El abandono del consumo de cereales, legumbres, verduras y hortalizas en la dieta de los mayores preocupa a los expertos MANU MEDIAVILLA/ALTEA (ALICANTE) Varias mujeres mayores de edad merendando en un centro de día.
/ HOY La dieta de las personas mayores registra dos graves déficits que alarman a los especialistas en nutrición. Los cereales y las legumbres constituyen la primera inquietud, con apenas un 25-30% del consumo aconsejable, y en segundo lugar las verduras y hortalizas, que rondan el 50%. Así lo apuntó Ana María Requejo, catedrática de esa materia en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), durante el seminario informativo 'Nutrición y cerebro: alimentar las neuronas durante toda la vida' celebrado en la localidad alicantina de Altea.
Un tercer motivo de preocupación sería la fruta, aunque su insuficiente consumo no es tan deficitario (60-70% del deseable) ni muestra una tendencia tan inquietante como los otros dos grupos de alimentos. Requejo recordó que cereales y legumbres han bajado un 50% en la dieta de los mayores en los últimos 40 años y advirtió de que, a ese ritmo, prácticamente podrían dejarse de consumir en 2030. Con las verduras y hortalizas sucedería algo más tarde, entre 2060 y 2070.
Desde el embarazo
La experta reconoció que «diseñar una dieta para una persona mayor es muy, muy difícil», porque hay que compaginar la menor ingesta de alimentos y de calorías, con la garantía de suficientes nutrientes, que exige una «alta densidad nutricional» de lo que se come. De ahí, remachó, la necesidad de una «educación nutricional», que es clave para una adecuada alimentación y, por tanto, para contribuir a una buena salud integral, tanto desde el punto de vista de la prevención de enfermedades como desde la perspectiva del desarrollo y bienestar físico y cognitivo.
Ya lo había apuntado la holandesa Nathalie van der Put, especialista en nutrición de Unilever, que incluyó el nutricional entre los factores que influyen en el desarrollo cognitivo y que citó nutrientes claves como hierro, yodo, zinc, proteínas, ácidos grasos omega 3 y vitaminas del grupo B. «La nutrición puede mejorar las funciones mentales en adultos y conservar más tiempo la funcionalidad de las neuronas»; es «importante para el funcionamiento óptimo del cerebro».
Rosa Ortega, catedrática de Nutrición de la UCM, considera que ya desde la gestación debe buscarse un equilibrio nutricional que contribuya al desarrollo cerebral del feto. Y eso exigiría no poner tanta atención en «el peso, que suele ser la prioridad habitual», como en una correcta ingesta de nutrientes, dado que las repercusiones negativas en el desarrollo cognitivo se pueden derivar «tanto de las deficiencias como de los excesos, sobre todo en la fase final del embarazo». La experta señaló que «casi la mitad de los niños tienen funciones por debajo de lo genéticamente programado», circunstancia en la que puede influir una «alimentación inadecuada para desarrollar todo su potencial».
El equilibrio, apunta Pablo Sanjurjo, pediatra del Hospital de Cruces y profesor de la Universidad del País Vasco, «la nutrición infantil tiene repercusión en la edad adulta, se proyecta en el tiempo». Otro tanto sucede en la juventud, época clave de la vida en la que comer bien no debería traducirse como comer mucho, sino como hacerlo con inteligencia. Dieta de lucidez Pero no basta con recoger esos réditos nutricionales en la vejez, hay que darles continuidad en esa etapa en la que la relación dieta-cerebro se traduce en calidad de vida. Requejo no tiene dudas de la positiva influencia de una buena dieta en la función cognitiva de los ancianos. Dos estudios propios demuestran que los mayores presentan mejores resultados cuando consumen más frutas, carbohidratos, vitamina C y folatos -también verduras, fibra, tiamina, hierro, zinc y b etacaroteno- y menos ácidos grasos saturados. Por eso aboga por una educación nutricional de las personas mayores que impulse una «dieta variada» que combine los buenos alimentos de siempre como las legumbres, verduras y frutas, así como las vitaminas y minerales, cuyo suplemento se justifica cuando escasean en los alimentos, caso de las vitaminas D y E y los ácidos grasos DHA y ALA de la familia omega 3. En cambio, los alimentos enriquecidos no le parecen tan necesarios. Y tampoco hay que obsesionarse con la «moda de la soja, que no está mal, pero tampoco es para todo». Lo importante, insiste Requejo, «es una dieta variada, y cuantas más veces se coma al día, más lo será».
