...En el trato con las personas modestas
el jefe no sospechará de sus intenciones,
velará por sus intereses
como por los propios,
será agradecido a sus servicios
recordando que todo el oro del mundo
vale menos que un acto humano
y que en este sentido el patrón
queda siempre deudor a sus obreros.
Los patrones con frecuencia
se quejan de sus obreros
y lamentan que tengan tan poca conciencia.
Los obreros echan de menos
el espíritu de justicia y de caridad
por parte de los patrones.
Cada clase social lamenta
esta falta de conciencia
en la clase que complementa la propia.
Mientras esa conciencia se generaliza
yo, obrero o patrón,
haré un firme propósito:
¡YO AL MENOS SERÉ HOMBRE DE CONCIENCIA!
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