No hay vacaciones, ni siquiera fines de semana, pero ser pastor se ha convertido en una opción de vida para los hombres y mujeres que asisten a los cursos de la Escuela de Pastores de Andalucía, una iniciativa que pretende mantener viva una tradición que busca su futuro.
"Mis amigos me dicen que estoy loca y también que serán los primeros en tener una amiga pastora", dice Andrea Vizcaíno, una joven de 26 años procedente de Valencia que, tras terminar sus estudios de Graduado Social, se ha apuntado a esta escuela con la idea de crear una cooperativa y poder ganarse la vida en el campo.
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