Sucedió en verano en las playas de Reñaca, allá en Viña del Mar. Una muchacha de anatomía monumental, se ahogaba y daba manotazos angustiada por sobrevivir. Desde la orilla un vejete de 80 años se lanza agua y tras grandes e impetuosas brazadas logra retener a la joven por la espalda. Luego –y con una sola mano- la lleva de regreso a la orilla y comienza a darle respiración artificial boca a boca.
La chica vuelve en sí tras un par de minutos. La gente comienza a aplaudir y a vitorear al anciano que había logrado tal hazaña. La chica algo repuesta, se acomoda su taquillero bikini, mira al viejo y le dice:-Abuelito...lo que usted ha hecho por mí es demasiado. La verdad es que no tengo con qué pagarle.
El vejete miró los senos de la sensual joven, y con mirada libidinosa le retrucó:-M’hijita...usted tiene mucho con qué pagarme. Soy yo el que no tengo con qué cobrarle.
Este simple cuento lo traigo a colación cada vez que puedo. Se ha hecho mucho escarnio en torno a la tercera edad, como si ella fuese una peste o una fase de la cual hubiese que eximirse. Esta vez quiero reivindicar a los viejos. Tal vez porque me acerco a pasos agigantados hacia esa edad tan enaltecedora y hasta respetada...por los que aún no han ingresado a ella.
Una ventaja de llegar a ser viejos es que gozamos más plenamente nuestros logros y no hay que pavonearse ante los amigos por nuestras hazañas sexuales o de pesca y caza. Un cantante de mis años de lolo -Cat Stevens- lo expresó melódicamente de un modo certero: I’m glad I’m not young anymore (me alegro de haber dejado de ser joven) Hay algo de cierto en ello. ¿Saben por qué? Porque la juventud es demasiado frágil, se deja intimidar fácilmente y tiene una gran inseguridad en sí misma.
¿Se pueden gozar a fondo las experiencias cuando las convicciones son pálidas, la certezas febles y las inseguridades nos inhiben?
Claro que no. Son las ventajas de llegar a viejo. Como si fuera poco, llegar a la tercera edad cuenta con un plus adicional: no tenemos que rendir cuentas a nuestros mayores...ya que ellos generalmente están todos muertos. En esta edad hasta nuestro cuerpo está más seguro, pues criar gallinas, jugar al cacho, al dominó o ver televisión no ponen en riesgo nuestra anatomía.
¿Qué la vejez trae consigo las enfermedades? Puede ser, pero las enfermedades equivalen a las manías de adolescente. Ahora, si usted es un viejo tierno, puede sacarle ventajas a esa especial forma de ser. Conozco más de un anciano que terminó pololeando con la enfermera encargada de cuidarlo. Y por último, el Alzheimer –como decía mi abuelo- no es tan malo, ya que le permite a uno conocer gente nueva todos los días.
Fuente: El diario de Aysén
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