Astrid Barnet
La Habana. Cuba- Para muchas personas la vejez es un proceso continuo de crecimiento intelectual, emocional, psicológico y un momento en el cual se hace un resumen de lo que se ha vivido hasta el momento.
Constituye además un período en el que se debería gozar de los logros personales y contemplarse los frutos del trabajo personal, útiles para las generaciones venideras.
Sin embargo la gran mayoría de las personas desconoce que el envejecimiento es un proceso que comienza pronto en la persona, afecta a todos y requiere de una preparación, como la requieren todas las etapas de la vida.
Científicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) coinciden en que la vejez constituye la aceptación del ciclo vital, único y exclusivo de una persona y de todas aquellas que han llegado a este proceso, por lo que saber que todos envejecemos, prepararnos para hacerlo bien y sacarle mayor provecho posible a esos años, es un aspecto importante de nuestra educación.
La vejez es un proceso dinámico, gradual, natural e inevitable, caracterizada también por la multiplicidad de familiares y amigos.
Para muchos esta etapa comienza a partir de los 65 años de edad, y se caracteriza por un declive gradual del funcionamiento de todos los sistemas corporales como consecuencia del envejecimiento natural de las células del cuerpo.
Asimismo, la mayoría de los adultos mayores conservan un grado importante de sus capacidades, tanto físicas como mentales, cognitivas y psíquicas. Empero en muchos países, por lo general, la persona que envejece va perdiendo interés vital por los objetivos y actividades que le posibilitan una interacción social. Esta situación conlleva al aislamiento progresivo del anciano. Esa desvinculación obedece en gran parte a las actitudes adoptadas por el entorno.
Como parte del imaginario social y colectivo circulan una gran cantidad de ideas erróneas acerca del envejecer y la vejez --que funcionan como mitos y prejuicios--, perjudicando a la vez la adecuada inserción del adulto. Estos prejuicios incorporados en la mentalidad del adulto mayor funcionan determinando actitudes negativas.
Estas ideas y prejuicios no surgen azarosamente, sino que son producto de sociedades capitalistas asentadas en el consumismo y donde la importancia de los recursos está puesta en los jóvenes y en los adultos que pertenecen a la vida productiva. En esas sociedades prima lo joven, lo bello, lo pasional, el hedonismo puro, y todo sujeto que no se incluya en este rol de comportamiento esta apartado de la sociedad.
Así, equivocadamente, se valora todo aquello que resulta productivo, y se considera que las personas adultas mayores no aportan nada, o que representan una carga social.
Estar ausente sin integrarse al grupo social o familiar como mero sujeto pasivo que subsiste entre recuerdos y nostalgias; la falta de comunicación, de afectividad y la incomprensión, son factores determinantes y creadores de tristeza y de enfermedades en el adulto mayor.
Por la edad o el aspecto físico se les arrincona, se les jubila y abandona a su suerte, perdiendo desde el poder adquisitivo hasta la dignidad, deteriorándose su calidad de vida.
La jubilación actúa como barrera demarcatoria, incluyendo en este círculo a todos aquellos que, cumpliendo 60 o 65 años engrosan las filas de los llamados "pasivos", obligándolos a un reposo forzoso.
En el sistema de salud cubano constituye una máxima lo siguiente: cuanto más preserve una persona su salud durante la juventud –eliminando factores nocivos como el tabaquismo, el consumo de bebidas alcohólicas y de medicamentos sin prescripción facultativa--, realice ejercicios físicos y, a la vez, se libere de toda una serie de tabúes o mitos que dificulten su educación en general llegará a ser, de seguro, un adulto mayor sin inconvenientes funcionales.
La Mayor de las Antillas es hoy un país con condiciones para vivir 120 años con calidad de la existencia. Actualmente, la esperanza de vida en la Isla es de 77 años --lo que la colocan entre los 25 países de mayor expectativa en el mundo--, y su tasa de mortalidad descendió a 5,56, a la vez que especial atención se le brinda a los adultos mayores, en su mayoría integrados a Círculos de
Abuelos o realizan estudios universitarios a través de la Cátedra del Adulto Mayor, entre otras actividades.
Definitivamente, una de las más grandes obras del proceso revolucionario cubano que tiene muy en cuenta que el envejecimiento constituye un proceso biológico, no una enfermedad.
