Hace 70 años los hermanos Scholl fueron detenidos y ejecutados. Los estudiantes provocaron la ira de los nazis repartiendo panfletos en contra del régimen. Hoy en día son considerados un ejemplo de valentía.
Cerca de la medianoche del 15 de febrero de 1943, tres jóvenes se dirigían al centro de Múnich. Sus nombres eran Hans Scholl, Alexander Schmorell y Willi Grad. Los tres pertenecían al grupo la “Rosa Blanca”, movimiento opositor a la dictadura de Hitler. Ese día, cargaban consigo cerca de mil volantes, que explícitamente denunciaba los crímenes del régimen nazi. Inicialmente, los panfletos eran depositados en buzones de correo, pero Scholl y Schmorell tenían un plan mucho más osado: al amparo de la noche, pintaron en la fachada de la sede de gobierno de Baviera con aerosol negro: “Abajo Hitler”. En otra pared, escribieron aún más claramente: “Hitler asesino”. Mientras tanto, Sophie Scholl, hermana menor de Hans Scholl, esperaba en la casa el regreso de los tres jóvenes.
El camino a la resistencia
Hans y Sophie Scholl vivían con su familia en la tranquila ciudad de Ulm cuando los nacionalsocialistas tomaron el poder en 1933. Ambos eran estudiantes de colegio: Hans nació en 1919 y Sophie en 1921. Su padre, Robert Scholl, se ganaba la vida como contador. Scholl, de ideología liberal, no simpatizaba con los nazis en el poder. Él y su esposa, Magdalena, siempre buscaron la manera de inculcarles a sus hijos el pensamiento cristiano y enseñarles el valor de la tolerancia.
A pesar de ello, los jóvenes Scholl terminaron involucrados con el Nacionalsocialismo. Hans Scholl hizo una rápida carrera dentro de las Juventudes Hitlerianas. Con sólo 16 años ya comandaba a 160 jóvenes de la organización. También su hermana Sophie sentía gran simpatía por el partido nazi. Sophie Scholl se adhirió a la “Liga de chicas alemanas”, la rama femenina de los jóvenes hitlerianos.
Igual que su hermano, Sophie alcanzó rápidamente una posición de liderazgo dentro de la organización, y según las memorias de un testigo de la época la joven estaba “muy fascinada, y era muy fanática del Nacionalsocialismo.”
Pero para 1942 ese fanatismo se desvaneció. Los hermanos se dieron cuenta de que la filosofía del nacional socialismo no concordaba con sus valores cristianos. Dentro de Hans Scholl crecía y maduraba la convicción de que debía hacer algo en contra del régimen criminal de Hitler. En 1942, Hans Scholl fue convocado a la lucha en el frente oriental y vivió en carne propia los horrores de la guerra, la persecución y exilio de los judíos; todos hechos que lo marcaron profundamente.
“Que viva la libertad”
En la Universidad de Múnich, en 1942, nació el pequeño grupo "Rosa Blanca” fundado por Hans Scholl junto con los estudiantes de medicina Christoph Propst, Alexander Schmorell, Willi Graf, y el profesor de filosofía Kurt Huber. Posteriormente, se unió Sophie Scholl cuando se trasladó a Munich a estudiar biología y filosofía. El grupo combatía las ideas del partido Nacionalsocialista enviando panfletos por correo, o dejándolos en cabinas telefónicas o parqueaderos. A los amigos y conocidos también les repartían volantes, tanto en Múnich como en Ulm, con mensajes como: “cada palabra que sale de la boca de Hitler es mentira”.
Pero el sexto volante de la “Rosa Blanca” sería el último. El 18 de febrero de 1943, Sophie y su hermano lanzaron desde lo alto una pila de panfletos al patio interior de la universidad. En ese momento, ambos hermanos fueron descubiertos y arrestados. El interrogatorio de los hermanos Scholl estuvo a cargo de los oficiales de la policía secreta. Incluso en este momento, los hermanos demostraron tener un coraje enorme: ambos intentaron asumir toda la culpa de lo sucedido. Sophie Scholl se atrevió a decirle al oficial en su cara “que no quería tener nada que ver con el nacionalsocialismo”. La condena fue fulminante: el 22 de febrero de 1943, la corte dictó sentencia de muerte contra Hans Scholl, Sophie Scholl y Christoph Propst. El mismo día fueron ejecutados. Las últimas palabras de Hans Scholl fueron: “que viva la libertad”.
Ejemplo moral
Franz J. Müller, sobreviviente del grupo la "Rosa Blanca".
“Ellos nos permiten creer que no todos los alemanes de ese entonces permanecían callados y que no todos eran seguidores cobardes de Hitler”. Así resume el presidente alemán, Joachim Gauck, el significado de los hermanos Scholl y de los miembros del grupo la “Rosa Blanca”. Su cuarto panfleto decía: “No nos quedamos callados, nosotros somos su mala conciencia, la Rosa Blanca no los dejará tranquilos”. Estas palabras perduran hasta hoy: los hermanos Scholl y sus amigos tuvieron el valor de defender sus convicciones y oponer resistencia. Muy pocos tuvieron tanto coraje en ese entonces.
Precisamente la gran valentía de los hermanos Scholl es hoy apreciada. El Premio de los Hermanos Scholl es uno de los galardones de literatura más importantes del país. Para los niños y estudiantes la historia de la “Rosa Blanca” es siempre fascinante. Eso es lo que experimenta Franz J. Müller, no de los últimos sobrevivientes del grupo, cada vez que se encuentra con jóvenes: “hay una profunda admiración por los que nosotros hicimos, aunque Sophie y Hans nunca quisieron convertirse en héroes. La amistad y la libertad fueron para ellos los valores más importantes.”
La fundación “Rosa Blanca” de Múnich, creada por Franz J. Müller y otros miembros del grupo de resistencia, se propone mantener viva la memoria de los hermanos Scholl. En particular los jóvenes, piensa J. Müller, deben “informarse en lo posible de distintas fuentes y discutir con los amigos. No dejarse influenciar por la propaganda y mostrar valor cuando la libertad esté en riesgo”. Y así imitar un poco la valentía que los hermanos Scholl y sus amigos tuvieron.
Autor: Marc von Lüpke/JR
Editora: Emilia Rojas
DW
Comments