Aurelia Fernández, de 99 años, explica las claves de su longevidad, que la han hecho merecedora del Premio a la Abuela del Colesterol
Empecinada con las verduras en las comidas, enemistada con las grasas y moderada en el beber con un vaso de buen vino en el almuerzo, Aurelia Fernández, se ha hecho acreedora, en reconocimiento a haber alcanzado los 99 años con buena salud, del primer premio a la Abuela del Buen Colesterol.
El galardón lo recibirá el próximo lunes en el Ayuntamiento.Aurelia aseguró ayer a LA VOZ, con plena lucidez, que vive en el poblado de Llaranes desde que tenía 48 años, después de haber vivido en el barrio de Versalles. Vive con su hijo, José Manuel, recordando haberse quedado viuda hace 27 años.
Sin embargo, explicó que «mi novio es la televisión», ya que su entretenimiento diario, después del almuerzo, le transforma en una fiel espectadora de los programas de la prensa rosa como el de Ana Rosa Quintana o 'Aquí hay tomate', éste último, «el mejor de todos».
Aficionada al fútbol desde su niñez, recuerda que tan sólo una vez asistió a un partido, fue en el campo de fútbol de La Toba. Confesó, sin lugar a dudas, ser una seguidora incondicional de Real Madrid, ya que procura no perderse ningún partido que se transmita por la televisión.
Aurelia pertenece a una familia centenaria, ya que tiene dos hermanas, Marina de 94 años y Anabel de 90, que la visitan a diario para hacerle compañía y hacer las tareas domésticas, ya que el hijo de Aurelia trabaja durante el día. Otros dos hermanos fallecieron, «Ramón en México y Manolo en Avilés». Aurelia conserva su buena memoria y recuerda su infancia: «era una niña pericona, muy traviesa», aunque aclaró que «no cambiaría por nada lo bien que se vive ahora».
En este sentido, rememoró que en su niñez «comíamos cuatro fabinas y nada más, no quiero volver a esos tiempos». Unos tiempos en que debía llevar la comida a su padre, caminando desde Villalegre hasta San Juan de Nieva, «a veces lloviendo torrencialmente con un paraguas que no valía para nada».
Recuerda que su padre le preguntaba si su madre le había dado dinero para el tranvía que salía desde La Texera, «y cuando podía, mi padre me dejaba la cantidad necesaria para el transporte».Aurelia recuerda acontecimientos de su vida con total lucidez: «mi padre no llegó a conocer la televisión».
Vive con su hijo, porque de lo contrario, remarcó, «estaría viviendo en una residencia» para personas mayores. Su máxima relajación es acomodarse sobre dos almohadones por la noche y ver la televisión. Sin embargo, «hay días que son las dos de la madrugada y viene mi hijo a decirme que debo ir a dormir».
Explicó que entonces, «me tomo una pastillita y no despierto hasta el día siguiente». Su hermana Anabel asegura que «toma poca medicación».Las verduras en las comidas, evitando las grasas y con un vaso de vino de por medio son, aseguró, su mejor medicina para conservarse tan bien con tantos años.
Fuente: La voz de Avilés
Comments