A mediados de la década de los noventa el artista escénico y escritor Iván Ojeda parte a Nueva York para una corta pasantía en el programa New Dramatist, esta visita de un mes se transforma en una estadía permanente para este creador que encuentra en esta ciudad la posibilidad de experimentar nuevas maneras de ser, vivir y crear. La documentalista Nicole Costa, antigua amiga de Ojeda, se reencuentra con él en Estados Unidos y juntos van armando este relato sobre el buscarse y encontrarse en una ciudad ajena. En ese proceso Ojeda se encuentra con Monalisa, un alterego femenino que le permite adentrarse en el mundo de la diversidad sexual newyorkina, la prostitución y la literatura.
La propuesta narrativa del documental se construye a partir de entrevistas al protagonista, material de archivo y trabajos de animación sobre los escritos de Ojeda/Monalisa generando un interesante diálogo entre estos diversos niveles de relato. La aparición de Monalisa es al mismo tiempo una creación y un encuentro, como si esta personalidad juguetona y liberada hubiese estado anidando en el cuerpo de Ojeda esperando un contexto más amable – que el del Chile de principios de los noventa-, para darse a conocer.
En un momento en que la discusión por el derecho a reconocerse en la diversidad resulta fundamental para la construcción de una sociedad, las acciones y pensamiento de Ojeda/Monalisa nos recuerda que hace no tanto tiempo atrás, esto que hoy admiramos como gestos de riesgo y libertad eran tremendamente sancionados, y que aún tenemos mucho camino que recorrer para hacer las paces con las expresiones de nuestra diversidad interna y social que desafían los mandatos que siguen dominando el orden social.
El viaje de Monalisa permite a la audiencia conocer a un artista inquieto y valiente, que desde un ejercicio experiencial va narrando su no tan glamorosa pero, al parecer, muy entretenida vida en la Gran Manzana. Monalisa y Ojeda nos confrontan a los márgenes no sólo de la migración, la drogadicción y la prostitución, sino incluso el de ser una otredad al interior de la misma comunidad LGTB. El protagonista del documental se reconoce a sí mismo como un «two spirit», término de los indios americanos para esas personas en las que conviven lo masculino y lo femenino. Esta misma ambigüedad, este ser en proceso y constante cambio hace que “El viaje de Monalisa” vaya más allá de la curiosidad o el morbo que un personaje de estas características puede despertar y nos obligue a replantear todavía más profundamente las posibilidades y la complejidad del ser y estar en el mundo, en el cuerpo y en la palabra.
Radio Universidad de Chile
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