RECUERDO que cuando era niño, hace ya muchos años, miraba a mis abuelos, cuando ellos aún no habían cumplido los sesenta años, y los veía como unas personas muy mayores. Bien es verdad que en aquellos tiempos las personas mayores parecían más mayores, tanto por la mirada del niño como por el duro desarrollo de su propia vida.
De adolescente, leí la 'Sonrisa Etrusca', de José Luís Sampedro, «esa sonrisa en la que resplandece la vital sabiduría de la carne», una de las novelas que mejor cuenta la relación entre un abuelo y su nieto, al margen de la enfermedad sobreañadida de aquél. En ella, el autor, en boca del abuelo, «recoge al niño pesando en sus brazos, entrándose en ellos y haciéndome suyo al hacerse mío. Eso fue todo: evadirme con él del reloj y de los mapas ( ) flotar juntos en la noche transfigurada».
En aquellos tiempos también, escuché a Alberto Cortez cantando su famosa canción 'El abuelo' y más de una vez he sentido en las rendijas de las persianas ese «viento del norte al que le enseñó sus manos que estaban vacías».
Hace menos años, tuve que cuidar a mi sobrino ahijado durante un mes y tras varias noches de insomnio, de diálogos silenciosos en la oscuridad, y una vez recuperada su madre, se fue a su casa y en el momento de la despedida lo miré y me miró. Él no podía decirme adiós, no sabía hablar. Yo tampoco pude decirle adiós, no podía hablar. En ese momento, el viejo gruñón y cómodo se dio cuenta de que había alguien en su alma que no había tenido que buscar, alguien que conocía desde siempre y que, a través del cristal del coche, estiraba su mano con sus deditos minúsculos e intentaba alcanzar la mía.
Dentro de tres meses voy a ser abuelo. ¿Cómo me verá mi nieto?
ESTOS días se está celebrando en Granada un Congreso de Geriatría, la rama de la medicina que estudia la vejez y sus enfermedades. Pero, ¿qué es la vejez? ¿En qué momento de la vida se empieza a ser «de mucha edad o de muchos años»? ¿Cuándo se considera una persona vieja? ¿Podría considerarse que al llegar la jubilación se hace uno viejo? Si fuera así, ya sabemos que en Andalucía uno es viejo a los 65 años. A mi me parece que definir como viejo a una persona a los 65 años es un poco exagerado.
Todos sabemos que hay niños que son viejos prematuros y ancianos que afirman tener el espíritu joven; será porque es lo único que no se ve. Pero, teniendo en cuenta la esperanza de vida en nuestro país, -por encima de los 71 años en los hombres y los 81 en la mujer-, decirle a una persona vieja a los 65 años sonaría casi a un insulto. Claro que en esta vida existen tantas incongruencias; ya ven, una de las especialidades más jóvenes, la Geriatría, se dedica a cuidar de los viejos. ¿Será porque antes la gente no llegaba a viejo y entonces no se les podía estudiar?
El envejecimiento tiene varios escenarios simultáneos, el económico, el cultural, el social, el asistencial, etc. La situación actual de familias nucleares urbanas hace que el anciano no tenga un espacio específico para él. Pero es que la ancianidad se manifiesta de muy diversas formas. Al igual que no hay enfermedades sino enfermos, no hay vejez sino viejos. Y los viejos, en su vejez, no son iguales.
Podríamos recordar los objetivos de la Geriatría y de la Gerontología, pero eso los conoce la Administración. Porque nuestra Consejera, a quien le deseo que sus padres están tan bien de salud como la última vez que estuve hablando con ellos, sabe perfectamente que el artículo 22 K. de nuestro Estatuto de Andalucía afirma que «pacientes y usuarios del sistema andaluz de salud tendrán derecho a recibir asistencia geriátrica especializada». ¿Y qué especialista los va a atender, querida M.ª Jesús, si Andalucía es una de las pocas comunidades autónomas en la que no está reconocida esta especialidad?
Desde el Sector de Sanidad de CSI-CSIF Andalucía, y coincidiendo con el Congreso que se está celebrando en Granada, hacemos un llamamiento para que esta Andalucía 'al máximo' reconozca los derechos y las necesidades de los que tienen una máxima edad y cumpla, ¿qué menos!, con lo que ofrece nuestro Estatuto de Autonomía.
PERO, fuera de la oficialidad, en mi nombre y en el de los que ya son o van a ser abuelos, de los que ya están a o van ser jubilados, te pedimos Consejera que nos facilites llegar a esa edad en que, según tú, ya no somos útiles para nuestra profesión de siempre, por lo menos con una cierta calidad de vida.
Verás, entre nosotros, los de cierta edad, siempre decimos que «cuando te levantas por la mañana y no te duele nada es que estás muerto». Pero, quisiéramos que nos dolieran los huesos, las articulaciones, la cabeza, etc., sólo lo necesario para saber que estamos vivos.
Querida Consejera, ¿te acuerdas del famoso poema que decía que «no hay nada peor que ser ciego en Granada»? Pues ahora, con el Congreso de Geriatría en la ciudad de la Alhambra puede ser el momento para que dejes de ser ciega, sorda y muda, en el tema de la Geriatría, no sólo en Granada, sino en toda Andalucía y des los pasos necesarios para que podamos contar con geriatras en el sistema andaluz de salud.
