Hoffman durante una conferencia en 2006. (Foto: REUTERS Siggi Bucher)
"En un estado de ensueño, con los ojos cerrados (porque la luz del día me resultaba muy molesta), percibí una corriente continua de imágenes fantásticas, formas extraordinarias con colores intensos propios de un caleidoscopio. Después de dos horas, la sensación desapareció". Así explicó este investigador su primer 'viaje' con el LSD en una conferencia concedida en Suiza en 2006, con motivo de su 100 cumpleaños.
Hoffman defendía la utilidad de esta droga alucinógena en el análisis del funcionamiento de la mente o psicoanálisis. Y apostaba porque algún día se pudiese emplear para tratar enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia.
Tras bautizar su descubrimiento como 'hijo problemático' en uno de sus libros, siguió defendiendo su utilidad aún cuando fue ilegalizado en la década de los 60.
En su opinión, la sustancia fue demonizada injustamente por culpa del uso lúdico y peligroso que se implantó en esos años, protagonizado, entre otros, por el movimiento hippie de esa época. No es casualidad que los Beatles le dedicaran una canción en 1967: 'Lucy in the Sky with Diamonds'.
Este experto suizo, tal y como explica 'Los Angeles Times', "también identificó y sintetizó los ingredientes activos de una planta psicoactiva mexicana llamada ololiuqui".
Además, "desarrolló tres componentes no psicoativos cuyo uso se extendió entre la comunidad médica". Se trata de Metergina, para el sangrado tras el parto; Hydergina, que mejora la circulación sanguínea; y Dihydergot, que estabiliza la circulación y la tensión sanguínea.
Tras la muerte de este científico, queda por ver si el LSD se acabará aplicando para adentrarse en la mente de los pacientes, siempre con fines terapéuticos, tal y como ahora defienden algunos investigadores suizos.
"Opino que en la evolución humana nunca ha sido tan necesario contar con una sustancia como el LSD. Simplemente es una herramienta que nos convierte en lo que se supone que debemos ser", comentó Hoffman en una ocasión.
El mundo.es
MADRID ZÚRICH.- Inquietud y mareo, todo ello enmarcado por un aura de somnolencia. Así describió Albert Hoffman su primera experiencia con el LSD -diatilamida de ácido lisérgico-, una sustancia con la que se topó en el laboratorio por casualidad. Más de seis décadas después del descubrimiento, este científico ha fallecido de un infarto en su casa de Basilea. Tenía 102 años.
Nacido el 11 de enero de 1906, Hoffman notó los efectos de la droga alucinógena cuando, durante un experimento en el que buscaba componentes con utilidad médica, le cayó una gota en su mano. Años después, su hallazgo impulsaría una generación entera, la de la psicodelia.
"En un estado de ensueño, con los ojos cerrados (porque la luz del día me resultaba muy molesta), percibí una corriente continua de imágenes fantásticas, formas extraordinarias con colores intensos propios de un caleidoscopio. Después de dos horas, la sensación desapareció". Así explicó este investigador su primer 'viaje' con el LSD en una conferencia concedida en Suiza en 2006, con motivo de su 100 cumpleaños.
Hoffman defendía la utilidad de esta droga alucinógena en el análisis del funcionamiento de la mente o psicoanálisis. Y apostaba porque algún día se pudiese emplear para tratar enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia.
Tras bautizar su descubrimiento como 'hijo problemático' en uno de sus libros, siguió defendiendo su utilidad aún cuando fue ilegalizado en la década de los 60.
En su opinión, la sustancia fue demonizada injustamente por culpa del uso lúdico y peligroso que se implantó en esos años, protagonizado, entre otros, por el movimiento hippie de esa época. No es casualidad que los Beatles le dedicaran una canción en 1967: 'Lucy in the Sky with Diamonds'.
Este experto suizo, tal y como explica 'Los Angeles Times', "también identificó y sintetizó los ingredientes activos de una planta psicoactiva mexicana llamada ololiuqui".
Además, "desarrolló tres componentes no psicoativos cuyo uso se extendió entre la comunidad médica". Se trata de Metergina, para el sangrado tras el parto; Hydergina, que mejora la circulación sanguínea; y Dihydergot, que estabiliza la circulación y la tensión sanguínea.
Tras la muerte de este científico, queda por ver si el LSD se acabará aplicando para adentrarse en la mente de los pacientes, siempre con fines terapéuticos, tal y como ahora defienden algunos investigadores suizos.
"Opino que en la evolución humana nunca ha sido tan necesario contar con una sustancia como el LSD. Simplemente es una herramienta que nos convierte en lo que se supone que debemos ser", comentó Hoffman en una ocasión.
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