La población indígena de Canadá fue víctima de un genocidio cultural. Su integración forzosa hasta 1996 fue despiadada, separando a niños de sus padres y recluyéndolos en internados. Muchos murieron por enfermedades, recibieron maltratos o sufrieron abusos sexuales.
Entre las consecuencias de la llamada "asimilación forzosa" de los indígenas canadienses se cuentan el alcoholismo, la adicción a las drogas, la violencia doméstica hasta llegar al feminicidio y una alta tasa de suicidio. Un grupo de sobrevivientes de Ontario reclama ahora una compensación por las injusticias sufridas. Este reportaje los acompaña en el transcurso de su lucha.
Tras movimientos como #MeToo y #BlackLivesMatter por fin sale a luz este capítulo de la historia canadiense. Entre 1980 y 2012 fueron asesinadas o se registraron como desaparecidas 1.181 mujeres indígenas en Canadá. El hecho de que el 24 por ciento de todos los feminicidios cometidos corresponda a mujeres indígenas es una clara consecuencia de la discriminación sistemática de los pueblos originarios. Incluso 150 años después de la independencia del Reino Unido, la población indígena vive confinada en reservas y separada del resto de los habitantes del país.
Si bien el Estado canadiense ha reconocido sus errores del pasado, hasta ahora no ha concedido compensaciones a los afectados o a sus descendientes.
La Indian Act, o Ley de Asuntos Indios, con la que los británicos sometieron a la población indígena y que incluye entre sus objetivos la "asimilación" de los indígenas, continúa vigente en algunos aspectos. Permitió la creación de internados especiales, las llamadas residential schools, que pretendían convertir a los indios a la fe cristiana. Estas instituciones disfrutaban de absoluta impunidad y fueron escenario de malos tratos y abusos sexuales hasta 1996. En ellos murieron unos 4.000 niños. En junio de 2021 descubrieron en uno de estos internados una fosa común con los restos mortales de 215 niños.
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