Por considerarla de interés y que, además, plantea algunos puntos sobre los cuáles debemos ir tomando conciencia y el llamado sigue siendo el de ir fortaleciendo la participación en las distintas instancias que se nos presentan, les transcribo la editorial de RLG de diciembre pasado
¿Cómo fortalecer la participación activa de las personas adultas mayores –como aportantes y beneficiarias, al y del desarrollo, en cada región, país, comunidad y familia?, ¿cómo facilitar y valorar sus iniciativas cuando se trata de responder a los problemas y desafíos del mundo actual?, ¿cómo estimular sus aportes en la toma de decisiones, particularmente en aquellas cuestiones que les conciernen en forma directa?. Y, finalmente, ¿cómo fortalecer un voluntariado, consciente de su propio envejecimiento y de la importancia de vivir y envejecer con calidad, de modo que pueda contribuir al mejoramiento de condiciones, estilos de existencia y calidad de vida, tanto de las generaciones actuales de adultos mayores, como de las del futuro?
Cuestionamientos como los anteriores formaron parte de los temas tratados en el IV Encuentro del Programa Regional del Adulto Mayor, de Cáritas [PRAM] en América Latina y el Caribe y en el Primer Congreso del Programa de Tercera Edad de Cáritas Cubana que se desarrollo dentro de este encuentro del PRAM, realizados en Cuba entre el 9 y el 15 de noviembre del presente año 2007.
Sobre la importancia y necesidad de una mayor participación de las personas adultas mayores existe en general un muy amplio consenso. Sabido es que el problema reside en cómo transformar aquello en hechos y poder trascender las meras palabras. El Congreso mencionado, tuvo justamente la virtud de evidenciar experiencias sustentadas en una capacidad reflexiva de parte de los protagonistas de las mismas, orientados recíprocamente por relaciones basadas en el respeto a las capacidades y méritos de cada cual.
Sin duda que una relación de voluntarios y adultos mayores que sea establecida genuinamente como una relación entre iguales, contribuye notoriamente a facilitar cauces para el despliegue de la creatividad de las personas adultas mayores. Se multiplica así el campo de posibilidades para que las personas adultas mayores vayan definiendo sus aspiraciones por si mismos y puedan ir encontrando las formas de aumentar su protagonismo e influencia en la sociedad.
La experiencia del Congreso de Tercera Edad de Cáritas Cubana, habla justamente de los frutos que puede arrojar el asumir que el envejecimiento nos concierne a todos, y que el reconocimiento y respeto a las capacidades de las personas adultas mayores es un camino que contribuye a fortalecer nuestro capital humano y social para mejorar la calidad de vida en la vejez.
Ximena Romero – Coordinadora de la RLG
¿Cómo fortalecer la participación activa de las personas adultas mayores –como aportantes y beneficiarias, al y del desarrollo, en cada región, país, comunidad y familia?, ¿cómo facilitar y valorar sus iniciativas cuando se trata de responder a los problemas y desafíos del mundo actual?, ¿cómo estimular sus aportes en la toma de decisiones, particularmente en aquellas cuestiones que les conciernen en forma directa?. Y, finalmente, ¿cómo fortalecer un voluntariado, consciente de su propio envejecimiento y de la importancia de vivir y envejecer con calidad, de modo que pueda contribuir al mejoramiento de condiciones, estilos de existencia y calidad de vida, tanto de las generaciones actuales de adultos mayores, como de las del futuro?
Cuestionamientos como los anteriores formaron parte de los temas tratados en el IV Encuentro del Programa Regional del Adulto Mayor, de Cáritas [PRAM] en América Latina y el Caribe y en el Primer Congreso del Programa de Tercera Edad de Cáritas Cubana que se desarrollo dentro de este encuentro del PRAM, realizados en Cuba entre el 9 y el 15 de noviembre del presente año 2007.
Sobre la importancia y necesidad de una mayor participación de las personas adultas mayores existe en general un muy amplio consenso. Sabido es que el problema reside en cómo transformar aquello en hechos y poder trascender las meras palabras. El Congreso mencionado, tuvo justamente la virtud de evidenciar experiencias sustentadas en una capacidad reflexiva de parte de los protagonistas de las mismas, orientados recíprocamente por relaciones basadas en el respeto a las capacidades y méritos de cada cual.
Sin duda que una relación de voluntarios y adultos mayores que sea establecida genuinamente como una relación entre iguales, contribuye notoriamente a facilitar cauces para el despliegue de la creatividad de las personas adultas mayores. Se multiplica así el campo de posibilidades para que las personas adultas mayores vayan definiendo sus aspiraciones por si mismos y puedan ir encontrando las formas de aumentar su protagonismo e influencia en la sociedad.
La experiencia del Congreso de Tercera Edad de Cáritas Cubana, habla justamente de los frutos que puede arrojar el asumir que el envejecimiento nos concierne a todos, y que el reconocimiento y respeto a las capacidades de las personas adultas mayores es un camino que contribuye a fortalecer nuestro capital humano y social para mejorar la calidad de vida en la vejez.
Ximena Romero – Coordinadora de la RLG
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