Medir la concentración de los metales pesados y los hidrocarburos presentes en la atmósfera aprovechando las propiedades de una especie de musgo, seleccionado por sus caractarísticas. Este es el objetivo de un proyecto europeo de investigación. Vamos a ver cómo se desarrolla en Alemania y España.
"Cogemos musgo porque estas plantas tienen una superficie enorme. Aquí se puede ver toda su estructura. Pueden limpiar el aire de partículas nocivas. Podemos ver como el musgo tiene cápsulas con esporas y a partir de éstas se puede obtener una nueva planta. Utilizamos estas esporas para cultivar plantas en el laboratorio", dice Eva Decker, de la Facultad de Biología de la Universidad de Friburgo, en Alemania.
Estudian el óxido de nitrógeno y de azufre, así como los metales pesados como el cadmio, el plomo o el níquel, muy difíciles de catalogar con las tecnologías existentes porque no son lo suficientemente precisas y son muy caras. En la Universiad de Friburgo las esporas crecen en condiciones ambientales controladas.
"En esta etapa hay que cultivar el musgo en un recipiente más grande. Hay que utilizar un biorreactor que tiene un volumen de 5 litros, mientras que aquí solo tenemos muestras de 200 mililitros. Eso significa que podemos producir mucho más musgo en un biorreactor", explica Decker.
Las plantas ya se usan como indicadores biológicos porque que son capaces de acumular sustancias contaminantes. Pero el musgo es especialmente adecuado como bioindicador de la contaminación del aire porque no tiene raíces y su superficie es bastante grande. Una de las novedades de este proyecto es conseguir cultivar grandes cantidades en el laboratorio.
"No solamente reducimos la variabilidad biológica al mínimo nivel posible - un clon genético - sino que también cultivándolo en el biorreactor podemos garantizar que el nivel de contaminación del musgo y su crecimiento ha estado siempre en las mismas condiciones. Y este resultado no se puede obtener con un material que se acaba de recoger directamente de la naturaleza", asegura Ralf Reski, de la Facultad de Biología de la Universidad de Friburgo.
Estas plantas estarán luego en unos recipientes especiales que se encuentran en diferentes estaciones de observación, donde acumularán las sustancias contaminantes del aire. Esta técnica se está estudiando en Santiago de Compostela.
"Las muestras son expuestas por triplicado durante tres semanas con el fin que acumulen todos los contaminantes de la zona, en este caso pasarían los coches, chimeneas y principalmente el tráfico", dice Carlos Brais Carballeira Braña, de la Facultad de Biología de la Universidad de Santiago de Compostela.
Y después el musgo se seca y se reduce a polvo, luego se analiza la cantidad de contaminantes que hay. En este proyecto se combinan métodos de biología molecular y ciencias de los materiales con otros de ecología y biónica. Un enfoque que se podría extender, en el futuro, a otros contextos ambientales.
"Trasladar esta idea, esta filosofia de trabajo, a otros medios, como pueden ser los ríos, sobre los vertidos de nuestras ciudades, de nuestra fábricas, de nuestra granjas, de la industria. Esos contaminante ademas pueden afectar a los ríos finalmente pueden llegar incluso al mar y afectar tambien al medio marino y se trataría de desarrollar esa herramientas para conocer los contaminantes que pueden estar afectando a los ecosistemas", explica José Angel Fernández Escribano, de la Facultad de Biología de la Universidad de Santiago de Compostela
Con 50 años de vida en común ya estamos transitando por este “Camino otoñal”, descubriendo, día a día, la alegría de vivir y tratando de colaborar en la construcción de una sociedad más justa e inclusiva. El Otoño, al igual que el Adulto mayor, tiene su belleza y la estamos conociendo. Pensamos que hay mucho camino que recorrer y todavía tenemos una mirada optimista de la vida, consciente que junto a las dificultades del diario vivir, hay desafíos que afrontar y oportunidades para servir.
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