BARCELONA, España - Los programas educativos y de ocio en los que participan gente de diferentes edades ganan terreno en España.
Ante una sociedad que separa y aísla a las generaciones, la solución para llevar la vejez con mejor pie y respetar a los mayores está precisamente en mezclar a niños, jóvenes y ancianos para que colaboren juntos en un proyecto y aprendan el uno del otro.
El estudio Programas intergeneracionales hacia una sociedad para todas las edades, editado por la Obra Social La Caixa, analiza el fenómeno y pone énfasis en la necesidad de fomentar estas actividades. “Hasta ahora los programas intergeneracionales han funcionado de forma incipiente y autónoma, pero en los próximos años serán la base del trabajo social con ancianos, el futuro de las políticas de envejecimiento”, explicó en la presentación del informe Mariano Sánchez, director del trabajo y coordinador técnico de la red intergeneracional del Imserso.
El Gobierno está elaborando un mapa de los programas en marcha para coordinarlos y crear otros nuevos, según las necesidades de cada colectivo.
Por ahora se han contabilizado 180, de los que se ha analizado la situación de 133 en el informe.
Solo 15 de las actividades estudiadas se iniciaron entre 1992 y 1999; 47 lo hicieron entre 2000 y 2005 y 32 el año pasado.
El auge de estos programas da respuesta a la “fragmentación entre generaciones y el debilitamiento de las redes sociales”, afirmó Alan Hatton-Yeo, director del Centro para la Práctica Intergeneracional del Reino Unido y coautor del trabajo.
Las nuevas formas de familia han apartado a los ancianos de los jóvenes, remarcó Hatton-Yeo, “es hora de recuperar este contacto”, añadió. En este sentido, los autores destacaron que apenas el 3% de los que viven en residencias para ancianos tienen contacto regular con jóvenes.
El trabajo explica situaciones paradójicas. Por un lado, aumenta el número de población mayor de 65 años, pero también el desprecio a la vejez.
El trabajo explica situaciones paradójicas. Por un lado, aumenta el número de población mayor de 65 años, pero también el desprecio a la vejez.
“Es curioso ver cómo al principio de ciertas actividades hay niños que no quieren tocar a los ancianos, porque las arrugas les producen rechazo”, decía Sánchez.
Algunas iniciativas ya están dando buenos resultados, como en Andalucía, donde personas mayores ayudan a los niños inmigrantes con el idioma, o en Barcelona, donde se desarrollan sesiones para que ancianos y niños aprendan las bases del comercio justo.
Otros países en los que el fenómeno despega son: Alemania y el Reino Unido, con Estados Unidos a la cabeza. El siguiente paso que se dará en España es la creación de centros específicos para la integración de grupos de edad.
Otros países en los que el fenómeno despega son: Alemania y el Reino Unido, con Estados Unidos a la cabeza. El siguiente paso que se dará en España es la creación de centros específicos para la integración de grupos de edad.
Las ventajas
* Para los ancianos:
Cambios de humor y un aumento de la vitalidad son los principales efectos que han observado los expertos entre las personas mayores que participan en programas intergeneracionales. Además, mejora su capacidad para hacer frente a la enfermedad física y mental, su autoestima y motivación y salen del aislamiento al que a menudo están sometidos. Lo que más valoran los participantes es poder compartir experiencias y que aprecien sus logros.
* Para los niños:
Pesa más la parte cívica. Los niños y jóvenes aprenden a respetar y valorar las actividades de los mayores, se acostumbran a la heterogeneidad de las personas y aumenta el sentido de responsabilidad social.
En los casos de chicos con problemas, disminuye la implicación en peleas o el consumo de drogas legales e ilegales. Otro factor que señalan los investigadores se centra en la actividad académica. La mejora de los resultados escolares es notable.
Fuente: Prensa.com
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