La mitad de la población de Malawi sufrió en 2015 una de las peores inundaciones en su historia. Más de un millón de personas se vieron afectadas
Casi 300 personas murieron o desaparecieron y más de 370.000 tuvieron que ser evacuadas.
Euronews
Las inundaciones son una amenaza constante en Malawi. En los últimos 6 meses, casi 100.000 personas se han visto afectadas por desastres meteorológicos.
Euronews ha asistido a la alerta simulada en el pueblo de Chapola. Aquí uno de los vecinos lanza la voz de alarma. El vigilante recibe una llamada de la aldea próxima cercana a un río, Lungwena, en donde el nivel del agua alcanza niveles peligrosos.
Los vecinos emprenden la evacuación rápidamente pero sin pánico. Sobre todo porque se trata de una simulación única, pero también, porque están bien entrenados. La ONG italiana COOPI les ha preparado durante meses cómo anticipar, reaccionar y recuperarse en caso de inundaciones.
El sistema de alerta previa entre los pueblos situados a ambos lados del río forma parte del sistema de gestión del riesgo de catástrofes aplicado por COOPI y financiado por la Oficina de Ayuda Humanitaria de la UE.
En menos de una hora, todos los residentes llegaron a la zona de refugio, situada a 2 kilómetros de distancia.
"No se me olvidará nunca lo que he aprendido hoy. Nosotros mismos hemos instalamos una tienda de campaña y toda la comunidad se ha dado cuenta de que esta zona escolar es el lugar adecuado al que acudir en caso de inundación, explica Eneles Alli, residente en Chapola
El distrito de Mangochi, donde se encuentra la aldea, se vio gravemente afectado por las inundaciones de 2015. Muchos de estos residentes perdieron casas, cosechas y animales. La ONG explica que los mayores desafíos del proyecto son los múltiples riesgos a los que se enfrenta la población.
"La zona de Lungwena está expuesta al riesgo de inundaciones asi como a períodos de sequía y escasez es decir un periodo de sequía prolongado,. Nuestro objetivo es preparar a la población y hacer un seguimiento de los eventos que puedan afectarles. Gran parte de nuestro trabajo ha consistido en ayudar a la comunidad a crear sus propios comités locales de protección civil", cuenta Rosalba Vendemia, jefa de proyecto, COOPI
La ONG está utilizando aviones no tripulados para crear una base de datos que indique los puntos más vulnerables y peligrosos de Mangochi y Nsanje, dos de los distritos con mayor potencial de inundación en Malawi.
El proyecto terminará cartografiando 16.000 hectáreas.
"El avión teledirigido ha ido recogiendo miles de imágenes, hasta cerca de 40.000 , y también ha ido recogiendo puntos que sirven para observar la topografía de la zona. Una vez procesados llegamos al producto final, que será una imagen de alta resolución, a unos 28 centímetros por píxel", describe Josef Clifford, experto geoespacial, COOPI.
Estos mapas detallados permiten a los residentes visualizar al instante toda su comunidad. A los aldeanos de Chapola se les pidió que localizaran sus casas, posibles refugios y rutas de evacuación. Un intercambio que beneficia tanto a los científicos como a la población local.
"La comunidad nos aportó su conocimiento, lo cual es esencial porque se necesita tener un conocimiento local para saber dónde están las cosas en la aldea, lo que es importante para prever amenazas y riesgos, añade Clifford.
En esta región, afectada regularmente por catástrofes naturales, la UE ayuda a la población a nivel comunitario mientras que protección civil lo hace a nivel nacional, de esta manera se consigue una respuesta más eficaz.
"Algunas tecnologías innovadoras, como el uso de drones, parecen dar grandes resultados en los países occidentales para saber cómo, dónde y cuándo intervenir más rápidamente. Creemos que esto también se puede hacer aquí. Por eso apreciamos y financiamos este tipo de intervención. Algunos de ellos siguen siendo proyectos piloto pero siempre enmarcados en un contexto de respeto y armonía con las tradiciones locales", explica Alexandre Castellano, oficina de Ayuda Humanitaria de la UE
Los avances tecnológicos están incentivando tanto a los ciudadanos como a los responsables locales a desempeñar un papel proactivo en la gestión del riesgo de desastres para lograr una respuesta más eficaz y rentable.
Según la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Unión Europea, por término medio, por cada euro gastado en actividades de reducción y prevención de riesgo se produce un ahorro de entre cuatro y siete euros que costaría tras una catástrofe.
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