La plaza roja de Moscú se ha llenado este sábado de libros y, tras ellos, decenas de personas con guantes y mascarillas. Han acudido a la celebración de la feria del libro, un pequeño alivio de las medidas de confinamiento en la capital rusa pese a que todavía están prohibidas las reuniones públicas en la ciudad.
La asistencia se ha limitado a 6.000 personas al día, divididas en cinco turnos de dos horas, y todos los asistentes deben solicitar antes una cita y presentar su código QR para poder entrar.
Aunque muchos de los asistentes parecían despreocupados por el distanciamiento social los trabajadores se han afanado en desinfectar los libros regularmente.
Moscú, epicentro del coronavirus en Rusia, empieza lentamente a acercarse a la normalidad.
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