Teme más a la vejez que a la muerte Rubén Bonifaz Nuño.* El poeta y traductor grecolatino está próximo a cumplir 85 años
México, 11 Oct (Notimex).- Considerado como uno de los mejores traductores de los clásicos grecolatinos en el mundo, que reconoce tener más miedo a la vejez que a la muerte, el poeta veracruzano Rubén Bonifaz Nuño dijo que nunca pensó ver las condiciones en las que se encuentra el país.
“México, mi país, nunca creí que llegaría a este punto, pienso que lo han deshecho absolutamente; lo que más lamento es el hambre de la gente. Para mí no hay más que lamentar que eso”, aseveró el vate, quien el próximo 12 de noviembre cumplirá 85 años de vida.
En este momento, enfatizó, hay un 10 por ciento de gente de piel clara en el primer círculo de la nación y el resto, indios casi puros, que se muere de hambre para mantener en la gloria a los primeros, añadió al lamentar también que la “raza de bronce” lleve ya 500 años de sumisión.
Para acabar con esta situación, continuó, los mexicanos necesitan saber lo que son, investigar lo que han sido y tratar de revivirlo, no históricamente, sino en el sentido de volver a ser grandes señores, manifestó el también catedrático, cuyo mensaje tiene dedicatoria especial para los jóvenes a quienes sugirió no se avergüencen de ser lo que son.
En ese sentido, a propósito de la próxima conmemoración del Descubrimiento de América, el 12 de octubre, Bonifaz Nuño relató en entrevista un episodio de la conquista de México, cuando se encuentran por primera ocasión los indios y los españoles.
En ese momento, relató, llega Hernán Cortés y le grita a los indios: “Quiero hablar con uno de sus grandes señores”, y un indio le contesta: “puedes hablar con quien quieras, aquí todos somos grandes señores”.
“Eso es lo que quiero para mi México, que los indios vuelvan a ser grandes señores”, externó Bonifaz Nuño, cuya obra puede dividirse en tres grandes aspectos: el estudioso y traductor de los clásicos griegos y latinos.
El de estudioso de las culturas prehispánicas de México y la poesía, que a decir de él es su acto libre en la vida.
El veracruzano, quien luego de no visitar el mar en los dos últimos años dijo no extrañarlo, anotó que no escribirá sus memorias, pero que actualmente realiza una traducción de una obra de Cicerón para la biblioteca romana de la Universidad Nacional Autónoma de México, su alma mater y donde, dijo, puede vivir mejor que ni en su casa.
Sigue
Teme más a la vejez.
Próximo a cumplir 85 años de vida, por lo que recibirá el 5 de noviembre un homenaje nacional, parafraseó a un poeta griego para decir que en la vida hay dos cosas a las que debe temer el hombre: la vejez y la muerte, pero es la primera la que más pavor le causa, por los dolores que padece en sus piernas y columna.
“Me duelen las piernas y me duele el espinazo, en eso no puedo dejar de pensar”, enfatizó el mejor traductor de “La Iliada”, de Homero, quien apunta que no quiere llegar a los 86 años de vida porque “la vida es muy pesada para el viejo, los dolores físicos, las incompetencias físicas que se generan no son deseables ni aguantables de ninguna manera”.
Con un cigarrillo en la boca, exhalando grandes bocanadas de humo, durante la donación de seis de sus objetos personales al Museo del Escritor dijo que lo único que le falta en la vida es morirse.
“La muerte para mí es como una compañera que estuviera sentada en el brazo de mi sillón y estuviera mordiéndome poco a poco lo poco que me queda vivir, hasta acabarme de repente. Pero la veo sin temor, sin emoción, como una cosa completamente natural, como me llega todavía la respiración”, explicó.
Para quien quiere que se le recuerde más como ser humano que como poeta, dijo que su próximo cumpleaños lo celebrará tomando analgésicos, acostado en su cama oyendo las noticias, leyendo el periódico y no será un día como cualquier otro, “será peor, porque me daré cuenta de que soy más viejo”, rió.
Con un notorio cansancio pero de muy buen estado de ánimo, el investigador emérito de la UNAM indicó que su obra poética está escrita a la mujer, porque piensa que es una de las criaturas más bellas del universo, a las que recuerda con gran tristeza y nostalgia porque ya está fuera de su alcance.
No obstante, confesó no estar satisfecho con lo que ha escrito, porque no puede juzgar su propia obra, no así de sus traducciones, de las cuales se manifestó orgulloso.
En una autoentrevista publicada en el más reciente número de la revista “El búho”, Bonifaz Nuñoz habla de lo que significa para él la soledad y el amor. De este último señala que es una forma de relación entre seres humanos mucho más intensa que la amistad.
Hay, escribió, más deseo de comunión, de compartir intereses, pero desgraciadamente es mucho menos durable que la amistad. Tiene siempre un plazo que a menudo es muy próximo a su principio.Respecto a la primera, manifiesta: “La soledad es una ilusión juvenil, no existe. Desde muy niños comenzamos a sentir las exigencias y el amor de la sociedad que son, si bien se mira, la esencia del estar acompañados.
“Desde muy temprano aprendemos eso, que es presencia humana sobre cada uno de nosotros, y esa presencia está sobre nosotros mientras vivimos; así pues, insisto, no es posible afirmar que haya soledad”, apuntó.
