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Los niños no conocen fronteras: así se convirtió al muro en una zona de juegos



Dos arquitectos crearon una instalación artística, compuesta por varios balancines de juegos infantiles, que se ubicó en una sección de la frontera sur en Sunland Park, Nuevo México, durante el fin de semana.CreditChristian Chavez/Associated Press


ALBUQUERQUE, Estados Unidos — Por un breve momento, solo media hora durante el fin de semana, un conjunto de tres subibajas sirvió como puente entre los Estados Unidos y México.

En imágenes y videos que esta semana circularon en las redes sociales, los niños sonreían y estallaban en alegres carcajadas mientras subían y bajaban en tres balancines rosados ​​que fueron instalados a través de los listones de acero de una sección del muro fronterizo en Sunland Park, Nuevo México.

“Las acciones que suceden en un lado tienen una consecuencia directa en el otro”, escribió Ronald Rael, uno de los arquitectos que diseñaron los balancines fronterizos, en una publicación de Instagram que describe la instalación artística.

Este proyecto muestra cómo los artistas y arquitectos están respondiendo a la estrategia del presidente estadounidense Donald Trump de construir un muro a lo largo de la frontera, además de las barreras fronterizas que fueron instaladas durante las gestiones de Barack Obama y George W. Bush.

En imágenes y videos, se podía ver a los niños de ambos lados de la frontera jugando en tres subibajas  ubicados a lo largo de la sección más antigua del muro fronterizo en Sunland Park, al este de la frontera de Nuevo México con Texas. En las publicaciones de las redes sociales que mostraban los balancines, el muro parecía ser una ocurrencia tardía más que una barrera que limita el contacto de las personas que viven a su sombra.

Los juegos fueron colocados entre los listones de acero de la valla fronteriza en Sunland Park y los agentes de la Patrulla Fronteriza y los soldados mexicanos simplemente miraban los balancines, según reseñó Artnet News.

Rael, profesor de arquitectura en la Universidad de California, Berkeley, y Virginia San Fratello, profesora asociada de arquitectura en la Universidad Estatal de San José, diseñaron originalmente su “Muro Teeter-Totter” en 2009.

Desde entonces, los prototipos de los balancines se han presentado en prestigiosas instituciones como el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

No queda claro si el proyecto se volverá a instalar en Sunland Park o si se replicará en otros sectores de la frontera. Rael y San Fratello no respondieron de inmediato a las solicitudes de declaraciones.

Los arquitectos también han diseñado otras intervenciones como “Burrito Wall”, que permitiría insertar un carrito de comida en el muro fronterizo, y “Wildlife Wall”, que contempla espacios para garantizar la “libre circulación de especies en peligro entre México y los Estados Unidos”.

La zona fronteriza donde se instalaron los subibajas ha sido un punto crítico de la represión del gobierno estadounidense contra la migración no autorizada. En abril, miembros de una milicia de derecha detuvieron a varios inmigrantes en Sunland Park, y en mayo un grupo que recolecta donaciones privadas para un muro fronterizo llegó a esa zona para instalar la primera sección de cercas ubicadas en tierras privadas.

La instalación de los subibajas convirtió a la pequeña ciudad de 14.500 habitantes en el escenario de otro tipo de actividades fronterizas.

“Es una gran muestra de creatividad que aprovecha al máximo el muro construido entre nosotros”, dijo Javier Perea, alcalde de Sunland Park. “Y evidencia que las personas que viven en la frontera se llevan bastante bien a pesar del muro”.

New York Times



Por un instante, el muro entre México y EE. UU. se convirtió en un juego de 'sube y baja'

En esta foto tomada el 28 de julio de 2019, las familias estadounidenses y mexicanas juegan con un juguete llamado 'sube y baja' (columpio) sobre la frontera mexicana con Estados Unidos, en la zona de Anapra en Ciudad Juárez, estado de Chihuahua, México.


