La frase del "enemigo poderoso" usada por Sebastián Piñera –no bien comenzaba el denominado estallido social– es revisada desde el análisis del discurso por los académicos Federico Navarro y Carlos Tromben, en relación con otras alocuciones del mandatario. ¿La conclusión? Las ideas básicas del Presidente no tienen mayores cambios a pesar de la coyuntura.
Las palabras crean realidad" es un mantra que todo estudiante de ciencias sociales y humanidades maneja casi desde el primer día de su formación académica y, aunque quienes trabajan (trabajamos) en lingüística matizan esa aseveración, no es menos cierto que en los discursos públicos el uso de ciertos términos, la asunción de ciertas ideas que se expresan en el lenguaje y las relaciones que se pueden establecer con otras personas a partir de las palabras van configurando no solo lo que tiene relación con los conceptos o el conocimiento, sino que también con la sociedad misma.
Es por ello que el análisis de las alocuciones de los altos dignatarios en el mundo es objeto de estudio de investigadores a lo largo del planeta. En lo que dicen, y lo que insinúan, y lo que callan, muchas veces se puede encontrar cómo se va articulando el poder, las ideas fuerzas que movilizan los haceres públicos, y también los debates en que se entreveran los países.
Enemigo poderoso
Este ha sido el caso muy en particular de las apariciones públicas de Sebastián Piñera desde que estalló la crisis social el 18-O. Con cadenas nacionales periódicas desde esa fecha, con algunos hiatos en semanas específicas, el presidente de Chile ha ido construyendo una perspectiva desde el Ejecutivo de en qué consiste la crisis y, para usar un término acuñado por George Lakoff, ha ido "enmarcando" (framing) el ángulo desde el que este poder del Estado asimila la situación.
Una de las frases o modismos que más ha llamado la atención es la idea de un "enemigo poderoso" contra el que Chile está en guerra. Esta noción, surgida de la boca del primer mandatario no bien estalló la crisis, ha sido tema para los cientistas políticos y sociales desde entonces. Sin embargo, hacía falta una aproximación desde la disciplina particular que indaga en la manera como las palabras hacen eco en la sociedad: el análisis del discurso.
Es por ello que los académicos Federico Navarro, de la Universidad de O’Higgins, y Carlos Tromben, de la Universidad Alberto Hurtado, se dieron maña para, en tiempo récord, publicar en la revista indexada chilena "Literatura y Lingüística", un estudio acabado sobre el tema: "Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable: los discursos de Sebastián Piñera y la revuelta popular en Chile".
En él, los autores analizaron el contenido de 46 discursos de Piñera antes (30 discursos) y después (16 discursos) del estallido social del 18 de octubre. Para llevar a cabo dicho análisis ocuparon herramientas de la lingüística computacional como los softwares NVivo y AntConc.
¿Qué encontraron?
Básicamente elementos de continuidad y ruptura en las 46 alocuciones separadas en el antes y el después.
De acuerdo con los investigadores, "el mes anterior al 18 de octubre Piñera pronunció treinta discursos para públicos locales e internacionales. En estos últimos enfatizó el liderazgo de Chile como nación próspera, democrática y comprometida en la lucha contra el cambio climático y con el multilateralismo como herramienta para superar los conflictos. En contraste, fustigó en varias ocasiones al gobierno de Nicolás Maduro, caracterizándolo como una 'dictadura corrupta e incompetente'".
Luego del 18-O las menciones a Venezuela y Maduro desaparecieron de las palabras del presidente, siendo reemplazadas por menciones a la violencia, y el vandalismo, así como apoyos a las Fuerzas Armadas. En este contexto aparece la mención del "enemigo poderoso", donde, según Navarro y Tromben, Piñera sigue el guion de los debates políticos y sociales del "ellos" contra el "nosotros", donde: "al culminar la primera semana del estallido, cuando las protestas sociales habían irrumpido en Chile y se había decretado el Estado de Emergencia, el mandatario reutilizó el mismo discurso en un verdadero copy-and-paste sin solución de continuidad de un solo discurso e ideología: la misma caracterización del otro ("poderoso", "implacable", "que no respeta a nada ni a nadie"), junto con las mismas
metáforas bélicas ("enemigo", "combatirlo") y el miedo (al acecho, sin descanso), en el marco de una 'guerra'".
La siguiente nube de palabras (una herramienta favorita de este tipo de análisis en el que las palabras más mencionadas en un texto se resaltan con tamaños que indican su mayor frecuencia de uso), ilustra, en el paper de Navarro y Tromben, estos hallazgos.
La nueva constitución
Sin embargo, no todo en las palabras de Piñera, circula en torno a "hacer frente a este enemigo", sino que también aparecen otros temas. Uno de ellos corresponde al proceso desarrollado sobre todo desde el Congreso de Chile para arribar a un cambio de Constitución, una de las demandas más reiteradas por las movilizaciones
Navarro y Tromben examinan con lupa cómo el presidente se ha hecho cargo de esta nueva idea que se ha ido imponiendo en la agenda del discurso público en Chile.
"En los 30 discursos previos al estallido social, Piñera la menciona solo dos veces, ambas en colocación 'la Constitución y la Ley', y para referirse a las fuerzas armadas y policiales: "las Policías y las Fuerzas Armadas tienen por mandato de la Constitución y la Ley el monopolio del uso de la fuerza en las sociedades democráticas" (15/10/19). En cambio, a partir de las revueltas, la Constitución pasa a ocupar un rol predominante: se utiliza 21 veces. Ahora bien, este uso se bifurca: en los discursos de las primeras tres semanas de protestas sociales, hasta el 7 de noviembre inclusive, la Constitución se sigue asociando a la ley y el orden público (n = 10), y en particular al aval que otorga al accionar de las fuerzas armadas y policiales: "Tenemos las fuerzas armadas y las fuerzas de orden que están cumpliendo en forma ejemplar la labor que la propia Constitución y la ley les ha encargado" (20/10/19). En cambio, en los discursos del 12 y 17 de noviembre, este uso prácticamente desaparece (solo una ocurrencia) y se asocia a la nueva carta magna acordada por las fuerzas políticas (n = 10), con la colocación frecuente “acuerdo por una nueva Constitución". Este uso de la Constitución en el discurso de Piñera brinda evidencias de que hay dos polos en la serie discursiva posterior a las revueltas sociales: el anterior y el posterior al 12 de noviembre", señalan en su paper.
Del mismo modo, los autores muestran un gráfico de colocaciones (otra herramienta habitual en este tipo de estudios) de la palabra Constitución desde el 12 al 17 de noviembre. Donde se puede apreciar la referencia a la nueva situación nacional/política.
Los profesores Navarro y Tromben concluyen que, "a diferencia de lo que sostienen muchos de sus detractores, Piñera no tiene un discurso plano: su consistencia y continuidad discursiva, junto con los cambios estratégicos y adaptaciones según la coyuntura, revelan que es consciente de su propia discursividad como creadora de realidad y articuladora de lo político"
Ricardo Martínez
Interferencia
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