El decano de los columnistas españoles, que cumple ochenta años, mantiene su cita diaria con el periódico y prepara la publicación de su nuevo libro
La disciplina del artículo sigue marcando la agenda de sus 80 años y un día como decano de los columnistas españoles, ahora también viudo melancólico iluminado por afectos y amigos. Abre diligente la puerta, saluda pero no quita ojo al fax que engulle el envío mecanografiado del día a los periódicos de Vocento. Son las seis de la tarde. El mar pone hilo musical a una vivienda que se mide en recuerdos y fotos por centímetro cuadrado. En el garaje ya no hay coche, pero sí el lujo celeste del batín que le regaló Pepe Legrá cuando ganó el título mundial del peso pluma. Escribe atrincherado frente al mar en una soledad intermitente y dos viejas 'olivetti' son sus inofensivas ametralladoras frente al mundo. 'Rufo' le escolta en todo momento con celo milimétrico y no lo deja ni a sol ni a sombra, aunque la tarde tenga el mismo color del inquieto caniche gris. Hace las presentaciones: «Rufo y yo tenemos la misma edad».
- El ministro Caldera debe estar muy contento con ciudadanos como usted, que trabaja mucho más allá de la edad normal de jubilación...
- Sí, sí, pero sobre todo tengo motivos para estar contento yo, que no me he puesto malo nunca. Durante años, con secciones diarias en 'Ya' o 'Pueblo', no he faltado nunca a la cita, aparte de que no me he tomado nunca vacaciones salvo los tres días de rigor en los periódicos.
Y no será porque me haya cuidado mucho. Ahora tomo ginebra, el 'dry martini' que tiene su peligro...Cuando yo escribía de boxeo en 'Marca' nos bebíamos en la redacción una botella de güisqui -una cada uno-, y no me ha pasado nunca nada. Aunque me puede pasar como a aquel del chiste, que cuando caía desde el piso catorce le preguntaban que cómo iba eso.
«Hasta ahora bien. Lo peor es cuando llegue al suelo», decía. Tengo la sensación de que esto de vivir se me ha pasado muy pronto.
¿Cómo es posible que yo haya llegado a cumplir 80 años! Y tengo bastante buena memoria... Me acuerdo hasta de los soldaditos de plomo de la posguerra, que no eran de plomo porque se había gastado en hacer balas... Del tiempo no sabemos nada, sólo que no se para. Einstein decía que si usted está en un prado con una muchacha y se lo está pasando bien, una hora son tres minutos, pero cuando esté en la consulta del dentista será al revés. Eso es la relatividad. La vejez es una enfermedad mortal, no es enfermedad benigna.
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