Esta es una noticia para destacarla ya que no todo el mundo llega a los 100 años, pero también tiene un cierto aire de nostalgia, por la tierra magallánica y por los choripanes (quien no ha comido un choripan en el kiosko Roca)
No muchos pueden hablar de haber vivido un siglo y con el agitado sistema de vida actual, es cada vez menos frecuente ver que alguien llegue a los cien años. Marcos Harambour Davet, propietario del conocido kiosco Roca, es uno de los pocos privilegiados y lo celebró recibiendo la visita de amigos y antiguos clientes que han acompañado gran parte de su vida disfrutando los tradicionales “choripanes” y leche con plátano que caracterizan al local. Vistiendo un delantal con la foto del festejado y la leyenda “Mis primeros 100 años”, hijos, nietos y bisnietos fueron los encargados de atender a los invitados; mientras Marcos Harambour lucía en su delantal la foto de toda su familia. Sin duda, toda una producción.
“Para mí es una felicidad muy grande ver a todos los amigos y los clientes que me acompañan este día. Hasta Dios quiso que el día se portara bien para que venga esta gente a saludarme. No sé cómo lo voy a agradecer porque estoy feliz, feliz”, fueron las emocionadas palabras de Harambour Davet quien además confesó que nunca imaginó que llegaría a cumplir cien años.
Agregó que su secreto para llegar al centenario y además en buen estado de salud, pasa por cuidar la salud, no tomar ni fumar, además de “ser tranquilo y no enojarse con nadie, ser feliz con toda la gente y ser enemigo de nadie. Para mí son todos amigos”, aseguró.
Se mostró muy contento de reencontrarse con mucha gente de la que atendía cuando estaba a cargo del kiosco que hoy administra una de sus hijas, Silvia.
EMOCIONADOS RECUERDOS
Es el caso del matrimonio conformado por Angela Segovia y Osvaldo Davis quienes llevan 34 años casados y recuerdan que “pololeaban en el local”. Angela pasaba al kiosco cuando iba al liceo y después lo hacía acompañada de Osvaldo. Hoy tienen 3 hijos y una nieta de 13 años que también han degustado la leche con plátano y los “choripanes” del Roca.
La señora Olga Olivares fue otra antigua clienta que ayer llegó a saludar a don Marcos. Recuerda que su familia tenía una tienda al lado del kiosco. “Mis niños, mi marido y yo siempre hemos venido por estos famosos sanguchitos del kiosco Roca”, afirma Olga mientras se emociona recordando a uno de sus nietos, Marcelo Díaz fallecido el año pasado en el Cerro Chacabuco, en la provincia de Ultima Esperanza, y que en innumerables ocasiones también pasó por el local. “Yo me acuerdo cuando este kiosco estaba al lado de la iglesia y de la noche a la mañana apareció acá; así es que yo también soy parte de la historia”, dice.
“Aquí conocí a mi primer pololo. Ahí están mis asientos marcados”, recuerda Flora Icevich, agregando que era una gran alegría llegar a saludar a don Marcos. “Me comí el mismo sanguchito de tantos años en sus cien años”, aseguró. Luego comentó, además, que su marido es americano y también se ha acostumbrado a los “choripanes” del tradicional establecimiento de calle Roca
Fuente: La Prensa Austral
Desde la distancia un gran saludo
No muchos pueden hablar de haber vivido un siglo y con el agitado sistema de vida actual, es cada vez menos frecuente ver que alguien llegue a los cien años. Marcos Harambour Davet, propietario del conocido kiosco Roca, es uno de los pocos privilegiados y lo celebró recibiendo la visita de amigos y antiguos clientes que han acompañado gran parte de su vida disfrutando los tradicionales “choripanes” y leche con plátano que caracterizan al local. Vistiendo un delantal con la foto del festejado y la leyenda “Mis primeros 100 años”, hijos, nietos y bisnietos fueron los encargados de atender a los invitados; mientras Marcos Harambour lucía en su delantal la foto de toda su familia. Sin duda, toda una producción.
“Para mí es una felicidad muy grande ver a todos los amigos y los clientes que me acompañan este día. Hasta Dios quiso que el día se portara bien para que venga esta gente a saludarme. No sé cómo lo voy a agradecer porque estoy feliz, feliz”, fueron las emocionadas palabras de Harambour Davet quien además confesó que nunca imaginó que llegaría a cumplir cien años.
Agregó que su secreto para llegar al centenario y además en buen estado de salud, pasa por cuidar la salud, no tomar ni fumar, además de “ser tranquilo y no enojarse con nadie, ser feliz con toda la gente y ser enemigo de nadie. Para mí son todos amigos”, aseguró.
Se mostró muy contento de reencontrarse con mucha gente de la que atendía cuando estaba a cargo del kiosco que hoy administra una de sus hijas, Silvia.
EMOCIONADOS RECUERDOS
Es el caso del matrimonio conformado por Angela Segovia y Osvaldo Davis quienes llevan 34 años casados y recuerdan que “pololeaban en el local”. Angela pasaba al kiosco cuando iba al liceo y después lo hacía acompañada de Osvaldo. Hoy tienen 3 hijos y una nieta de 13 años que también han degustado la leche con plátano y los “choripanes” del Roca.
La señora Olga Olivares fue otra antigua clienta que ayer llegó a saludar a don Marcos. Recuerda que su familia tenía una tienda al lado del kiosco. “Mis niños, mi marido y yo siempre hemos venido por estos famosos sanguchitos del kiosco Roca”, afirma Olga mientras se emociona recordando a uno de sus nietos, Marcelo Díaz fallecido el año pasado en el Cerro Chacabuco, en la provincia de Ultima Esperanza, y que en innumerables ocasiones también pasó por el local. “Yo me acuerdo cuando este kiosco estaba al lado de la iglesia y de la noche a la mañana apareció acá; así es que yo también soy parte de la historia”, dice.
“Aquí conocí a mi primer pololo. Ahí están mis asientos marcados”, recuerda Flora Icevich, agregando que era una gran alegría llegar a saludar a don Marcos. “Me comí el mismo sanguchito de tantos años en sus cien años”, aseguró. Luego comentó, además, que su marido es americano y también se ha acostumbrado a los “choripanes” del tradicional establecimiento de calle Roca
Fuente: La Prensa Austral
Desde la distancia un gran saludo
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