La decisión del Tribunal Suoremo tiene importantes implicaciones no sólo para la agricultura moderna sino para la industria médica y la tecnológica
El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha protegido este lunes los intereses de la multinacional Monsanto al fallar en contra de que los agricultores puedan cosechar variedades modificadas a partir de semillas patentadas por la compañía, sin pagarle un precio a cambio. La decisión, adoptada por siete votos a favor y uno en contra, tiene importantes implicaciones no sólo para la industria agrícola moderna, sino para otros campos relacionados con la biotecnología y la informática, que han visto asegurados los límites de la protección de sus patentes. La magistrada ponente, Elena Kagan, ha advertido, no obstante, de que la resolución no se puede extrapolar a otros ámbitos, más allá del relacionado con el pequeño agricultor de Indiana al que Monsanto había demandado en 2007.
En 1999, Vernon Bowman, de 76 años, compró una variedad de soja patentada por Monsanto resistente a un herbicida fabricado por la misma multinacional. Monsanto restringe el uso de sus semillas a una sola cosecha, lo que implica que, cada año, los agricultores deben comprar nueva simiente y no pueden replantar la producción anterior. Bowman aceptó las condiciones estipuladas en la patente, pero, en 1998, decidió adquirir su grano de un proveedor local, con la esperanza de que contendría semillas modificadas genéticamente por Monsanto. El agricultor las plantó, las fumigó con el herbicida de Monsanto y salvó la variedad que sobrevivió al químico para cultivarla en los años sucesivos. En 2007, la compañía demandó a Bowman por 84.000 dólares (65.000 euros) por violar los términos de la patente.
“Bowman desarrolló y ejecutó un sistema innovador para cosechar semillas patentadas por Monsanto sin pagar el precio establecido”, se indica en el fallo del Supremo. “Si cualquiera puede copiar una patente de Monsanto, el valor en el mercado de la invención, tras su primera venta, solo puede desplomarse, dando lugar a una desincenticvación de la innovación, que es lo que protege la ley de patentes”, señala la sentencia. Monsanto invierte más de cuatro millones de dólares diarios (3,1 millones de euros) en investigación y desarrollo. Más del 90% de las plantaciones de soja en EE UU utilizan semillas fabricadas por la compañía.
La decisión del alto tribunal estadounidense se decanta a favor de la protección de la patente de una semilla de soja transgénica, pero sus implicaciones van más allá. Un fallo contrario habría puesto en jaque las investigaciones impulsados en otros ámbitos, como la biomedicina, la nanotecnología o la industria del software, al ver que se ponía en riesgo la protección de sus patentes y su inversión en innovación y desarrollo.
La defensa de Bowman siempre alegó que Monsanto permite a los agricultores vender los excedentes de sus productos a proveedores de grano al por mayor, que están autorizados a vender una mezcla de diferentes semillas destinados al consumo animal o para ser procesados por la industria alimenticia o industrial, y que la compañía no impone restricciones para su compra. El Supremo, sin embargo, ha concluido que esa circunstancia no permite a los agricultores que adquieren el grano de esta manera a “replantarlo para crear una nueva variante que infringe el material genético patentado para otros cultivos y plantas”. Los abogados de Bowman han indicado que están estudiando recurrir a la decisión de los magistrados.
El país
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