Con 81 años, Vicente consiguió su sueño: llegar a la universidad. Después de tres años de intenso trabajo en las aulas, ayer se graduó en compañía de sus colegas de promoción y rodeado por toda su familia
Si de pequeño hubiese tenido que elegir una profesión, Vicente hubiese sido escritor. Las posibilidades económicas de la época le impidieron dejar su localidad natal, Paradilla de la Sobarriba, para ir a la universidad en la capital.
Sin embargo, su inquietud por aprender le llevó a realizar cursos de agricultura, subvencionados por el Instituto Chicarro Canseco, a los que la Cámara Sindical de Agricultura dotaba de mil peseta a los tres primeros de la clase, entre los que siempre se situaba, lo que le permitió realizar varios cursos que posteriormente le llevaría a trabajar como capataz de lúpulo durante treinta años.
El encuentro con un antiguo amigo de la mili le llevó al descubrimiento de la Universidad de la Experiencia, y ayer con 81 años se graduó como el alumno más mayor de esta institución académica, acompañado de toda su familia. A lo largo de tres años, Vicente asistía a las clases y, como alumno ejemplar, tomaba apuntes de todo lo que escuchaba en las aulas. Ahora, una vez finalizado los estudios, se prepara para cursar un postgrado en esta mismo centro porque para él:
«Aprender te hace retrasar la llega de la vejez y entender un poquito mejor a los demás». Por todo ello, Vicente es un gran ejemplo del querer es poder, el nunca es tarde si la dicha es buena y el saber no ocupa lugar.
Fuente: El Diario de León
Si de pequeño hubiese tenido que elegir una profesión, Vicente hubiese sido escritor. Las posibilidades económicas de la época le impidieron dejar su localidad natal, Paradilla de la Sobarriba, para ir a la universidad en la capital.
Sin embargo, su inquietud por aprender le llevó a realizar cursos de agricultura, subvencionados por el Instituto Chicarro Canseco, a los que la Cámara Sindical de Agricultura dotaba de mil peseta a los tres primeros de la clase, entre los que siempre se situaba, lo que le permitió realizar varios cursos que posteriormente le llevaría a trabajar como capataz de lúpulo durante treinta años.
El encuentro con un antiguo amigo de la mili le llevó al descubrimiento de la Universidad de la Experiencia, y ayer con 81 años se graduó como el alumno más mayor de esta institución académica, acompañado de toda su familia. A lo largo de tres años, Vicente asistía a las clases y, como alumno ejemplar, tomaba apuntes de todo lo que escuchaba en las aulas. Ahora, una vez finalizado los estudios, se prepara para cursar un postgrado en esta mismo centro porque para él:
«Aprender te hace retrasar la llega de la vejez y entender un poquito mejor a los demás». Por todo ello, Vicente es un gran ejemplo del querer es poder, el nunca es tarde si la dicha es buena y el saber no ocupa lugar.
Fuente: El Diario de León
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