En algunos casos han dado con ellos gracias a los mensajes que enviaron desde sus móviles, otros, han golpeado los muros hasta hacerse oír. Son los supervivientes del desastre. Dicen que hay edificios en los que saben que aún hay gente con vida. Para sacarles, algunos han tenido que sufrir amputaciones.
Quinientos socorristas trabajan sin descanso, a pesar de las réplicas del terremoto y en condiciones a menudo arriesgadas. Donde han dejado de buscar es en el edificio CTV, sede de una televisión y una escuela de idiomas. Dentro había en el momento del terremoto decenas de personas y al menos 10 jóvenes japoneses y dos coreanos, a los que se da por muertos. Un golpe durísimo para las familias. “La triste realidad es que hemos trasladado los equipos desde este lugar a otros donde hay más posibilidades de encontrar supervivientes. Creemos que todavía hay gente con vida en otros puntos y al final de día, tuvimos que tomar esta dura decisión”, dice un responsable de la policía.
El Gobierno australiano ha declarado el estado de urgencia. La mitad de la ciudad, la segunda más grande de Australia, sigue sin electricidad ni agua.
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