NAUFRAGA EN LA COSTA DE BAHÍA POSESIÓN LA GOLETA LOBERA "ANITA", PERTENECIENTE A JOSÉ NOGUEIRA.
Entre noviembre de 1867 y septiembre de 1868 se habían puesto en vigencia varias medidas administrativas por parte del gobierno del Presidente José Joaquín Pérez en procura de la recuperación y fomento de la colonia nacional en la Patagonia. Así, se dispusieron facilidades para radicar inmigrantes laboriosos, la declaración de la libertad aduanera y la habilitación de Punta Arenas como puerto menor para el comercio marítimo. Esas y otras circunstancias de ajeno origen igualmente favorables habían contribuido y contribuían a brindar un contexto que favorecía el desarrollo de Punta Arenas, de manera ciertamente auspiciosa.
Entre los primeros que supieron aprovechar esas ventajas había estado un inmigrante portugués, José Nogueira, que se había radicado hacia 1866 y que pronto advirtió las perspectivas que ofrecía la caza de animales de piel fina, de los lobos marinos de dos pelos, que abundaban en los archipiélagos occidentales del territorio magallánico.
Fue así como el joven lusitano comenzó a desarrollar hacia 1870 una actividad independiente como empresario cinegético, armando para el caso la goleta Anita que sería la fundadora de su posterior importante flota velera. La explotación lobera era un negocio sacrificado y rudo que se realizaba en condiciones ambientales en extremo inhóspitas, sobre los parajes más expuestos a las contingencias climáticas oceánicas de los archipiélagos patagónico y fueguino, pero de un gran rendimiento económico habida cuenta de la buena cotización que tenían las pieles de lobos de dos pelos en los mercados peleteros de Europa. Esta explotación, importa señalarlo, sostenida por dos décadas a lo menos, devino por sus resultados económicos el fundamento de la gran fortuna que consiguió acumular José Nogueira y con la que pudo llevar adelante otros importantes emprendimientos mercantiles y agrarios de notable envergadura, que cimentarían su fama histórica como protopionero del progreso territorial magallánico.
Necesitado como pudo estar el empresario de marineros fogueados para una faena ruda y laboriosa por demás, y no habiéndolos siempre disponibles en el puerto del Estrecho, es seguro que debió recordar a más de algún antiguo camarada y, por tanto, escribió ofreciendo trabajo. Así se explica la cantidad de lusos que estuvieron a su servicio entre 1870 y 1893, fecha de la muerte del empresario pionero, como se comprueba con los contratos de embarque que se conservan en el archivo de su nombre, en Punta Arenas. Ello, por otra parte, fue el origen directo de la pequeña colectividad portuguesa radicada en Magallanes y que para el censo municipal de población del año 1906 alcanzó a 44 individuos.
Mateo Martínic Beros
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