PUERTO RICO.- El secreto de la longevidad se encuentra en una alimentación sana, el buen humor y el trabajo diario hasta la vejez, aseguró Dolores Martínez Ruiz, quien cuidaba del hombre más anciano del mundo, Emiliano Mercado del Toro, hasta que éste falleció a los 115 años el pasado miércoles.
La página número 67 de la edición 2007 del Libro Guinnes de los Récords indica que Mercado del Toro era el hombre más anciano del mundo en 2005, cuando contaba con 113 años, y además, era el veterano de la Primera Guerra Mundial de mayor edad, entre los cinco que quedan vivos en Estados Unidos.
Dolores Martínez Ruiz, su sobrina nieta, lo cuidaba desde que Mercado del Toro se rompió una cadera cuando tenía 102 años y la familia no quiso ingresarlo en un asilo.
Con esa edad, el veterano tomaba el autobús e iba solo a la barbería del centro de Cabo Rojo, en el suroeste de la isla, su pueblo y donde vivió hasta entonces, a cortarse el cabello.
"Alegaba que el secreto de la longevidad estaba en la harina de maíz y el bacalao que comía todo los días, en las viandas (ñame, yautía y pana, entre otros tubérculos y frutos hervidos). Además, tenía un gran sentido del humor, siempre estaba contento", explicó Martínez Ruiz durante el velatorio.
Mercado del Toro, quien fumó "tipacillo" (hoja de tabaco liada en un filtro) desde los 9 años hasta los 89, trabajó hasta que tenía 81 años en la industria de la caña de azúcar, muchos de ellos como carretero de bueyes. "El trabajo no mata gente. Ese es otro secreto para la larga vida", señaló Martínez Ruiz.
Nunca concibió hijos ni se casó, aunque "tuvo tres mujeres con las que vivió que han tenido hijos con otros hombres, por lo que siempre pensamos que era estéril", agregó.
Sus restos mortales son sepultados hoy en el cementerio municipal de Cabo Rojo, con la escolta del féretro por parte de las Damas Auxiliares del Batallón 21 del Ejército de EE.UU.
La página número 67 de la edición 2007 del Libro Guinnes de los Récords indica que Mercado del Toro era el hombre más anciano del mundo en 2005, cuando contaba con 113 años, y además, era el veterano de la Primera Guerra Mundial de mayor edad, entre los cinco que quedan vivos en Estados Unidos.
Dolores Martínez Ruiz, su sobrina nieta, lo cuidaba desde que Mercado del Toro se rompió una cadera cuando tenía 102 años y la familia no quiso ingresarlo en un asilo.
Con esa edad, el veterano tomaba el autobús e iba solo a la barbería del centro de Cabo Rojo, en el suroeste de la isla, su pueblo y donde vivió hasta entonces, a cortarse el cabello.
"Alegaba que el secreto de la longevidad estaba en la harina de maíz y el bacalao que comía todo los días, en las viandas (ñame, yautía y pana, entre otros tubérculos y frutos hervidos). Además, tenía un gran sentido del humor, siempre estaba contento", explicó Martínez Ruiz durante el velatorio.
Mercado del Toro, quien fumó "tipacillo" (hoja de tabaco liada en un filtro) desde los 9 años hasta los 89, trabajó hasta que tenía 81 años en la industria de la caña de azúcar, muchos de ellos como carretero de bueyes. "El trabajo no mata gente. Ese es otro secreto para la larga vida", señaló Martínez Ruiz.
Nunca concibió hijos ni se casó, aunque "tuvo tres mujeres con las que vivió que han tenido hijos con otros hombres, por lo que siempre pensamos que era estéril", agregó.
Sus restos mortales son sepultados hoy en el cementerio municipal de Cabo Rojo, con la escolta del féretro por parte de las Damas Auxiliares del Batallón 21 del Ejército de EE.UU.
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