La soledad, concluyó, es una ilusión juvenil, se confunde con el fracaso amoroso; porque al adolescente no le haga caso la mujer que pretende no ha de considerarse que está solo; el fracaso amoroso viene a ser otro modo de exigencia humana.
El Sendero del Peje
“México, mi país, nunca creí que llegaría a este punto, pienso que lo han deshecho absolutamente; lo que más lamento es el hambre de la gente. Para mí no hay más que lamentar que eso”, aseveró el vate, quien el próximo 12 de noviembre cumplirá 85 años de vida.
En este momento, enfatizó, hay un 10 por ciento de gente de piel clara en el primer círculo de la nación y el resto, indios casi puros, que se muere de hambre para mantener en la gloria a los primeros, añadió al lamentar también que la “raza de bronce” lleve ya 500 años de sumisión.
Para acabar con esta situación, continuó, los mexicanos necesitan saber lo que son, investigar lo que han sido y tratar de revivirlo, no históricamente, sino en el sentido de volver a ser grandes señores, manifestó el también catedrático, cuyo mensaje tiene dedicatoria especial para los jóvenes a quienes sugirió no se avergüencen de ser lo que son.
En ese sentido, a propósito de la próxima conmemoración del Descubrimiento de América, el 12 de octubre, Bonifaz Nuño relató en entrevista un episodio de la conquista de México, cuando se encuentran por primera ocasión los indios y los españoles.
En ese momento, relató, llega Hernán Cortés y le grita a los indios: “Quiero hablar con uno de sus grandes señores”, y un indio le contesta: “puedes hablar con quien quieras, aquí todos somos grandes señores”.
“Eso es lo que quiero para mi México, que los indios vuelvan a ser grandes señores”, externó Bonifaz Nuño, cuya obra puede dividirse en tres grandes aspectos: el estudioso y traductor de los clásicos griegos y latinos.
El de estudioso de las culturas prehispánicas de México y la poesía, que a decir de él es su acto libre en la vida.
El veracruzano, quien luego de no visitar el mar en los dos últimos años dijo no extrañarlo, anotó que no escribirá sus memorias, pero que actualmente realiza una traducción de una obra de Cicerón para la biblioteca romana de la Universidad Nacional Autónoma de México, su alma mater y donde, dijo, puede vivir mejor que ni en su casa.
Sigue
Teme más a la vejez.
Próximo a cumplir 85 años de vida, por lo que recibirá el 5 de noviembre un homenaje nacional, parafraseó a un poeta griego para decir que en la vida hay dos cosas a las que debe temer el hombre: la vejez y la muerte, pero es la primera la que más pavor le causa, por los dolores que padece en sus piernas y columna.
“Me duelen las piernas y me duele el espinazo, en eso no puedo dejar de pensar”, enfatizó el mejor traductor de “La Iliada”, de Homero, quien apunta que no quiere llegar a los 86 años de vida porque “la vida es muy pesada para el viejo, los dolores físicos, las incompetencias físicas que se generan no son deseables ni aguantables de ninguna manera”.
Con un cigarrillo en la boca, exhalando grandes bocanadas de humo, durante la donación de seis de sus objetos personales al Museo del Escritor dijo que lo único que le falta en la vida es morirse.
“La muerte para mí es como una compañera que estuviera sentada en el brazo de mi sillón y estuviera mordiéndome poco a poco lo poco que me queda vivir, hasta acabarme de repente. Pero la veo sin temor, sin emoción, como una cosa completamente natural, como me llega todavía la respiración”, explicó.
Para quien quiere que se le recuerde más como ser humano que como poeta, dijo que su próximo cumpleaños lo celebrará tomando analgésicos, acostado en su cama oyendo las noticias, leyendo el periódico y no será un día como cualquier otro, “será peor, porque me daré cuenta de que soy más viejo”, rió.
Con un notorio cansancio pero de muy buen estado de ánimo, el investigador emérito de la UNAM indicó que su obra poética está escrita a la mujer, porque piensa que es una de las criaturas más bellas del universo, a las que recuerda con gran tristeza y nostalgia porque ya está fuera de su alcance.
No obstante, confesó no estar satisfecho con lo que ha escrito, porque no puede juzgar su propia obra, no así de sus traducciones, de las cuales se manifestó orgulloso.
En una autoentrevista publicada en el más reciente número de la revista “El búho”, Bonifaz Nuñoz habla de lo que significa para él la soledad y el amor. De este último señala que es una forma de relación entre seres humanos mucho más intensa que la amistad.
Hay, escribió, más deseo de comunión, de compartir intereses, pero desgraciadamente es mucho menos durable que la amistad. Tiene siempre un plazo que a menudo es muy próximo a su principio.Respecto a la primera, manifiesta: “La soledad es una ilusión juvenil, no existe. Desde muy niños comenzamos a sentir las exigencias y el amor de la sociedad que son, si bien se mira, la esencia del estar acompañados.
“Desde muy temprano aprendemos eso, que es presencia humana sobre cada uno de nosotros, y esa presencia está sobre nosotros mientras vivimos; así pues, insisto, no es posible afirmar que haya soledad”, apuntó.
La soledad, concluyó, es una ilusión juvenil, se confunde con el fracaso amoroso; porque al adolescente no le haga caso la mujer que pretende no ha de considerarse que está solo; el fracaso amoroso viene a ser otro modo de exigencia humana.
El Sendero del Peje
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