Fuente: radio Rebelde
La Habana. Cuba- Para muchas personas la vejez es un proceso continuo de crecimiento intelectual, emocional, psicológico y un momento en el cual se hace un resumen de lo que se ha vivido hasta el momento.
Constituye además un período en el que se debería gozar de los logros personales y contemplarse los frutos del trabajo personal, útiles para las generaciones venideras.
Sin embargo la gran mayoría de las personas desconoce que el envejecimiento es un proceso que comienza pronto en la persona, afecta a todos y requiere de una preparación, como la requieren todas las etapas de la vida.
Científicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) coinciden en que la vejez constituye la aceptación del ciclo vital, único y exclusivo de una persona y de todas aquellas que han llegado a este proceso, por lo que saber que todos envejecemos, prepararnos para hacerlo bien y sacarle mayor provecho posible a esos años, es un aspecto importante de nuestra educación.
La vejez es un proceso dinámico, gradual, natural e inevitable, caracterizada también por la multiplicidad de familiares y amigos.
Para muchos esta etapa comienza a partir de los 65 años de edad, y se caracteriza por un declive gradual del funcionamiento de todos los sistemas corporales como consecuencia del envejecimiento natural de las células del cuerpo.
Asimismo, la mayoría de los adultos mayores conservan un grado importante de sus capacidades, tanto físicas como mentales, cognitivas y psíquicas. Empero en muchos países, por lo general, la persona que envejece va perdiendo interés vital por los objetivos y actividades que le posibilitan una interacción social. Esta situación conlleva al aislamiento progresivo del anciano. Esa desvinculación obedece en gran parte a las actitudes adoptadas por el entorno.
Como parte del imaginario social y colectivo circulan una gran cantidad de ideas erróneas acerca del envejecer y la vejez --que funcionan como mitos y prejuicios--, perjudicando a la vez la adecuada inserción del adulto. Estos prejuicios incorporados en la mentalidad del adulto mayor funcionan determinando actitudes negativas.
Estas ideas y prejuicios no surgen azarosamente, sino que son producto de sociedades capitalistas asentadas en el consumismo y donde la importancia de los recursos está puesta en los jóvenes y en los adultos que pertenecen a la vida productiva. En esas sociedades prima lo joven, lo bello, lo pasional, el hedonismo puro, y todo sujeto que no se incluya en este rol de comportamiento esta apartado de la sociedad.
Así, equivocadamente, se valora todo aquello que resulta productivo, y se considera que las personas adultas mayores no aportan nada, o que representan una carga social.
Estar ausente sin integrarse al grupo social o familiar como mero sujeto pasivo que subsiste entre recuerdos y nostalgias; la falta de comunicación, de afectividad y la incomprensión, son factores determinantes y creadores de tristeza y de enfermedades en el adulto mayor.
Por la edad o el aspecto físico se les arrincona, se les jubila y abandona a su suerte, perdiendo desde el poder adquisitivo hasta la dignidad, deteriorándose su calidad de vida.
La jubilación actúa como barrera demarcatoria, incluyendo en este círculo a todos aquellos que, cumpliendo 60 o 65 años engrosan las filas de los llamados "pasivos", obligándolos a un reposo forzoso.
En el sistema de salud cubano constituye una máxima lo siguiente: cuanto más preserve una persona su salud durante la juventud –eliminando factores nocivos como el tabaquismo, el consumo de bebidas alcohólicas y de medicamentos sin prescripción facultativa--, realice ejercicios físicos y, a la vez, se libere de toda una serie de tabúes o mitos que dificulten su educación en general llegará a ser, de seguro, un adulto mayor sin inconvenientes funcionales.
La Mayor de las Antillas es hoy un país con condiciones para vivir 120 años con calidad de la existencia. Actualmente, la esperanza de vida en la Isla es de 77 años --lo que la colocan entre los 25 países de mayor expectativa en el mundo--, y su tasa de mortalidad descendió a 5,56, a la vez que especial atención se le brinda a los adultos mayores, en su mayoría integrados a Círculos de
Abuelos o realizan estudios universitarios a través de la Cátedra del Adulto Mayor, entre otras actividades.
Definitivamente, una de las más grandes obras del proceso revolucionario cubano que tiene muy en cuenta que el envejecimiento constituye un proceso biológico, no una enfermedad.
Fuente: radio Rebelde
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