Las islas Malvinas fueron ocupadas ilegalmente por el colonialismo británico desde 1833. En 1982, el gobierno de facto del general Leopoldo Fortunato Galtieri recuperó Puerto Argentino e inició una guerra sin estrategia militar, enviando a miles de jóvenes conscriptos sin preparación y mal aprovisionados a enfrentarse al imperialismo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
A los 74 días de iniciado el conflicto, el gobierno de Galtieri presentó su rendición, seiscientos cuarenta y nueve fueron los soldados caídos en combate. Muchos cuerpos fueron sepultados sin nombre en el cementerio de Darwin, con una placa que dice soldado argentino, solo conocido por Dios. Las familias y los excombatientes luchan por la identificación de los héroes de guerra.
En 2017, un equipo de catorce especialistas forenses de varios países trabajó durante ocho semanas en Malvinas para buscar coincidencias de ADN con las familias donantes, que desconocían el destino de hijos, hermanos y padres que combatieron en las islas.
Un sector del Poder Judicial argentino acompañó al reclamo por la identidad de los soldados caídos.
Fue en 2012, durante la presidencia de Cristina Fernández, que se solicitó a la Cruz Roja Internacional ser mediador ante el Reino Unido para llevar adelante este trabajo de restitución de la identidad.
Después de la identificación de los primeros ochenta y ocho soldados que combatieron en la guerra de 1982, los familiares mantienen el deseo de que permanezcan en el cementerio de Darwin de las islas Malvinas, ya que es considerado suelo argentino.
Luego de 35 años comienzan a poder cerrarse algunas heridas. Sin embargo, en la Argentina actual la historia parece repetirse, desde el 15 de noviembre de 2017 nada se sabe de los 44 tripulantes a bordo del desaparecido submarino ARA San Juan.
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