Francia se ve a sí misma como la capital mundial de los bandes dessinees o de BDs; es decir, de lo que conocemos como cómics. Miles de álbumes se publican cada año e incluso hay un festival internacional en la ciudad francesa de Angulema.
Un duendecillo color azul cielo me dio la bienvenida en la estación de tren de Angouleme.
Un gran grupo de ellos llegó a esta ciudad francesa y se paseaba por sus calles como si fuera un ejército medieval, golpeando las cabezas de los visitantes con unos bastones de goma.
¿Quiénes eran los miembros de esa tribu de duendes azulados? ¿Y por qué me eran tan familiares?
Me vino a la memoria un programa de televisión para niños de la década de los años 70 y una terrible canción compuesta por un holandés, el padre Abraham.
¡Por supuesto! Lo que estaba viendo eran los Pitufos, ahora con unos años de más. De hecho estaban celebrando su 50º cumpleaños por la calles de esta ciudad del suroeste de Francia.
El festival internacional de BDs de Angulema es como si fuera el festival de cine de Cannes. Los franceses consideran que una película tiene valores más allá de aquellos puramente comerciales. Lo mismo opinan de los cómics.
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