Del Diario Noticias de Álava
Nunca he entendido ese refrán que habla de la asociación de viruelas a la vejez como una sucesión de males ligados estrechamente a la inexorable tendencia a cumplir años, siempre que no se nos ponga delante una caja de pino, claro está. Pienso que cada vez hay más mayores que renuncian a mirar obras atentamente desde una acera o a viajar a Benidorm sólo porque es lo que se espera que hagan. Pero todas estas disquisiciones deberían ir precedidas de una pregunta: ¿cuándo somos mayores? Si la respuesta es la edad de la jubilación, con poco más de medio siglo ya podemos apuntarnos al carro gerontológico. Al menos así se desprende del deseo de la mayoría de la sociedad española, que, según un estudio de una aseguradora, quiere jubilarse a los 57 palos y dedicarse a viajar. Lo más curioso es que frente a esta pretensión se cruza una realidad con jubiletas a las 62 primaveras cuya principal afición es pasear. Pues sí que cambian los gustos en un triste lustro... El caso es que lo de viajar siempre suena bonito, pero sin dinero no vamos a ninguna parte, por mucho Ryanair que se ponga delante. Por eso, si no queremos llegar a viejos sin un clavel, desde las entidades bancarias nos recomiendan abrir, lo antes posible, un fondo de pensiones que, encima, desgrava que es un primor. Así me lo dijo un especialista en inversiones. Tras escucharle atentamente le pregunte: ¿y cómo se consigue pagar un piso, comer todos los días y ahorrar el dinerito de marras para el fondo? Todavía estoy esperando la respuesta.
Nunca he entendido ese refrán que habla de la asociación de viruelas a la vejez como una sucesión de males ligados estrechamente a la inexorable tendencia a cumplir años, siempre que no se nos ponga delante una caja de pino, claro está. Pienso que cada vez hay más mayores que renuncian a mirar obras atentamente desde una acera o a viajar a Benidorm sólo porque es lo que se espera que hagan. Pero todas estas disquisiciones deberían ir precedidas de una pregunta: ¿cuándo somos mayores? Si la respuesta es la edad de la jubilación, con poco más de medio siglo ya podemos apuntarnos al carro gerontológico. Al menos así se desprende del deseo de la mayoría de la sociedad española, que, según un estudio de una aseguradora, quiere jubilarse a los 57 palos y dedicarse a viajar. Lo más curioso es que frente a esta pretensión se cruza una realidad con jubiletas a las 62 primaveras cuya principal afición es pasear. Pues sí que cambian los gustos en un triste lustro... El caso es que lo de viajar siempre suena bonito, pero sin dinero no vamos a ninguna parte, por mucho Ryanair que se ponga delante. Por eso, si no queremos llegar a viejos sin un clavel, desde las entidades bancarias nos recomiendan abrir, lo antes posible, un fondo de pensiones que, encima, desgrava que es un primor. Así me lo dijo un especialista en inversiones. Tras escucharle atentamente le pregunte: ¿y cómo se consigue pagar un piso, comer todos los días y ahorrar el dinerito de marras para el fondo? Todavía estoy esperando la respuesta.
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