Ejercitar el cerebro retrasa su deterioro - La sabiduría es mezcla de reservas cognitivas y cualidades genéticas
El siglo XXI será el siglo de la vejez. A mediados del año 2050 los españoles mayores de 65 años representarán el 35% de la población, según las previsiones del Instituto Nacional de Estadística (INE). La medicina ha logrado que ganemos en cantidad de vida. El gran reto es la calidad.
Con la edad, igual que otros órganos, el cerebro sufre cambios que merman su agilidad, hasta el punto de que uno de cada 10 ancianos acaba desarrollando algún tipo de enfermedad neurodegenerativa, alzhéimer u otras demencias. Sin embargo, también es cierto que muchos mayores vapulean a los jóvenes jugando al ajedrez, recuerdan de forma prodigiosa historias de juventud y dictan sentencia con sabios consejos ante dilemas que nadie sabe cómo resolver.
¿Qué hace que algunos ancianos escapen a ese deterioro que parece inevitable y otros no? ¿Existe alguna manera de esquivar la pérdida de capacidades cognitivas?
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Barcelona y del hospital Clínic de Barcelona tiene la respuesta: la educación continua desde la más tierna infancia permite llegar a la vejez con reservas mentales que permiten que el cerebro funcione bien, pese al deterioro físico. Es decir, que las personas que durante toda su vida llenan su despensa mental, en realidad están entrenando su cerebro para que en la vejez pueda funcionar bien, aunque tenga menos recursos fisiológicos.
Juan S. tiene 76 años. Devora libros, una media de dos por semana y, además, cada día lee dos periódicos. Aunque dejó de estudiar a los 16 años para ponerse a trabajar en la droguería de su padre, siempre ha leído mucho. También le ha gustado aprender idiomas, sabe inglés y francés, y los ha practicado siempre que ha tenido ocasión, incluso con los clientes de su droguería. Cuando los investigadores de la Universidad de Barcelona y del hospital Clínic le invitaron a participar en su investigación, no sabía que su reserva cognitiva es muy elevada. Además de él, en este estudio, publicado en la revista Neurobiology of Aging, han participado otras 44 personas mayores de 65 años divididas en tres grupos: 12 personas sanas, otras 12 diagnosticadas con una afectación cognitiva leve y 16, con enfermedad de Alzheimer en un estadio poco avanzado.
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El siglo XXI será el siglo de la vejez. A mediados del año 2050 los españoles mayores de 65 años representarán el 35% de la población, según las previsiones del Instituto Nacional de Estadística (INE). La medicina ha logrado que ganemos en cantidad de vida. El gran reto es la calidad.
Con la edad, igual que otros órganos, el cerebro sufre cambios que merman su agilidad, hasta el punto de que uno de cada 10 ancianos acaba desarrollando algún tipo de enfermedad neurodegenerativa, alzhéimer u otras demencias. Sin embargo, también es cierto que muchos mayores vapulean a los jóvenes jugando al ajedrez, recuerdan de forma prodigiosa historias de juventud y dictan sentencia con sabios consejos ante dilemas que nadie sabe cómo resolver.
¿Qué hace que algunos ancianos escapen a ese deterioro que parece inevitable y otros no? ¿Existe alguna manera de esquivar la pérdida de capacidades cognitivas?
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Barcelona y del hospital Clínic de Barcelona tiene la respuesta: la educación continua desde la más tierna infancia permite llegar a la vejez con reservas mentales que permiten que el cerebro funcione bien, pese al deterioro físico. Es decir, que las personas que durante toda su vida llenan su despensa mental, en realidad están entrenando su cerebro para que en la vejez pueda funcionar bien, aunque tenga menos recursos fisiológicos.
Juan S. tiene 76 años. Devora libros, una media de dos por semana y, además, cada día lee dos periódicos. Aunque dejó de estudiar a los 16 años para ponerse a trabajar en la droguería de su padre, siempre ha leído mucho. También le ha gustado aprender idiomas, sabe inglés y francés, y los ha practicado siempre que ha tenido ocasión, incluso con los clientes de su droguería. Cuando los investigadores de la Universidad de Barcelona y del hospital Clínic le invitaron a participar en su investigación, no sabía que su reserva cognitiva es muy elevada. Además de él, en este estudio, publicado en la revista Neurobiology of Aging, han participado otras 44 personas mayores de 65 años divididas en tres grupos: 12 personas sanas, otras 12 diagnosticadas con una afectación cognitiva leve y 16, con enfermedad de Alzheimer en un estadio poco avanzado.
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