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Chile: Cristián Warnken: “La pobreza de contenidos en todas las candidaturas revela la decadencia política que estamos viviendo”


El escritor, columnista, animador del programa “Desde el jardín”, de radio Pauta, Cristián Warnken hace una fuerte crítica a la liviandad de las campañas parlamentarias y presidenciales. Dice que en los candidatos, de forma transversal a las tendencias políticas, hay una pobreza de lenguaje, con grandes temas olvidados o tratados sin la menor reflexión.

-Hay temas que apenas se tocaron en los debates. Aparte de cultura, la ciudad, el tipo de educación que queremos, más allá de los eslóganes. ¿Crees que hubo grandes ausencias?

-Uno podría hablar de varios niveles de olvido, en temas como educación, cultura, ciudad: son temas invisibilizados o prácticamente inexistentes o ninguneados, para usar el adjetivo de Gabriela Mistral no sólo en esta campaña sino en varias campañas de los últimos años. Pero creo que, además, incluso los temas que afectan la vida directa de las personas como el narcotráfico, La Araucanía, la economía, también han sido olvidados en el sentido de que lo que tenemos son más bien consignas, ideas hechas, buenas intenciones. Son temas de alta complejidad y nuestros candidatos entregan respuestas de un simplismo ramplón. La pobreza de contenidos, de espesor reflexivo, que es transversal en todas las candidaturas, revela la decadencia política que estamos viviendo.

-Educación es un caso paradigmático. Las cifras son importantes pero también cómo estamos educando a los hijos.

-Me ha llamado la atención que en los debates televisivos, y eso también es responsabilidad de los periodistas, no se coloque el tema educativo como un tema central. Sobre todo con lo que ha pasado con la pandemia, que ha habido una regresión gigantesca y es el momento, la oportunidad, de hacer cambios. Hay un vacío educacional en términos de contenido enorme, no estoy hablando de cobertura. ¿Qué estamos enseñando? ¿Cuál es la educación del futuro? Ese tema brilla por su ausencia. Chile, por ejemplo, tiene un gran potencial para la educación al aire libre, que es una tendencia que otros países la están cultivando.

-¿De dónde viene esta falta de espesor?

-El problemas es que los programas tienen que nacer de un trabajo comprehensivo de la sociedad, pero eso no se improvisa. Tiene que haber gente que se dedique a pensar, estudiar. Hay un vacío reflexivo muy profundo. Bien poco se puede esperar si no ha habido una reflexión, lo que requiere tiempo, estudiar, leer. Nuestros líderes hoy día no leen sino tuitean.

-¿Crees que estas ausencias en los discursos refleja algo más grave? Es cosa de ver los equívocos de autoridades municipales en casos como los de Puerto de Ideas en Viña, Lollapalooza en Santiago o Teatro a Mil en Las Condes.

-Pienso que la cultura siempre ha sido vista como una especie de lujo o de adorno, pero nunca como algo sustantivo. Gabriela Mistral dice que la cultura es el alma de un pueblo y me parece una frase categórica. Los países tienen que tener crecimiento económico pero también crecimiento cultural, espiritual, en el sentido más amplio del término, no religioso.

Y ese crecimiento son décadas de trabajo, son tejidos sociales, que en una cierta elite política nunca han sido vistos como relevantes. Ha habido excepciones, como Ricardo Lagos en su tiempo. A pesar de que en una época en la Concertación se pensaba que cultura eran carnavales, copiados de Francia, qué se yo.

-¿Han faltado temas más de fondo, por ejemplo en salud, qué tipo de vida queremos?

-Hay un tema que es contingente, pero que viene de antes, que es la salud mental. Y que es como un síntoma de nuestra modernidad. Efectivamente, la política tiene que reflexionar sobre qué tipo de vida queremos, qué significa el buen vivir. Si uno va al origen de la reflexión política en Occidente en Aristóteles está el tema del buen vivir. Cuando está reflexionando el sentido de la política, el sentido de la ciudad, la palabra que usa es el buen vivir o “eu zen”. Hoy día no hay una reflexión sobre el buen vivir. Eso es una pata coja gigantesca. No es solamente abrir más siquiátricos, poder acceder a medicamentos contra la depresión, sino el tipo de vida que queremos y las ciudades que queremos.

-Se habló mucho de barricadas, pero no de cómo rescatar el centro de Santiago, Valparaíso, Concepción, Valdivia, etc.

-Aquí lo que hubo fue un secuestro del espacio público por privados, por grupos que siguen ahí, lo hicieron ayer y lo siguen haciendo. De alguna manera se abandonó el espacio público, se lo convirtió en zona de sacrificio. Se necesita una reflexión urbanística, política, ¿cuál es el concepto del centro? ¿O son varios centros? Habría que repensar los ejes, los espacios verdes, etc. Por lo demás una parte de la explicación del estallido social viene de esta variable urbanística, de la ciudad.

Abandonamos la ciudad. Funciona casi por inercia, va creciendo inorgánicamente, pero no hay un pensamiento detrás, ni una planificación sobre qué tipo de ciudad queremos, es una pena que todos estos temas no se hablen que son tan interesantes. No sé por qué los periodistas no lo ponen en sus pautas cuando hacen los debates. Debió haber sido un tema central de esta campaña. Todos cacarearon pero nadie tenía una propuesta seria, escuchamos puras frases hechas. Es muy pobre.

-El lenguaje político también deja que desear…

-Partamos por la pobreza de los eslóganes en la campaña parlamentaria: es impresionante. Pareciera que el candidato no tuviera nada que decir ni que proponer aparte de decir yo soy el mejor, estoy con ustedes… También lo vemos en la presidencial. A nuestros candidatos les falta espesor. Uno espera que de repente aparezca una idea, aunque no sea fácil, porque la política también es pedagogía. En vez de subir el nivel, se tiende a bajar, para llegar a las personas, lo que es un error garrafal. Los discursos son de un pobreza supina.

Y en la Convención pasa lo mismo: en vez de una conversación de fondo sobre el país que vamos a construir, tenemos griterío. Ha predominado el lenguaje de la performance y los vicios de la farándula han infectado todo el leguaje político. Y aquí tenemos los resultados.

Agrégale a eso que las redes sociales dejan poco espacio para el espesor, solo tienes que resumir. No es el tiempo de las ideas, es una pobreza completamente transversal. Todos los grandes filósofos lo primero que piensan es la política, Platón, Aristóteles, y de ahí para adelante. Yo sé que una parte tiene que ver con emociones, pero no todo puede ser emocional, ni puede ser secuestrado por el marketing, tiene que haber un poco más de tonelaje. La política está atrapada por la urgencia.

Ex-ante


 

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