PARÍS. Francia despide a Marcel Marceau con los honores de un gran héroe nacional, comparable a Buster Keaton y Charlie Chaplin, un artista excepcional, capaz de restaurar el más alto arte del mimo dramático, con versiones excepcionales de pasajes de Dostoievski, Gogol, Knut Hamsum, o Cervantes, capaz de arruinarse financieramente para montar el «Don Juan» de Tirso de Molina.
Nicolas Sarkozy, presidente, hizo ayer el elogio fúnebre debido al gran artista fallecido el sábado, en circunstancias que su familia no desea divulgar, antes del entierro, en el cementerio de Pere Lachaise, donde están enterrados Balzac, Delacroix, Yves Montand, Marcel Proust, y Leandro Fernández de Moratín, entre muchos otros.
Marcel Mangel nació el 22 de marzo de 1923, en Estrasburgo, y falleció el sábado en París. El celebérrimo actor y mimo adoptó el pseudónimo de Marceau en la Resistencia, cuando sirvió de enlace entre De Gaulle y Patton, en homenaje a un verso célebre de Víctor Hugo.
Marceau nació en una humilde familia de judíos. Y se ganó una cierta celebridad infantil, entre familiares, amigos y discípulos, como actor, dibujante, mimo, intérprete de obras de rara simplicidad dramática. Tras la invasión alemana de 1940, su padre fue detenido por la Gestapo y asesinado en Auschwitz. El joven Marcel Mangel se transformó en Marcel Marceau como temprano resistente que sólo soñaba en voz alta con ser dibujante o profesor de inglés.
Tras la guerra, siguió estudios de mimo y teatro en Limoges y París. Y su celebridad llegó con un montaje de una escena de un cuento de Gogol. Comenzó a trabajar con Jean-Louis Barrault. Pero se independizó muy pronto, para crear el legendario personaje de Bip, inspirado en el Pip de las grandes ilusiones de Dickens. Ese personaje emblemático le permitió crear su propia compañía de teatro, con la que recorrió varios continentes, durante más de medio siglo. Hace todavía pocos años, ya cumplidos los setenta, Marcel Marceau daba más de doscientas representaciones, en Europa, el Japón, Estados Unidos, solo o acompañado de su compañía y miembros de su escuela de mimo.
Durante dos o tres décadas, la de Marcel Marceau fue la única compañía internacional de mimo. Y sus interminables giras lo convirtieron en una leyenda. En EE.UU. era comparado con Charles Chaplin y Buster Keaton. En el Japón se evocaba el paralelismo de sus mimo-dramas con el teatro NO.
Quizá nadie entre sus contemporáneos dio al mimo una nobleza tan alta. Es leyenda su montaje de la «Numancia» de Cervantes. Sus piezas cortas sobre Gogol son obras maestras absolutas. Quizá son menos conocidas sus grandes ambiciones como productor de genio, que llegó a arruinarse, una vez, montando una de las obras canónicas del teatro español más universal, el «Don Juan» de Tirso de Molina.
Su personaje Bip pertenece a la estirpe de los héroes universales. Siendo Marcel Marceau un judío humanista, algunos críticos se han preguntado si el insondable silencio de ese personaje no «habla» del silencio trágico del gran arte ante el genocidio judío.
Marcel Marceau eludía cordialmente el fondo de la cuestión: «Los hombres y mujeres que regresaban de los campos no podían hablar. No sabían cómo hacerlo. Quizá mis orígenes judíos influyeron en mí, de manera inconsciente. Debo recordar que recibí una educación muy liberal, abierta. Detesto los fanatismos, los integrismos. Mis grandes entusiasmos adolescentes eran muy patrióticos: Napoleón en el puente de Arcole, Rouget de l´Isle escribiendo La Marsellesa, Juana de Arco ardiendo...»
Fuente: Fuente: ABC de España
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