Solo un lector muy despistado de Quim Monzó podría reducirlo a la dimensión de un autor ingenioso, sarcástico o costumbrista. Algo que resulta sencillamente imposible después de leer Mil cretins (Quaderns Crema), el primer libro de relatos originales que publica el escritor desde El millor dels móns, hace ya seis años.
Tras convivir durante una década con el envejecimiento, la imparable "degeneración" y, finalmente, la muerte de sus padres, esta experiencia ha marcado los siete cuentos esenciales de su último libro, el más autobiográfico de su trayectoria. O, como matizó ayer, el que descubre que toda su obra es, mucho más de lo que él mismo suponía, una autobiografía, y "una crónica de un país, una ciudad y una generación".
"Durante los últimos años, mi principal cuestión vital ha sido acompañar a mis padres hasta el final, y esto ya se ha producido", confesó ayer Monzó, apenas 10 días después de la muerte de su madre. Si El perquè de tot plegat (1993) surgió de una "conmoción emocional" por una ruptura sentimental, Mil cretins nace de otra sacudida: "La de ver cómo la gente que te rodea empieza a morir y degradarse".
GERIÁTRICOS
Durante este tiempo ha topado con el mundo de los geriátricos, "una cosa peor que la muerte", unos espacios "con un olor muy bestia, con un sonido muy particular", y ha vivido la gran experiencia de toda su generación, la cara oscura de la "prolongación médica de la vida". "Recuerdo la cara de pavor de mis padres al ver cómo su vida se alargaba hasta unos límites que nunca habían imaginado", relató ayer.
La decrepitud y la muerte unen los siete relatos de la primera parte del libro. "En algún caso dudo de si son cuentos u otra cosa", dijo Monzó. Por ellos pasan un anciano travestido; una enferma terminal, o no; la deconstrucción sistemática de un piso que recuerda la demolición de la memoria por el alzhéimer; un sueño sobre dos amigos muertos; un escritor perseguido por un insoportable autor novel, y, finalmente, el eje de todo el libro, las 29 páginas de L'arribada de la primavera.
EUTANASIA
En este relato, Monzó asume en parte el papel de cronista de la larga agonía de sus padres y las divagaciones de estos y de su hijo, sobre el suicidio y la eutanasia, que nunca se concretan. "Hay quienes se hacen los valientes, pero cuando les toque la pastilla ya veremos qué hacen", vaticinó. Según Monzó, algún día "casi te aplicarán la eutanasia sin que la pidas, porque les das el brazo y te cogen todo el cadáver".
Pero no solo la figura de los padres está presente en este primer bloque: en Dos somnis aparecen --con otros nombres-- dos grandes amigos ya desaparecidos, los periodistas Ramon Barnils y Jordi Vendrell, protagonistas de dos sueños que realmente pasaron por la cabeza de Monzó.La segunda parte del libro la componen 12 cuentos breves, algunos de ellos ya publicados en prensa. Sin otro hilo conductor, según Monzó, que una tristeza incluso superior y la "mala leche de la vida cotidiana". Pese a la distancia entre los dos conjuntos de relatos, según Monzó, parecen "la cara A y la cara B de un LP".
CRETINOS
El título surge de la opinión de uno de los personajes, que dirige este epíteto "a todo el mundo en general, aunque ella también es una cretina". Pero Monzó pidió que no se extraigan demasiadas conclusiones del Mil cretins: "Es un insulto, es muy sonoro, es bonito, me gustó, tiene tres sílabas y acaba en subida..." Aunque aún despistará más con su próxima obra, que seguirá los pasos de los primeros siete relatos del volumen que acaba de llegar a las librerías: "Cosas autobiográficas llenas de ficción, mintiendo". Si ayer no engañó, de nuevo se tomará un tiempo antes de publicarlas.
Fuente: El períodico de Catalunya
Comments