Cuando lo cantamos, tan bonito, tan tranquilo, tan pausado… este villancico parece que pide velas y abrazos. Cantarlo en voz bajita, para no despertar al niño que duerme. Y habla de los deseos profundos de la humanidad: paz, amor, luz, gloria…
Bueno, pues al cantarlo hay que desearlo de verdad. Porque es verdad que en todo el mundo la noche de paz se siente como algo común, al menos como deseo.
Pero hay muchos lugares donde tras la noche de paz sigue la guerra de mañana, y el hambre de hoy, y el miedo de siempre… y claro, así se canta con el corazón encogido en un puño. El niño duerme, pero para coger fuerzas para el camino, y los que hoy le admiramos en su primera inocencia tenemos que comprometernos a construir la vida de paz, vida de amor, que una noche es muy poco.
Por eso, estas fiestas, cuando cantes “noche de paz”, que sea a la vez una promesa, un compromiso, un pacto con este niño, para seguirle cuando crezca. Que sea tu promesa de construir la paz, de vivir el amor del evangelio, ese que se hace muy pequeño para atender al más pequeño… FELIZ NAVIDAD.
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