Atahualpa Yupanqui - Los ejes de mi carreta
Atahualpa Yupanqui - Duerme negrito
Muere a los 83 años el cantante argentino Atahualpa Yupanqui
El músico se encontraba en la ciudad francesa de Nimes
para recibir un homenaje
Buenos Aires
El cantante y compositor argentino Atahualpa Yupanqui, de 83 años,
murió en la madrugada de ayer en la habitación de un hotel de Nimes,
al sur de Francia, ciudad a la que había viajado para recibir un
homenaje. El cantante se sintió "muy cansado" el viernes por la tarde
y declinó acudir al acto en su honor organizado por el festival español
Cartelera 92. Prefirió retirarse a su habitación, donde murió. En 60
años de trabajo continuo, incesante, Atahualpa -nombre aborigen
que el adolescente Héctor Roberto Chavero adoptó a los 13 años,
cuando ya tenía clara conciencia de su misión y destino- compuso más
de 1.200 canciones criollas.
El cantante y compositor argentino Atahualpa Yupanqui, de 83 años,
murió en la madrugada de ayer en la habitación de un hotel de Nimes,
al sur de Francia, ciudad a la que había viajado para recibir un
homenaje. El cantante se sintió "muy cansado" el viernes por la tarde
y declinó acudir al acto en su honor organizado por el festival español
Cartelera 92. Prefirió retirarse a su habitación, donde murió. En 60
años de trabajo continuo, incesante, Atahualpa -nombre aborigen
que el adolescente Héctor Roberto Chavero adoptó a los 13 años,
cuando ya tenía clara conciencia de su misión y destino- compuso más
de 1.200 canciones criollas.
Con ellas volvió a fundir la identidad de un pueblo allí donde sólo
quedaban los restos fósiles de la invasión y conquista. Por eso, la
muerte del cantante ha sido considerada en Argentina una pérdida
irreparable. Es improbable ya que pueda surgir un artista semejante.
Tenía ya toda la música dentro de sus oídos cuando un maestro
comenzó a explicarle cómo se llamaban los sonidos de las bellas
zambas, milongas, malambos y chacareras que tocaba en la guitarra.
Nació en la provincia de Buenos Aires, en el pueblo de Pergamino,
pero siempre se le creyó tucumano, de la provincia de Tucumán, al
norte del país, porque pasó allí gran parte de su infancia. Jugó
al fútbol, practicó el boxeo, la esgrima, puso el cuerpo en la
defensa apasionada de toda causa que creyó justa. Fue un notorio
militante del Partido Comunista argentino en los años en que el
carné de afiliado era un pasaporte seguro a la tortura, la
persecución y la muerte, de la que Yupanqui se libró a costa del exilio.
De esa época, hacia la mitad de su carrera profesional, son las
míticas Coplas del payador perseguido.
quedaban los restos fósiles de la invasión y conquista. Por eso, la
muerte del cantante ha sido considerada en Argentina una pérdida
irreparable. Es improbable ya que pueda surgir un artista semejante.
Tenía ya toda la música dentro de sus oídos cuando un maestro
comenzó a explicarle cómo se llamaban los sonidos de las bellas
zambas, milongas, malambos y chacareras que tocaba en la guitarra.
Nació en la provincia de Buenos Aires, en el pueblo de Pergamino,
pero siempre se le creyó tucumano, de la provincia de Tucumán, al
norte del país, porque pasó allí gran parte de su infancia. Jugó
al fútbol, practicó el boxeo, la esgrima, puso el cuerpo en la
defensa apasionada de toda causa que creyó justa. Fue un notorio
militante del Partido Comunista argentino en los años en que el
carné de afiliado era un pasaporte seguro a la tortura, la
persecución y la muerte, de la que Yupanqui se libró a costa del exilio.
De esa época, hacia la mitad de su carrera profesional, son las
míticas Coplas del payador perseguido.
Vivió tanto y tan intensamente desde 1909 hasta la madrugada de
ayer, que tuvo tiempo de ser aborigen, criollo, argentino y francés.
Al final tenía casa en París y en Cerro Colorado, provincia de Córdoba,
sitio al que le compuso una de sus más conocidas canciones. Era, como
se dijo después, "pura tierra que anda".
ayer, que tuvo tiempo de ser aborigen, criollo, argentino y francés.