En esta foto tomada el 28 de julio de 2019, las familias estadounidenses y mexicanas juegan con un juguete llamado 'sube y baja' (columpio) sobre la frontera mexicana con Estados Unidos, en la zona de Anapra en Ciudad Juárez, estado de Chihuahua, México.Luis Torres / AFP

La valla que separa a EE. UU. de México ha ganado color, con tres balancines en plena línea fronteriza. La iniciativa de dos arquitectos no solo ha unido a niños y familias, refleja también que las acciones de un lado impactan en el otro.

Se podría decir que, por un instante, tres ‘sube y baja’ rosa fluorescente derribaron al muro que tanto separa a México de Estados Unidos. El juego de balanceo es sutil, pero su fuerza y simbolismo en plena valla, con miles de migrantes deseando cruzarla y hasta muriendo en el intento, ha ganado el corazón de niños y adultos, de lado y lado de la frontera.

Porque se necesitan dos para que el juego funcione, y esa unión entre mexicanos y estadounidenses es una de las cosas que buscaban plasmar los arquitectos, artistas y profesores Ronald Rael y Virginia San Fratello. Con esta iniciativa, han convertido las urbes de Sunland Park y Puerto de Anapra en un recreo sin fronteras, en el que se puede ver a niños disfrutar del ‘sube y baja’, en contraste con el marrón del muro y la sequedad del terreno, vigilado por militares y patrullas fronterizas de cada país.


“El muro se convirtió literalmente en un punto de apoyo para las relaciones entre niños y adultos de EE. UU. y México, que se vieron conectados de forma significativa al reconocer que las acciones que tienen lugar en un lado tienen una consecuencia directa en el otro”, ha señalado en Instagram Rael, añadiendo que esta ha sido “una de sus más increíbles experiencias (…) de convivencia en la frontera”.

Diez años imaginando una frontera con juegos

Sin duda, el muro ha tenido un grave impacto en México, país que además ha tenido que pactar con el Gobierno de Donald Trump un acuerdo migratorio exigente. Si bien, hoy todo eso es un juego de niños, que a Rael y San Fratello ha costado exactamente diez años.

En 2009, este equipo ya había soñado con este “muro ‘sube y baja’” (“Teeter Totter Wall”). Como cuentan Los Observadores de France 24, los diseños de esta instalación artística pudieron verse en 2017 en la tapa de un libro de Ronald Rael, titulado ‘El muro-frontera como arquitectura’, así como en un video de su cuenta Vimeo. De hecho, hasta los patrones originales se encuentran en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y en el museo de San Francisco.


Hechos que no han opacado una sorpresa, que no habría podido hacerse sin el colectivo social Chopeke, que de forma desinteresada construye habitáculos “dignos” a las comunidades menos favorecidas de Ciudad Juárez. Una situación que se ha visto compensada por un momento de felicidad según el cual, dice Rael, se pueden demostrar “los aspectos importantes en la vida en la frontera”.

“Es extremadamente importante, en un momento en el que las relaciones entre los habitantes de los dos lados se están rompiendo por el muro y por la política del muro”, reveló Rael a Los Observadores de France 24.

De 'sube y baja' a un niño que se asoma en el muro

No se sabe si a los arquitectos se les dio un permiso oficial para instalar los balancines. Solo se conoce que estos usan la viga horizontal que sirve para fijar los bolardos de acero, que conforman el tramo de la valla. Una acción desafiante, en tanto que las políticas migratorias de Estados Unidos cada vez son más duras, y el Tribunal Supremo ha dado luz verde a Trump para usar dinero público del Pentágono para construir parte del muro, su promesa estrella de la campaña de 2016.

Antes de Ronald Rael y Virginia San Fratello otros retaron la política estadounidense. En septiembre de 2017, el artista francés JR puso en la valla la foto monumental de un niño llamado Kikito, que vivía en el área. Su motivación fue el anuncio de Trump de construir un muro en toda la frontera mexicana.

Si bien, pese al interés del presidente, en los últimos días la web Breitbart reveló que después de dos años de mandato aún no se ha construido ni un solo kilómetros del nuevo muro. Según el Departamento de Seguridad Nacional, se debe a que es difícil tener permisos para construir más tramos, por lo que solo ha renovado unos 83 kilómetros de valla existente. Una valla que hoy es más ilusión que frontera.

Con EFE y Reuters

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