Fuente: Hoy
/ HOY La dieta de las personas mayores registra dos graves déficits que alarman a los especialistas en nutrición. Los cereales y las legumbres constituyen la primera inquietud, con apenas un 25-30% del consumo aconsejable, y en segundo lugar las verduras y hortalizas, que rondan el 50%. Así lo apuntó Ana María Requejo, catedrática de esa materia en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), durante el seminario informativo 'Nutrición y cerebro: alimentar las neuronas durante toda la vida' celebrado en la localidad alicantina de Altea.
Un tercer motivo de preocupación sería la fruta, aunque su insuficiente consumo no es tan deficitario (60-70% del deseable) ni muestra una tendencia tan inquietante como los otros dos grupos de alimentos. Requejo recordó que cereales y legumbres han bajado un 50% en la dieta de los mayores en los últimos 40 años y advirtió de que, a ese ritmo, prácticamente podrían dejarse de consumir en 2030. Con las verduras y hortalizas sucedería algo más tarde, entre 2060 y 2070.
Desde el embarazo
La experta reconoció que «diseñar una dieta para una persona mayor es muy, muy difícil», porque hay que compaginar la menor ingesta de alimentos y de calorías, con la garantía de suficientes nutrientes, que exige una «alta densidad nutricional» de lo que se come. De ahí, remachó, la necesidad de una «educación nutricional», que es clave para una adecuada alimentación y, por tanto, para contribuir a una buena salud integral, tanto desde el punto de vista de la prevención de enfermedades como desde la perspectiva del desarrollo y bienestar físico y cognitivo.
Ya lo había apuntado la holandesa Nathalie van der Put, especialista en nutrición de Unilever, que incluyó el nutricional entre los factores que influyen en el desarrollo cognitivo y que citó nutrientes claves como hierro, yodo, zinc, proteínas, ácidos grasos omega 3 y vitaminas del grupo B. «La nutrición puede mejorar las funciones mentales en adultos y conservar más tiempo la funcionalidad de las neuronas»; es «importante para el funcionamiento óptimo del cerebro».
Rosa Ortega, catedrática de Nutrición de la UCM, considera que ya desde la gestación debe buscarse un equilibrio nutricional que contribuya al desarrollo cerebral del feto. Y eso exigiría no poner tanta atención en «el peso, que suele ser la prioridad habitual», como en una correcta ingesta de nutrientes, dado que las repercusiones negativas en el desarrollo cognitivo se pueden derivar «tanto de las deficiencias como de los excesos, sobre todo en la fase final del embarazo». La experta señaló que «casi la mitad de los niños tienen funciones por debajo de lo genéticamente programado», circunstancia en la que puede influir una «alimentación inadecuada para desarrollar todo su potencial».
El equilibrio, apunta Pablo Sanjurjo, pediatra del Hospital de Cruces y profesor de la Universidad del País Vasco, «la nutrición infantil tiene repercusión en la edad adulta, se proyecta en el tiempo». Otro tanto sucede en la juventud, época clave de la vida en la que comer bien no debería traducirse como comer mucho, sino como hacerlo con inteligencia. Dieta de lucidez Pero no basta con recoger esos réditos nutricionales en la vejez, hay que darles continuidad en esa etapa en la que la relación dieta-cerebro se traduce en calidad de vida. Requejo no tiene dudas de la positiva influencia de una buena dieta en la función cognitiva de los ancianos. Dos estudios propios demuestran que los mayores presentan mejores resultados cuando consumen más frutas, carbohidratos, vitamina C y folatos -también verduras, fibra, tiamina, hierro, zinc y b etacaroteno- y menos ácidos grasos saturados. Por eso aboga por una educación nutricional de las personas mayores que impulse una «dieta variada» que combine los buenos alimentos de siempre como las legumbres, verduras y frutas, así como las vitaminas y minerales, cuyo suplemento se justifica cuando escasean en los alimentos, caso de las vitaminas D y E y los ácidos grasos DHA y ALA de la familia omega 3. En cambio, los alimentos enriquecidos no le parecen tan necesarios. Y tampoco hay que obsesionarse con la «moda de la soja, que no está mal, pero tampoco es para todo». Lo importante, insiste Requejo, «es una dieta variada, y cuantas más veces se coma al día, más lo será».
Fuente: Hoy
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