Más allá de la obvia influencia que sí tiene la luminosidad de la luna llena para quienes duermen con las ventanas abiertas en un entorno natural no perturbado por luces artificiales, no parece que las fases lunares, de por sí, hayan de influir en lo más mínimo en nuestras pautas de sueño. Pero no podemos olvidar que, al igual que el ciclo circadiano marcado por el Sol influye en numerosas cuestiones biológicas, el ciclo lunar, aunque mucho más modesto, gobierna algunos aspectos en diversas formas de vida, y a nuestros ancestros que no gozaban de luz artificial les influyó evolutivamente mucho más que a nosotros. ¿Podría ser que la Luna, y en concreto la fase de luna llena, todavía mueva sutilmente algunos hilos de nuestras pautas cotidianas de sueño?
Según el folklore, la luna llena sí afecta al sueño humano.
Una investigación suiza llevada a cabo el pasado año (http://noticiasdelaciencia.com/not/7944/) mostró que la luna llena sí afecta al sueño. Los hallazgos demostraron que los sujetos, en promedio, durmieron 20 minutos menos, necesitaron 5 minutos más para caer dormidos y experimentaron 30 minutos más de sueño de movimientos oculares rápidos (sueño REM por sus siglas en inglés), durante los cuales se cree que se produce la mayor parte del proceso de soñar.
Numerosos estudios a lo largo de los años han intentado probar o refutar de forma inequívoca la hipótesis de que las fases lunares afectan al sueño humano. Pero los resultados han sido difíciles de repetir. Un grupo de investigadores del Instituto Max Planck en Alemania y otras instituciones analizaron datos de más de 1.000 personas y 26.000 noches de sueño, sin que se encontrase ninguna correlación.
El misterio prosigue, porque ahora unos científicos de la Academia Sahlgrenska, dependiente de la Universidad de Gotemburgo en Suecia, han revisado datos y han comprobado que los sujetos de estudio en unos experimentos previos durmieron 20 minutos menos cuando había luna llena, lo que avala los resultados obtenidos el año pasado por el equipo suizo. Los nuevos experimentos se hicieron en salas de laboratorio que carecen de ventanas, de modo que un incremento del nivel de luz ambiental exterior no puede explicar los efectos observados.
El equipo de Michael Smith, de la Academia Sahlgrenska, analizó los datos obtenidos en una investigación previa hecha por él y sus colegas sobre el sueño, y los ha comparado con el ciclo lunar, constatando así que dicha correlación sí puede darse. Las coincidencias clave son que los sujetos dormían un promedio de 20 minutos menos y tenían más problemas para dormirse, durante la fase de luna llena. Sin embargo, en el nuevo estudio, el mayor impacto sobre el sueño REM pareció darse durante la luna nueva.
El estudio retrospectivo hecho por el equipo de Smith sugiere que el cerebro es más susceptible a perturbaciones externas cuando hay la luna llena.
El objetivo del estudio original del equipo de Smith era examinar el modo en que el ruido perturba al sueño. El reanálisis de los datos mostró que la sensibilidad, medida como el nivel de reacción de la corteza cerebral ante los estímulos externos, es máxima durante la luna llena.
Conviene tener en cuenta que tanto la edad como las diferencias de sexo podrían ser una fuente de errores, al generar diferencias en el patrón de sueño que puedan atribuirse indebidamente a la luna llena, por no hablar de factores más sutiles como la condición física de la persona y su exposición a la luz durante el día. De hecho, las supuestas dificultades para dormir con luna llena parecen afectar mucho menos a las mujeres que a los hombres. Es necesario, en definitiva, investigar más.
NCYT
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