Muchos a mi edad se reniegan con la vida y dicen: ya estoy viejo, no veo, no oigo bien... No estamos listos para llegar a esta etapa...”. Así reflexiona Piedad Yandún, de 71 años, quien en su juventud fue comerciante.
Ahora preside la Federación de No Jubilados de Pichincha, que existe desde 1994 y agrupa a 150 socios. La dirigenta cree que “el Gobierno debiera prepararnos para envejecer, cuando nos jubilamos no sabemos qué hacer”.
En el país, el 7,5 por ciento de la población tiene más de 60 años. Cada año alcanzan esa edad 13 000 personas. Solo el 50 por ciento realiza actividades productivas, la mayoría por cuenta propia, según el gerontólogo y estudioso del tema, Nelson Jurado.
Yandún cuenta que ha perdido la energía de otros años y que su memoria falla. Pero aún se siente capaz de trabajar. En Ecuador hasta hace unos años quien cumplía 56 ó 58 años quedaba fuera de la llamada ‘vida útil’ o salud funcional. Ahora el promedio subió a los 60 ó 62 años.
El geriatra Jurado afirma que el país no ha asumido los cambios en el perfil demográfico. “El tema aún se trata de modo ‘viejista’, a quien llega a la tercera edad se le ve con conmiseración. Hay que aprender más sobre esta etapa”.
No hay avances o adecuaciones al sistema productivo. “Cuando una persona cumple 60 años no pierde su capacidad de trabajar, no se vuelve inválida. Quizá no pueda manejar maquinaria de alta precisión, su visión disminuye, pero hay otro tipo de empleos”.
Según Jurado, se debiera propagar una cultura del envejecimiento, para que la gente se acostumbre a caminar y a leer por lo menos una hora por día, para no perder vigor y ejercitar la memoria. Además, apunta que así como el niño requiere un pediatra, el adulto mayor tiene necesidades particulares. “La salud pública debe intervenir en el ciclo de la vida, lo que sucede de una a otra edad es un asunto histórico. Si alguien está obeso de joven, en la vejez tendrá problemas cardíacos”.
En el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) se registran 8 000 consultas anuales de esta población. En Quito, apenas hay un hospital del Adulto Mayor del Ministerio de Salud. Los municipios de Quito y Guayaquil brindan cierta atención.
Según la Sociedad de Geriatría, en Ecuador, solo hay 17 geriatras y gerontólogos. Por lo que el servicio de salud no es especializado.
Esperanza García, del Programa de Servicios para la Tercera Edad del IESS, señala: “La atención se dirige a los niños y adolescentes, se relega al anciano”.
Una iniciativa ejemplar es la del IESS, que desde hace 21 años, abrió talleres de gimnasia, yoga o taichi, pintura en tela, panadería, coro, clases de guitarra y piano. En Quito hay 110 en 11 centros.
Yandún señala que “hemos contribuido a disminuir las enfermedades y a levantar la autoestima”. Pero la dirigenta dice que esto beneficia solo a quienes tienen relación con el IESS. Solo el 27% de los adultos mayores tiene algún tipo de seguro. El resto no tiene garantías, pues la Subsecretaría y el departamento de gerontología de los ministerios de Bienestar Social y Salud no tienen un objetivo claro ni presupuesto suficiente.
Fuente: El Comercio
Ahora preside la Federación de No Jubilados de Pichincha, que existe desde 1994 y agrupa a 150 socios. La dirigenta cree que “el Gobierno debiera prepararnos para envejecer, cuando nos jubilamos no sabemos qué hacer”.
En el país, el 7,5 por ciento de la población tiene más de 60 años. Cada año alcanzan esa edad 13 000 personas. Solo el 50 por ciento realiza actividades productivas, la mayoría por cuenta propia, según el gerontólogo y estudioso del tema, Nelson Jurado.
Yandún cuenta que ha perdido la energía de otros años y que su memoria falla. Pero aún se siente capaz de trabajar. En Ecuador hasta hace unos años quien cumplía 56 ó 58 años quedaba fuera de la llamada ‘vida útil’ o salud funcional. Ahora el promedio subió a los 60 ó 62 años.
El geriatra Jurado afirma que el país no ha asumido los cambios en el perfil demográfico. “El tema aún se trata de modo ‘viejista’, a quien llega a la tercera edad se le ve con conmiseración. Hay que aprender más sobre esta etapa”.
No hay avances o adecuaciones al sistema productivo. “Cuando una persona cumple 60 años no pierde su capacidad de trabajar, no se vuelve inválida. Quizá no pueda manejar maquinaria de alta precisión, su visión disminuye, pero hay otro tipo de empleos”.
Según Jurado, se debiera propagar una cultura del envejecimiento, para que la gente se acostumbre a caminar y a leer por lo menos una hora por día, para no perder vigor y ejercitar la memoria. Además, apunta que así como el niño requiere un pediatra, el adulto mayor tiene necesidades particulares. “La salud pública debe intervenir en el ciclo de la vida, lo que sucede de una a otra edad es un asunto histórico. Si alguien está obeso de joven, en la vejez tendrá problemas cardíacos”.
En el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) se registran 8 000 consultas anuales de esta población. En Quito, apenas hay un hospital del Adulto Mayor del Ministerio de Salud. Los municipios de Quito y Guayaquil brindan cierta atención.
Según la Sociedad de Geriatría, en Ecuador, solo hay 17 geriatras y gerontólogos. Por lo que el servicio de salud no es especializado.
Esperanza García, del Programa de Servicios para la Tercera Edad del IESS, señala: “La atención se dirige a los niños y adolescentes, se relega al anciano”.
Una iniciativa ejemplar es la del IESS, que desde hace 21 años, abrió talleres de gimnasia, yoga o taichi, pintura en tela, panadería, coro, clases de guitarra y piano. En Quito hay 110 en 11 centros.
Yandún señala que “hemos contribuido a disminuir las enfermedades y a levantar la autoestima”. Pero la dirigenta dice que esto beneficia solo a quienes tienen relación con el IESS. Solo el 27% de los adultos mayores tiene algún tipo de seguro. El resto no tiene garantías, pues la Subsecretaría y el departamento de gerontología de los ministerios de Bienestar Social y Salud no tienen un objetivo claro ni presupuesto suficiente.
Fuente: El Comercio
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