Días atrás se desarrolló en Paraná el Congreso Iberoamericano de Experiencias Educativas con adultos mayores, organizado por la Facultad de la Mediana y Tercera Edad de la Facultad de Ciencias de la Educación (UNER).
El denominador común en casi todas las iniciativas latinoamericanas no era la pobreza, sino escasez de las partidas destinadas a programas para la vejez, la falta de formación en materia de gerontología y la consecuente creatividad para llevar adelante las cada vez más necesarias políticas para este grupo poblacional que va en rápido aumento.
En Chile, por ejemplo, las historias de viejos solos y pobres, les pertenecen a unas 17.000 personas. Pero no sólo se sabe dónde viven, cuántos son y en qué condiciones existen en este mundo, sino que se hallan contenidos en un programa nacional, basado en el trabajo de voluntarios capacitados para hacer una tarea de acompañamiento social. Así lo definió Ana Paulina Reinoso Canea, asistente social y especialista en gerontología social que vino a contar cómo surgió esta propuesta que se alza hoy, como un necesario puente intergeneracional.
La experiencia indica que los mejores resultados se obtienen cuando los voluntarios son también adultos mayores. “Por una cuestión de empatía”, explicó y sólo basta que las autoridades empiecen por agendarlo.
Pues en Entre Ríos, el Gobierno no sólo reconoce que no sabe a ciencia cierta cuántos son las personas mayores indigentes sino que dice que no tiene acceso a ellos. Cuando, en realidad, no quiere ver que desde pequeños centros de jubilados, en contacto con la Policía y mucha voluntad, además de llegar, asisten, recrean y gestionan sus documentos personales para que de este modo accedan a beneficios sociales básicos.
La cubana Teresa Orosa Fraiz, en tanto, destacó la demanda educativa que impone la actual generación de viejos en la isla, ya que hace 50 años atrás fueron protagonistas de la historia y no pueden quedarse fuera del sistema educativo y cultural. Valorar su protagonismo, su experiencia y ponerlos en situación de diálogo, sugieres. Suena simple. Y sí, es más que simple. Asimismo planteó la incertidumbre de los próximos años y en cierto modo, advirtió sobre la necesidad de definir alternativas para los mayores.
Que el envejecimiento poblacional se acrecienta, ya no es novedad en estas tierras. Ahora resta que las instituciones –aunque bastante vienen haciendo- y los gobiernos locales agarren papel y lápiz y comiencen con seriedad, a pensar.
Fuente: El Diario, Paraná, Entre Ríos
El denominador común en casi todas las iniciativas latinoamericanas no era la pobreza, sino escasez de las partidas destinadas a programas para la vejez, la falta de formación en materia de gerontología y la consecuente creatividad para llevar adelante las cada vez más necesarias políticas para este grupo poblacional que va en rápido aumento.
En Chile, por ejemplo, las historias de viejos solos y pobres, les pertenecen a unas 17.000 personas. Pero no sólo se sabe dónde viven, cuántos son y en qué condiciones existen en este mundo, sino que se hallan contenidos en un programa nacional, basado en el trabajo de voluntarios capacitados para hacer una tarea de acompañamiento social. Así lo definió Ana Paulina Reinoso Canea, asistente social y especialista en gerontología social que vino a contar cómo surgió esta propuesta que se alza hoy, como un necesario puente intergeneracional.
La experiencia indica que los mejores resultados se obtienen cuando los voluntarios son también adultos mayores. “Por una cuestión de empatía”, explicó y sólo basta que las autoridades empiecen por agendarlo.
Pues en Entre Ríos, el Gobierno no sólo reconoce que no sabe a ciencia cierta cuántos son las personas mayores indigentes sino que dice que no tiene acceso a ellos. Cuando, en realidad, no quiere ver que desde pequeños centros de jubilados, en contacto con la Policía y mucha voluntad, además de llegar, asisten, recrean y gestionan sus documentos personales para que de este modo accedan a beneficios sociales básicos.
La cubana Teresa Orosa Fraiz, en tanto, destacó la demanda educativa que impone la actual generación de viejos en la isla, ya que hace 50 años atrás fueron protagonistas de la historia y no pueden quedarse fuera del sistema educativo y cultural. Valorar su protagonismo, su experiencia y ponerlos en situación de diálogo, sugieres. Suena simple. Y sí, es más que simple. Asimismo planteó la incertidumbre de los próximos años y en cierto modo, advirtió sobre la necesidad de definir alternativas para los mayores.
Que el envejecimiento poblacional se acrecienta, ya no es novedad en estas tierras. Ahora resta que las instituciones –aunque bastante vienen haciendo- y los gobiernos locales agarren papel y lápiz y comiencen con seriedad, a pensar.
Fuente: El Diario, Paraná, Entre Ríos
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