Unos astrónomos de la Universidad de Arizona han ayudado a identificar el cúmulo de galaxias más brillante y de más rápida formación estelar del que se tenga conocimiento hasta la fecha. Su labor se encuadra dentro de un proyecto más amplio, llevado a cabo por un equipo en el que trabajan expertos de diversas instituciones y que se dirige desde el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, Estados Unidos.
El cúmulo empequeñece a los cúmulos más conocidos, produciendo en su centro unas 740 deslumbrantes estrellas nuevas cada año.
Oficialmente conocido como SPT-CLJ2344-4243, el cúmulo Phoenix (llamado así por el nombre de la constelación en la que reside), es uno de los más masivos y más luminosos del universo.
Por muy enorme que nos parezca nuestra galaxia la Vía Láctea, no es más que una mota al lado de las estructuras más grandes del universo: los cúmulos de galaxias. Estos cúmulos pueden ser tan grandes como para albergar cientos o incluso miles de galaxias, agrupadas mediante lazos gravitacionales entre ellas. En el corazón de la mayoría de los cúmulos de galaxias, se ubican galaxias viejas y masivas, dentro de las cuales sólo nacen unas pocas estrellas nuevas cada año.
Hoy en día, se sabe de la existencia de miles de cúmulos de galaxias en el universo. Pero el cúmulo Phoenix destaca por encima de todos ellos. Mide aproximadamente 10 millones de años-luz de diámetro, o sea unas 100 veces el diámetro de la Vía Láctea, y es varios miles de veces más masivo que ella.
Desde hace más de 30 años, los astrónomos han supuesto que el gas en algunos de estos cúmulos debería enfriarse rápidamente y alimentar a la galaxia en el centro, lo que permitiría el nacimiento de nuevas estrellas, pero no lo han visto en ninguno de los varios miles de cúmulos de galaxias que han observado.
Finalmente, el equipo de Dan Marrone, del Observatorio Steward adscrito a la Universidad de Arizona, y Michael McDonald, del Instituto Kavli de Astrofísica e Investigación Espacial, del MIT, ha encontrado uno que realmente coincide con esa expectativa.
Además de su masa y luminosidad, el cúmulo Phoenix tiene otra cualidad excepcional: Mientras que los núcleos de la mayoría de los cúmulos de galaxias aparecen de color rojo, indicando ello que sus estrellas son muy viejas, la galaxia en el núcleo del cúmulo Phoenix es de color azul, una indicación indirecta de que el gas circundante se enfría a un ritmo rápido, lo que a su vez genera las condiciones ideales para una alta tasa de formación de estrellas. Las estrellas de gran masa son azules, aunque debido a tener una vida muy corta, no existen durante mucho tiempo. Las estrellas con masa más modesta son rojas, o se vuelven rojas, y existen durante mucho más tiempo. Una población estelar predominantemente azul delata por tanto una notable juventud, y el nacimiento simultáneo de muchas estrellas.
Las galaxias ubicadas en los centros de los cúmulos galácticos suelen ser rojas. Ese color delata que en ellas hay mayormente estrellas viejas. Éstas acostumbran a orbitar alrededor de un agujero negro masivo, y aparte de esto no suele haber regiones con alta actividad astrofísica, ni tampoco nacen más que unas pocas estrellas cada año. Sin embargo, la galaxia central en el cúmulo Phoenix de alguna manera se ha mantenido muy activa, y en ella nacen muchas estrellas cada año.
En la investigación también han trabajado Eiichi Egami, Timothy Rawle y Marie Rex, de la Universidad de Arizona.
NCYT
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