En un departamento en el barrio de Retiro, próximo al puerto de Buenos Aires, un hombre se retira del mundo, espera. El abuelo está lúcido, su mente funciona a la perfección. Pero su cuerpo ya no. Pasa sus días en una cama, sujeto a una rutina meticulosamente preparada para él. Sus hijos, Kela y el perro lo cuidan, prestando atención a los pequeños, infinitos detalles que a su modo el abuelo entiende y agradece.Con una cámara de video y un micrófono, yo los acompaño a mi manera: observando, sin alterar ni intervenir en el curso natural de las cosas, y adivinando, detrás de mínimos gestos y miradas, la constancia y el amor de una testaruda familia empeñada en hacerle percibir a ese hombre que van a estar ahí hasta el final.
María Meira
María Meira
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