Te aseguro que tanto tus padres como tus hijos te lo agradecerán y, desde luego, yo, para que mis nietos me vean todavía joven, o menos viejo, y pueda jugar con ellos cuando crezcan, también.
Ideal.es
De adolescente, leí la 'Sonrisa Etrusca', de José Luís Sampedro, «esa sonrisa en la que resplandece la vital sabiduría de la carne», una de las novelas que mejor cuenta la relación entre un abuelo y su nieto, al margen de la enfermedad sobreañadida de aquél. En ella, el autor, en boca del abuelo, «recoge al niño pesando en sus brazos, entrándose en ellos y haciéndome suyo al hacerse mío. Eso fue todo: evadirme con él del reloj y de los mapas ( ) flotar juntos en la noche transfigurada».
En aquellos tiempos también, escuché a Alberto Cortez cantando su famosa canción 'El abuelo' y más de una vez he sentido en las rendijas de las persianas ese «viento del norte al que le enseñó sus manos que estaban vacías».
Hace menos años, tuve que cuidar a mi sobrino ahijado durante un mes y tras varias noches de insomnio, de diálogos silenciosos en la oscuridad, y una vez recuperada su madre, se fue a su casa y en el momento de la despedida lo miré y me miró. Él no podía decirme adiós, no sabía hablar. Yo tampoco pude decirle adiós, no podía hablar. En ese momento, el viejo gruñón y cómodo se dio cuenta de que había alguien en su alma que no había tenido que buscar, alguien que conocía desde siempre y que, a través del cristal del coche, estiraba su mano con sus deditos minúsculos e intentaba alcanzar la mía.
Dentro de tres meses voy a ser abuelo. ¿Cómo me verá mi nieto?
ESTOS días se está celebrando en Granada un Congreso de Geriatría, la rama de la medicina que estudia la vejez y sus enfermedades. Pero, ¿qué es la vejez? ¿En qué momento de la vida se empieza a ser «de mucha edad o de muchos años»? ¿Cuándo se considera una persona vieja? ¿Podría considerarse que al llegar la jubilación se hace uno viejo? Si fuera así, ya sabemos que en Andalucía uno es viejo a los 65 años. A mi me parece que definir como viejo a una persona a los 65 años es un poco exagerado.
Todos sabemos que hay niños que son viejos prematuros y ancianos que afirman tener el espíritu joven; será porque es lo único que no se ve. Pero, teniendo en cuenta la esperanza de vida en nuestro país, -por encima de los 71 años en los hombres y los 81 en la mujer-, decirle a una persona vieja a los 65 años sonaría casi a un insulto. Claro que en esta vida existen tantas incongruencias; ya ven, una de las especialidades más jóvenes, la Geriatría, se dedica a cuidar de los viejos. ¿Será porque antes la gente no llegaba a viejo y entonces no se les podía estudiar?
El envejecimiento tiene varios escenarios simultáneos, el económico, el cultural, el social, el asistencial, etc. La situación actual de familias nucleares urbanas hace que el anciano no tenga un espacio específico para él. Pero es que la ancianidad se manifiesta de muy diversas formas. Al igual que no hay enfermedades sino enfermos, no hay vejez sino viejos. Y los viejos, en su vejez, no son iguales.
Podríamos recordar los objetivos de la Geriatría y de la Gerontología, pero eso los conoce la Administración. Porque nuestra Consejera, a quien le deseo que sus padres están tan bien de salud como la última vez que estuve hablando con ellos, sabe perfectamente que el artículo 22 K. de nuestro Estatuto de Andalucía afirma que «pacientes y usuarios del sistema andaluz de salud tendrán derecho a recibir asistencia geriátrica especializada». ¿Y qué especialista los va a atender, querida M.ª Jesús, si Andalucía es una de las pocas comunidades autónomas en la que no está reconocida esta especialidad?
Desde el Sector de Sanidad de CSI-CSIF Andalucía, y coincidiendo con el Congreso que se está celebrando en Granada, hacemos un llamamiento para que esta Andalucía 'al máximo' reconozca los derechos y las necesidades de los que tienen una máxima edad y cumpla, ¿qué menos!, con lo que ofrece nuestro Estatuto de Autonomía.
PERO, fuera de la oficialidad, en mi nombre y en el de los que ya son o van a ser abuelos, de los que ya están a o van ser jubilados, te pedimos Consejera que nos facilites llegar a esa edad en que, según tú, ya no somos útiles para nuestra profesión de siempre, por lo menos con una cierta calidad de vida.
Verás, entre nosotros, los de cierta edad, siempre decimos que «cuando te levantas por la mañana y no te duele nada es que estás muerto». Pero, quisiéramos que nos dolieran los huesos, las articulaciones, la cabeza, etc., sólo lo necesario para saber que estamos vivos.
Querida Consejera, ¿te acuerdas del famoso poema que decía que «no hay nada peor que ser ciego en Granada»? Pues ahora, con el Congreso de Geriatría en la ciudad de la Alhambra puede ser el momento para que dejes de ser ciega, sorda y muda, en el tema de la Geriatría, no sólo en Granada, sino en toda Andalucía y des los pasos necesarios para que podamos contar con geriatras en el sistema andaluz de salud.
Te aseguro que tanto tus padres como tus hijos te lo agradecerán y, desde luego, yo, para que mis nietos me vean todavía joven, o menos viejo, y pueda jugar con ellos cuando crezcan, también.
Ideal.es
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