El título que encabeza esta columna no es nuevo; data de 1958, del alemán Gottfried Benn. Docentes y cuerpos estables en una polémica por discriminación por edad. Por Nora Lía Jabif - Redacción LA GACETA.
“Desde los seis años tuve la manía de dibujar. Hacia los cincuenta publiqué una infinita cantidad de dibujos, pero todo lo que hice antes de los 73 no es digno de ser mencionado. Hacia la edad de 73 años comprendí algo de la verdadera naturaleza de los animales, de los pastos, de los peces, de los insectos. En consecuencia, a los 80 habré hecho progresos, y a los 90 penetraré el misterio de las cosas, y cuando tenga 110 todo lo mío, una simple línea o un punto, serán cosas vivas”.
La cita, que habla del problema que significa envejecer, no es nueva. La escribió en el siglo XVII el pintor y grabador japonés Hokusai, a quien se le atribuye la autoría del término “manga”, concepto con el que hoy se define a la modernísima historieta nipona. La anécdota de Hokusai sobre la vejez fue rescatada mucho tiempo después, en el año 1954, por el pensador alemán Gottfried Benn, en una conferencia a la que bautizó con el sugerente y siempre contemporáneo título de “Envejecer, problema para artistas”.
Esta semana, artistas de los distintos cuerpos estables de la Provincia se anticiparon a la probable discusión de un proyecto de régimen integral de funcionamiento de esos organismos que, afirman, es discriminatorio en algunos aspectos, en particular en los relacionados con los topes de edad para cubrir cargos. Ellos temen que en los nuevos llamados a concurso no puedan presentarse a competir numerosos profesionales de las distintas disciplinas que están bajo la figura de contratados, y que sobrepasarían las edades tope de 28 años para los bailarines y de 50 para los coreutas. Los artistas aseguran que no se cierran a discutir un nuevo régimen; pero piden ser parte de la discusión que ya se ha dado en Europa, donde es frecuente el régimen de contratos.
Claro está que las posibilidades de producción cultural independiente que ofrece el Viejo Continente no son las mismas que las que ofrece Tucumán.También esta semana, en la UNT estalló una polémica porque el Consejo Superior (con la disidencia de tres decanos) aprobó la prórroga para el ejercicio de la docencia de un médico que ha cumplido los 70 años. Se argumentará que los docentes no producen arte; pero de alguna manera la capacidad de adquirir conocimientos, de ser capaces de transferirlos (en el caso de que ello se logre) y de investigar (una nueva exigencia para los docentes) es un talento. En la discusión que se ha establecido en la UNT, los decanos que se opusieron a la prórroga opinaron que se ha sentado un precedente para una avalancha de presentaciones judiciales de profesores a quienes se los conminó a la jubilación el mismo día en el que cumplieron la edad establecida por ley.
No es intención de esta columnista fijar posición sobre el caso que se discutió esta semana en la UNT; pero ese caso, y el planteo de los cuerpos estables obligan a muchas instituciones del Estado a ocuparse de esta tensión que se ha producido entre los “jóvenes” y los “viejos”, que saben que una vez fuera del paraguas del aparato estatal no tendrán cabida en el mercado del trabajo. No sólo la UNT y los artistas padecen del estigma de vejez. A propósito, los gremios de los maestros están presionando para que en el próximo Estatuto Docente se suprima la cláusula que establece que el límite para ingresar a la carrera docente en el sistema son los 35 años de edad. Los sindicatos de los educadores ya tienen a su favor un fallo del Instituto Nacional contra la Discriminación (Inadi) y de la Justicia porteña, que coinciden en que ese tope es “discriminatorio y anticonstitucional”.
Para la UNT, el debate que se ha generado en estas semanas podría ser una excelente oportunidad para definir cómo contener y aprovechar a sus “mayores”, entre los cuales hay ejemplos de sabiduría que no tienen nada que envidiarle al japonés Hokusai.
La Gaceta, Tucumán
“Desde los seis años tuve la manía de dibujar. Hacia los cincuenta publiqué una infinita cantidad de dibujos, pero todo lo que hice antes de los 73 no es digno de ser mencionado. Hacia la edad de 73 años comprendí algo de la verdadera naturaleza de los animales, de los pastos, de los peces, de los insectos. En consecuencia, a los 80 habré hecho progresos, y a los 90 penetraré el misterio de las cosas, y cuando tenga 110 todo lo mío, una simple línea o un punto, serán cosas vivas”.
La cita, que habla del problema que significa envejecer, no es nueva. La escribió en el siglo XVII el pintor y grabador japonés Hokusai, a quien se le atribuye la autoría del término “manga”, concepto con el que hoy se define a la modernísima historieta nipona. La anécdota de Hokusai sobre la vejez fue rescatada mucho tiempo después, en el año 1954, por el pensador alemán Gottfried Benn, en una conferencia a la que bautizó con el sugerente y siempre contemporáneo título de “Envejecer, problema para artistas”.
Esta semana, artistas de los distintos cuerpos estables de la Provincia se anticiparon a la probable discusión de un proyecto de régimen integral de funcionamiento de esos organismos que, afirman, es discriminatorio en algunos aspectos, en particular en los relacionados con los topes de edad para cubrir cargos. Ellos temen que en los nuevos llamados a concurso no puedan presentarse a competir numerosos profesionales de las distintas disciplinas que están bajo la figura de contratados, y que sobrepasarían las edades tope de 28 años para los bailarines y de 50 para los coreutas. Los artistas aseguran que no se cierran a discutir un nuevo régimen; pero piden ser parte de la discusión que ya se ha dado en Europa, donde es frecuente el régimen de contratos.
Claro está que las posibilidades de producción cultural independiente que ofrece el Viejo Continente no son las mismas que las que ofrece Tucumán.También esta semana, en la UNT estalló una polémica porque el Consejo Superior (con la disidencia de tres decanos) aprobó la prórroga para el ejercicio de la docencia de un médico que ha cumplido los 70 años. Se argumentará que los docentes no producen arte; pero de alguna manera la capacidad de adquirir conocimientos, de ser capaces de transferirlos (en el caso de que ello se logre) y de investigar (una nueva exigencia para los docentes) es un talento. En la discusión que se ha establecido en la UNT, los decanos que se opusieron a la prórroga opinaron que se ha sentado un precedente para una avalancha de presentaciones judiciales de profesores a quienes se los conminó a la jubilación el mismo día en el que cumplieron la edad establecida por ley.
No es intención de esta columnista fijar posición sobre el caso que se discutió esta semana en la UNT; pero ese caso, y el planteo de los cuerpos estables obligan a muchas instituciones del Estado a ocuparse de esta tensión que se ha producido entre los “jóvenes” y los “viejos”, que saben que una vez fuera del paraguas del aparato estatal no tendrán cabida en el mercado del trabajo. No sólo la UNT y los artistas padecen del estigma de vejez. A propósito, los gremios de los maestros están presionando para que en el próximo Estatuto Docente se suprima la cláusula que establece que el límite para ingresar a la carrera docente en el sistema son los 35 años de edad. Los sindicatos de los educadores ya tienen a su favor un fallo del Instituto Nacional contra la Discriminación (Inadi) y de la Justicia porteña, que coinciden en que ese tope es “discriminatorio y anticonstitucional”.
Para la UNT, el debate que se ha generado en estas semanas podría ser una excelente oportunidad para definir cómo contener y aprovechar a sus “mayores”, entre los cuales hay ejemplos de sabiduría que no tienen nada que envidiarle al japonés Hokusai.
La Gaceta, Tucumán
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