DECÍA el ministro Caldera en León, ante la Conferencia Ministerial sobre Envejecimiento de la región europea de la ONU, que no le gusta la palabra vejez. En cambio, la ministra sueca de Salud y Servicios Sociales, Maria Larsson, reivindicó la palabra viejo. Y para ello utilizó una preciosa imagen: el signo con que se escribe viejo en chino. Más allá de la imagen, la palabra contiene varios significados importantes: persona sabia, de experiencia y respetada.
La Conferencia sobre Envejecimiento, aparte de ser un evento histórico y económico para León, ha avanzado en la puesta en valor de las personas mayores como agentes activos y no pasivos de la sociedad, como protagonistas de su propio ciclo vital y, especialmente, como merecedoras de dignidad cuando el declive se hace inexorable.
Durante muchos años, la vejez ha sido disfrazada y ocultada tras eufemismos como el extendido tercera edad, que coloca a las personas mayores en un puesto de tercer orden. Ahora, las sociedades europeas, preocupadas por el colapso de sus sistemas de pensiones, buscan revalorizar a las personas mayores. Alargar la vida laboral, facilitar formación a lo largo de toda la vida y promover estilos de vida saludable fueron tres de los ejes de la conferencia, en la que se vió la gran distancia que existe aún entre países tan cercanos geográficamente como Suecia y Rusia. O la enorme inquietud que mostraron todos los pequeños países del Este con respecto a los problemas y los retos del envejecimiento. En un contexto tan internacional se pasó muy de puntillas por algo que interesa mucho en León: la atención al mundo rural, que tiene más dificultades para cubrir las necesidades de sus habitantes.
Una ciudad histórica como León ha hecho historia como anfitriona de la Declaración de León, en la que los gobiernos han reconocido, por primera vez, el importante trabajo que las organizaciones no gubernamentales desarrollan con las personas de más edad. Y esto no es mirarse al ombligo. Es poner en valor las capacidades de una ciudad vieja, pero que aspira a ser dinámica, acogedora y saludable.
Fuente: El Diario de León
La Conferencia sobre Envejecimiento, aparte de ser un evento histórico y económico para León, ha avanzado en la puesta en valor de las personas mayores como agentes activos y no pasivos de la sociedad, como protagonistas de su propio ciclo vital y, especialmente, como merecedoras de dignidad cuando el declive se hace inexorable.
Durante muchos años, la vejez ha sido disfrazada y ocultada tras eufemismos como el extendido tercera edad, que coloca a las personas mayores en un puesto de tercer orden. Ahora, las sociedades europeas, preocupadas por el colapso de sus sistemas de pensiones, buscan revalorizar a las personas mayores. Alargar la vida laboral, facilitar formación a lo largo de toda la vida y promover estilos de vida saludable fueron tres de los ejes de la conferencia, en la que se vió la gran distancia que existe aún entre países tan cercanos geográficamente como Suecia y Rusia. O la enorme inquietud que mostraron todos los pequeños países del Este con respecto a los problemas y los retos del envejecimiento. En un contexto tan internacional se pasó muy de puntillas por algo que interesa mucho en León: la atención al mundo rural, que tiene más dificultades para cubrir las necesidades de sus habitantes.
Una ciudad histórica como León ha hecho historia como anfitriona de la Declaración de León, en la que los gobiernos han reconocido, por primera vez, el importante trabajo que las organizaciones no gubernamentales desarrollan con las personas de más edad. Y esto no es mirarse al ombligo. Es poner en valor las capacidades de una ciudad vieja, pero que aspira a ser dinámica, acogedora y saludable.
Fuente: El Diario de León
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