dejarle rellenarse a partir de sus recursos naturales.
La Gran Epoca
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