LAS OTRAS VIOLETAS
Mi encuentro con Violeta Parra ocurrió porque en esos años, yo era director de programas de la emisora Radio Chilena CB 66. Por el solo hecho de tener ese nombre, Violeta nos visitó en la emisora sin anunciarse, acompañada de su hermana Hilda, para ofrecernos un ciclo de programas amenizado con anécdotas sobre el trabajo de recolección del folclore regional que ella estaba realizando.
Desde entonces nos hicimos grandes amigos y pronto pasé a ser colaborador de su trabajo, pues ella necesitaba poner por escrito la gran cantidad de temas recogidos en sus viajes por todo el territorio. Ella había anotado las "letras" de esas canciones y conservaba en su memoria las entonaciones, pero eran tantas, que temía que llegaran a confundírsele o a olvidarlas. Así como fue como entré en su vida y conocí todo su entorno familiar.
Era la época en que la influencia que ejercía el folclore tradicional sobre ella determinaba en sus composiciones un estilo plenamente reconocible para cualquier habitante de este país. De esa primera época datan tonadas tales como la ya mencionada "El Hijo Arrepentido", hasta culminar en "La Jardinera", la cual ha pasado a ser la tonada por excelencia de nuestro repertorio popular.
Tras ella se alzan obras antiguas y anónimas, concebidas por cantoras inspiradas, pero que trabajaron humildemente en sus ranchos de adobe, o bajo sus pequeños parrones, o en ramadas o chinganas del siglo XIX. Otras Violetas que no necesitaban esforzarse por salvar la cultura de un pueblo talentoso y hábil, porque esa cultura estaba viva en todos nuestros campos.
Entiendo que la influencia de su hermano Nicanor fue importante en la formación de su estilo y de sus preferencias estéticas a la hora de escoger en el vasto muestrario que sus informantes populares le ofrecían. En este muestrario se destacaba el canto a lo poeta, que Violeta conoció especialmente por su amistad con los cantores poetas de Puente Alto y Pirque. Y aunque era tradicionalmente un estilo solo para varones, Violeta fue la única cantora que se atrevió a desafiar al gremio de estos meitersinger (maestros cantores), al tomar el guitarrón y hacerlo sonar como lo hacían los maestros, que aprobaron su osadía. Entre ellos el inmortal Isaías Angulo, apodado el "profeta", quien le donó uno de esos instrumentos.
Este contacto de la artista con la forma de folclore poético musical más antiigua de Chile, fue una influencia muy provechosa para variar su estilo de composición. Eso determinó un período fecundo de creación melódica como es el caso de su "Verso por Desengaño" y de otras composiciones semejantes que ella hizo sobre poemas de amor de Pablo Neruda. Mientras, su trabajo de recolección continuaba y se extendía hasta Chiloé. Aunque cabe explicar que las entonaciones del canto a lo poeta que influyeron más en su creación melódica no fueron las de Puente Alto y Pirque, por ser estas de estilo declamatorio sin pie rítmico, sino las del Norte Chico, especialmente las de cantores que ella conoció en Salamanca, pues esas sí tienen pie rítmico.
Gastón Soublette
Viaje al alma del pueblo
Revista Universitaria
Pontificia Universidad Católica de Chile
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