Al final tenía casa en París y en Cerro Colorado, provincia de Córdoba,
sitio al que le compuso una de sus más conocidas canciones. Era, como
se dijo después, "pura tierra que anda".
Llevaba los muertos de cinco siglos en la cara. Componía aires sureños,
de la provincia de Buenos Aires, en un pequeño apartamento de París.
Era también, Piedra y camino: "Por más que la dicha busco /
vivo penando / y cuando debo quedarme viday / me voy andando
/ a veces soy como el río / llego cantando / y sin que nadie lo sepa
/ vida y / me voy llorando".
de la provincia de Buenos Aires, en un pequeño apartamento de París.
Era también, Piedra y camino: "Por más que la dicha busco /
vivo penando / y cuando debo quedarme viday / me voy andando
/ a veces soy como el río / llego cantando / y sin que nadie lo sepa
/ vida y / me voy llorando".
En 1946 escribió una novelita, Cerro bayo. "No soy un escritor", aclaraba
en el prólogo. La trama sólo era un pretexto para describir el fresco de
la vida en la sierra. Habló allí de las leyendas que recorren los pueblos
andinos "y que guardan la clave del misterio cósmico,
estableciendo vinculaciones entre sol y tierra, entre hombre, pájaro,
vicuña y árbol. "Dicen -decía Atahualpa como si nada le perteneciera-,
que cuando estos elementos vuelvan a entenderse como antes, a
penetrar su lenguaje, a igualar sus destinos y su sentido de
eternidad, entonces la felicidad se extenderá por el mundo".
en el prólogo. La trama sólo era un pretexto para describir el fresco de
la vida en la sierra. Habló allí de las leyendas que recorren los pueblos
andinos "y que guardan la clave del misterio cósmico,
estableciendo vinculaciones entre sol y tierra, entre hombre, pájaro,
vicuña y árbol. "Dicen -decía Atahualpa como si nada le perteneciera-,
que cuando estos elementos vuelvan a entenderse como antes, a
penetrar su lenguaje, a igualar sus destinos y su sentido de
eternidad, entonces la felicidad se extenderá por el mundo".
Años más tarde publicó canciones y poemas. "No soy poeta", aclaraba,
"yo escribo y canto las cosas que me dicta el silencio". A su juicio
había dos clases de obras que le estremecían, las del hombre cuando
roza el arte y las de la naturaleza: "Me conmueven las
grandes manifestaciones de la cultura, pero no más que los desiertos
que pisé en América, África o Asia. Ese silencio me estremece, ese
silencio que nunca pude agregar a la música que toco".
"yo escribo y canto las cosas que me dicta el silencio". A su juicio
había dos clases de obras que le estremecían, las del hombre cuando
roza el arte y las de la naturaleza: "Me conmueven las
grandes manifestaciones de la cultura, pero no más que los desiertos
que pisé en América, África o Asia. Ese silencio me estremece, ese
silencio que nunca pude agregar a la música que toco".
No era escritor, pero sí buen lector de Borges, de Cortázar, de Neruda
y de Herman Hesse. Cantó, "sin saber cantar", con Edith Piaf en el
París de posguerra. Escribió, "sin ser poeta", temas como Luna tucumana,
Los ejes de mi carreta, La pobrecita, La milonga del solitario, La milonga
del peón de campo o El arriero, que ayer fueron difundidos por todas
las emisoras de radio de Latinoamérica. No era escritor, ni poeta, ni
cantor, ni músico. Piedra y camino. "Pura tierra que anda"
y de Herman Hesse. Cantó, "sin saber cantar", con Edith Piaf en el
París de posguerra. Escribió, "sin ser poeta", temas como Luna tucumana,
Los ejes de mi carreta, La pobrecita, La milonga del solitario, La milonga
del peón de campo o El arriero, que ayer fueron difundidos por todas
las emisoras de radio de Latinoamérica. No era escritor, ni poeta, ni
cantor, ni músico. Piedra y camino. "Pura tierra que anda"
El País* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 24
de mayo de 1992
de mayo de 1992
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