PARA DOÑA Ana Pérez Rodríguez ser bisabuela tiene un significado especial: su bisnieta de seis años le está enseñando a leer.
“Soy analfabeta y tengo una bisnieta de seis años que me está enseñando a leer. Cuando va a mi casa me dice: ‘Abuela, vente, vamos a leer’”, dijo doña Ana ayer a este diario durante el segundo Día Nacional del Abuelo instituido por la organización sin fines de lucro Esperanza para la Vejez.
Doña Ana, de 81 años, su amiga Estebanía Jinorio, de 72, y un grupo de personas de edad
avanzada del residencial Arístides Chavier en Ponce fueron ayer al parque Luis Muñoz Rivera en San Juan para disfrutar de un día de música, baile, deportes, artesanías, teatro al aire libre y lectura de cuentos. Aunque no estaban ayer con sus familiares, ambas hablaron maravillas de sus nietos, bisnietos y tataranietos.
“Crié a mi tres nietas luego que mi hija muriera. Mis nietas, bisnietos y tataranietos son la felicidad de mi vida. Mi bisnieta de seis años llega a casa y barre, pasa el mapo y recoge frente a mi apartamento en el residencial. En mi cumpleaños anoche (el sábado por la noche) me dijo: ‘abuela, vamos a bailar’”, dijo doña Ana, una mujer risueña y feliz de tener 14 bisnietos y cinco tataranietos.
La organización Esperanza para la Vejez fue fundada hace 40 años con el objetivo de servirle a la población de edad avanzada en Puerto Rico. Ofrecen servicios sociales, de salud, nutrición y recreación, entre otros, a través de 13 centros en la Isla.
“El propósito de esta actividad es enaltecer la figura del abuelo y de la abuela y su valor en la cultura puertorriqueña”, dijo Lucy Medina, directora del Programa Abuelos Adoptivos, que les provee la oportunidad a personas de 60 años o más de “sentirse útiles y productivos ofreciendo servicios voluntarios a niños y jóvenes” en los Head Start y las escuelas públicas.
La artesana Mydian Rivera estaba encantada ayer trabajando en sus pulseras de piel y joyería de bambú mientras cuidaba a sus nietos Yaideliz Sánchez, de un año y medio, y Luis Mario Quezada, de cuatro. Rivera, de 45 años, y su esposo Jorge Amones han criado a estos niños desde que son bebés. Tienen tres nietos más.
“Criar a mis nietos ha sido una experiencia fabulosa, y es que los nietos se quieren más que a los hijos. Es como volver a vivir. Ellos son mi razón de vida... Me los llevo a todas partes y el nene ya trabaja en alambre y sabe ensamblar”, dijo Rivera con una sonrisa inmensa.
Don Antonio Vicente, de 90 años, también compartió ayer con sus nietos José y Juan Vicente y su bisnieto Ángel Gabriel. Su hijo Luis Vicente y su nuera Ivette Colón dijeron que don Antonio vive con ellos desde que enviudó hace cinco años.
“Mi nieto y mi bisnieto son lo más grande porque son el futuro”, dijo don Antonio, quien padece cáncer en la piel y utiliza una silla de ruedas. De hecho, ayer varias personas entrevistadas por este diario, entre ellos Luis Vicente, mencionaron que se necesitaba mejorar el acceso para personas en sillas de ruedas.
Doña María Antonia Freire, de 97 años, no podía contener la alegría mientras su nieta Nora Nieves la llevaba en su silla de ruedas para que viera las exhibiciones en el Pabellón de la Paz.
“Los nietos son muy buenos. Me cuidan y me quieren”, dijo doña María Antonia, quien dijo ser la prima hermana de la fallecida escritora, poeta y educadora Isabel Freire de Matos
Fuente: primera Hora de Puerto Rico
“Soy analfabeta y tengo una bisnieta de seis años que me está enseñando a leer. Cuando va a mi casa me dice: ‘Abuela, vente, vamos a leer’”, dijo doña Ana ayer a este diario durante el segundo Día Nacional del Abuelo instituido por la organización sin fines de lucro Esperanza para la Vejez.
Doña Ana, de 81 años, su amiga Estebanía Jinorio, de 72, y un grupo de personas de edad
avanzada del residencial Arístides Chavier en Ponce fueron ayer al parque Luis Muñoz Rivera en San Juan para disfrutar de un día de música, baile, deportes, artesanías, teatro al aire libre y lectura de cuentos. Aunque no estaban ayer con sus familiares, ambas hablaron maravillas de sus nietos, bisnietos y tataranietos.
“Crié a mi tres nietas luego que mi hija muriera. Mis nietas, bisnietos y tataranietos son la felicidad de mi vida. Mi bisnieta de seis años llega a casa y barre, pasa el mapo y recoge frente a mi apartamento en el residencial. En mi cumpleaños anoche (el sábado por la noche) me dijo: ‘abuela, vamos a bailar’”, dijo doña Ana, una mujer risueña y feliz de tener 14 bisnietos y cinco tataranietos.
La organización Esperanza para la Vejez fue fundada hace 40 años con el objetivo de servirle a la población de edad avanzada en Puerto Rico. Ofrecen servicios sociales, de salud, nutrición y recreación, entre otros, a través de 13 centros en la Isla.
“El propósito de esta actividad es enaltecer la figura del abuelo y de la abuela y su valor en la cultura puertorriqueña”, dijo Lucy Medina, directora del Programa Abuelos Adoptivos, que les provee la oportunidad a personas de 60 años o más de “sentirse útiles y productivos ofreciendo servicios voluntarios a niños y jóvenes” en los Head Start y las escuelas públicas.
La artesana Mydian Rivera estaba encantada ayer trabajando en sus pulseras de piel y joyería de bambú mientras cuidaba a sus nietos Yaideliz Sánchez, de un año y medio, y Luis Mario Quezada, de cuatro. Rivera, de 45 años, y su esposo Jorge Amones han criado a estos niños desde que son bebés. Tienen tres nietos más.
“Criar a mis nietos ha sido una experiencia fabulosa, y es que los nietos se quieren más que a los hijos. Es como volver a vivir. Ellos son mi razón de vida... Me los llevo a todas partes y el nene ya trabaja en alambre y sabe ensamblar”, dijo Rivera con una sonrisa inmensa.
Don Antonio Vicente, de 90 años, también compartió ayer con sus nietos José y Juan Vicente y su bisnieto Ángel Gabriel. Su hijo Luis Vicente y su nuera Ivette Colón dijeron que don Antonio vive con ellos desde que enviudó hace cinco años.
“Mi nieto y mi bisnieto son lo más grande porque son el futuro”, dijo don Antonio, quien padece cáncer en la piel y utiliza una silla de ruedas. De hecho, ayer varias personas entrevistadas por este diario, entre ellos Luis Vicente, mencionaron que se necesitaba mejorar el acceso para personas en sillas de ruedas.
Doña María Antonia Freire, de 97 años, no podía contener la alegría mientras su nieta Nora Nieves la llevaba en su silla de ruedas para que viera las exhibiciones en el Pabellón de la Paz.
“Los nietos son muy buenos. Me cuidan y me quieren”, dijo doña María Antonia, quien dijo ser la prima hermana de la fallecida escritora, poeta y educadora Isabel Freire de Matos
Fuente: primera Hora de Puerto Rico
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