Un anciano llamó a la policía porque estaba solo y abandonado ,encerrado, decía, en su propia casa, a la que amenazaba con quemar. Otro anciano, no hace mucho, también amenazaba, y cumplió, con hacer estallar en pedazos su casa, haciendo explotar una bombona de gas, si su mujer, a la que molía a golpes, cada vez que le daba la gana, no volvía a su lado.
La ancianidad es una buena excusa para pretextar bondad y buenos sentimientos ,porque hasta los mas asnos de nuestra especie ,retienen algo de humanidad ,para guardar a los mas débiles, a los que más han dado a la sociedad , porque más han dejado con los años en ella.
Se nos parte a todos el corazón cuando vemos seres ancianos, dejados por la miseria y la infelicidad al borde del abismo de la vida, aborrecemos imágenes en las que los ancianos se ven abocados a soportar el abandono, la pobreza o la iniquidad, de perder sus últimos años en una lucha, más que nada por sobrevivir.
Pero estos de los que les hablaba al principio no van por ahí, sino de todo lo contrario, porque los dos, no son pobres hombrecillos a los que la sociedad les ha dado la espalda, después de haberlo dado todo por ella, sino que habrán sido niños tremendos de esos que en el colegio asustan a todos, adolescentes que en el instituto estaban deseando que los echaran ,novios que castigaron con su maldad a la que engañaron diciéndole que iba a ser la mujer de su vida y padres a los que los hijos estaban deseando perder de vista, aun sin cumplir los veinte años.
Viejos son todos por la mayor edad que te da la experiencia ,la sabiduría, el buen hacer y saber beber el aliento de la vida , sin emborracharse de soberbia con su esencia ,viejos son todos y sin embargo muy diferentes, porque el que quiso quemar su casa ,echó a varios asistentes sociales que le puso el ayuntamiento, para paliar su vejez y sus limitaciones , y a ninguno trató, no ya con el agradecimiento que debiera, porque hay cosas que el dinero no puede pagar , sino con una mínima ración del tan debido respeto que se debe al que se preocupa y cuida de ti.
El otro, sin importarle vecinos que aún no habían podido pagar su casa, que había niños y ancianos como él, viviendo en su mismo bloque de pisos , cumplió su amenaza, destrozó todo y , murió tras el intento ,mientras su mujer lloraba desde la calle, presa de un ataque de histeria, rota por el dolor, y aun sintiéndose culpable por haber dado con ese mal engendro, que solo pánico y miedo, quiso regalarle en sus muchos años de convivencia.
No es por viejos, ni por ancianos, ni por mayores, es porque siempre lo fueron, egoístas y malas personas, y la vejez, como las borracheras, lo único que hace es mostrar la resaca más evidente, haciéndoles creerse dioses con derecho a todo, a menospreciar, a mangonear, a fiscalizar y dar consejos que nadie oye, mientras otras bellísimas personas pierden sus pocas canas, entre basuras y comiendo restos, gente que nunca hizo mal a nadie , que vivió la vida con dulzura y alegría, solo porque la suerte es una esquiva y puñetera , y a nadie trata con guiones justos o parejos, sino que corre loca por estos mundos que los humanos poblamos, llevada solo por su veleidoso canto, sin importarle buenos o malos, jóvenes o viejos.
Ana Isabel Espinosa García
Fuente: Extremadura al día
La ancianidad es una buena excusa para pretextar bondad y buenos sentimientos ,porque hasta los mas asnos de nuestra especie ,retienen algo de humanidad ,para guardar a los mas débiles, a los que más han dado a la sociedad , porque más han dejado con los años en ella.
Se nos parte a todos el corazón cuando vemos seres ancianos, dejados por la miseria y la infelicidad al borde del abismo de la vida, aborrecemos imágenes en las que los ancianos se ven abocados a soportar el abandono, la pobreza o la iniquidad, de perder sus últimos años en una lucha, más que nada por sobrevivir.
Pero estos de los que les hablaba al principio no van por ahí, sino de todo lo contrario, porque los dos, no son pobres hombrecillos a los que la sociedad les ha dado la espalda, después de haberlo dado todo por ella, sino que habrán sido niños tremendos de esos que en el colegio asustan a todos, adolescentes que en el instituto estaban deseando que los echaran ,novios que castigaron con su maldad a la que engañaron diciéndole que iba a ser la mujer de su vida y padres a los que los hijos estaban deseando perder de vista, aun sin cumplir los veinte años.
Viejos son todos por la mayor edad que te da la experiencia ,la sabiduría, el buen hacer y saber beber el aliento de la vida , sin emborracharse de soberbia con su esencia ,viejos son todos y sin embargo muy diferentes, porque el que quiso quemar su casa ,echó a varios asistentes sociales que le puso el ayuntamiento, para paliar su vejez y sus limitaciones , y a ninguno trató, no ya con el agradecimiento que debiera, porque hay cosas que el dinero no puede pagar , sino con una mínima ración del tan debido respeto que se debe al que se preocupa y cuida de ti.
El otro, sin importarle vecinos que aún no habían podido pagar su casa, que había niños y ancianos como él, viviendo en su mismo bloque de pisos , cumplió su amenaza, destrozó todo y , murió tras el intento ,mientras su mujer lloraba desde la calle, presa de un ataque de histeria, rota por el dolor, y aun sintiéndose culpable por haber dado con ese mal engendro, que solo pánico y miedo, quiso regalarle en sus muchos años de convivencia.
No es por viejos, ni por ancianos, ni por mayores, es porque siempre lo fueron, egoístas y malas personas, y la vejez, como las borracheras, lo único que hace es mostrar la resaca más evidente, haciéndoles creerse dioses con derecho a todo, a menospreciar, a mangonear, a fiscalizar y dar consejos que nadie oye, mientras otras bellísimas personas pierden sus pocas canas, entre basuras y comiendo restos, gente que nunca hizo mal a nadie , que vivió la vida con dulzura y alegría, solo porque la suerte es una esquiva y puñetera , y a nadie trata con guiones justos o parejos, sino que corre loca por estos mundos que los humanos poblamos, llevada solo por su veleidoso canto, sin importarle buenos o malos, jóvenes o viejos.
Ana Isabel Espinosa García
Fuente: Extremadura al día
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