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Mel Ferrer, el cineasta más envidiado


Ser feo es una cuestión de clase. No está al alcance de cualquiera. Mel Ferrer, que falleció el 2 de junio en su rancho cerca de Santa Bárbara (California), era, con sus paletas levemente separadas, sus ojos saltones y su nariz de púgil bien fajado, la quintaesencia del feo irresistible.

Hay pruebas. Entre septiembre de 1954 y diciembre de 1968, estuvo casado con Audrey Hepburn. Durante 14 años fue el hombre más envidiado de Hollywood. Luego compartiría ese privilegio con Andrea Dotti, el segundo marido de la mujer más elegante que ha dado la madre naturaleza. ¿Que quién es Dotti? Probablemente, ni el propio Mel Ferrer lo supo nunca.

A los 90 años, desaparecía el único actor que dio el Hollywood clásico cuyo nombre no generaba disparidad de acentos entre la abuela y el nieto. Mel Ferrer, al contrario que, por ejemplo, Buster Keaton (¿o era baster quiton?) podía ser pronunciado por cualquiera, independientemente de su nivel de inglés.

De hecho, el apellido de este actor, director, productor y guionista (pues todo eso fue) procedía de un padre nacido en Cataluña y afincado en Estados Unidos tras pasar por Cuba. El nombre que figura en su partida de nacimiento es Melchor Gaston, nacido el 25 de agosto en Nueva Jersey. En 1991, en el festival de Deauville (Francia), Ferrer lo dejó claro: "Me pusieron así porque así se llamaba el mejor amigo de mi padre y uno de los reyes magos".

Su carrera empezó en Broadway, donde, y después de probar fortuna como escritor (llegó a publicar un libro infantil), acabó en la línea del coro dando sus primeros pasos sobre el escenario. Eso ocurrió en 1938. Poco después, llegarían sus primeros papeles, una incursión en la radio en calidad de productor y director y, por fin, su primer contacto de verdad con el cine. Contratado por Columbia, y tras un olvidado debut como director, ejerce de asistente de John Ford en el western protagonizado por Henry Fonda 'El fugitivo'.

En 1949 debutó como actor en la pantalla grande en 'Fronteras invisibles'. Desde entonces, su carrera está dividida entre la dirección de películas de recuerdo difícil como 'Mansiones verdes' o la rodada en España, e interpretada por Marisol y Ángel Peralta, 'Cabriola', y, ya más fácil de traer a la memoria, su trabajo como intérprete de presencia inconfundible en cintas como 'Lili' (1953) o su magnífico Príncipe Andrei en 'Guerra y Paz'. La superproducción dirigida por King Vidor en 1956 guarda una sorpresa: a la vez que trabajaba con su esposa se familiarizaba con el apellido Tolstoi. Su siguiente mujer, Elizabeth Soukotine, con la que se casó en 1971, era sobrina nieta del escritor ruso.

Pero más allá de los cotilleos que alimentan las leyendas, Ferrer es un rostro de cine de barrio con olor a ozonopino. 'Encubridora', de Fritz Lang; 'Scaramouch', de George Sidney; 'Los caballeros del rey Arturo', de Richard Thorpe, o las citadas 'Lili', de Charles Walters, y 'Guerra y paz' pertenecen al imaginario de una época, hablamos de los 50, en los que el cine entraba en vena en sesión continúa. En primer plano, el héroe, y detrás, al fondo, un tipo espigado de maneras elegantes con el que era mucho más fácil estar de acuerdo, identificarse. Además, parecía español, al menos su apellido.

Las décadas siguientes vieron desleírse su quijotesca figura entre un cúmulo de producciones europeas: 'Las manos de Orlac', 'La caída del imperio romano', 'La pícara soltera' o una muy recomendable, por extraña, 'El Greco'. En los años 80 llegó a trabajar a las órdenes de Fassbinder en Lili Marleen y, conviene no olvidarlo, en la serie televisiva Falcon Crest.
Sea como sea, en el recuerdo, ahora sí imborrable, queda la imagen de uno de los feos más atractivos que ha dado el cine. Tan desgarbado como irresistible. Audrey Hepburn y todos aquellos que vieron como la abrazaba en 'Guerra y paz' lo saben. Lo dicho, para siempre jamás, el hombre más envidiado del planeta.

Mel Ferrer, cineasta, nació en 1917 en Elberon (Nueva Jersey, EEUU) y murió el 2 de junio en Santa Bárbara (California).
El mundo.es

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